La Ley Nº 26652, sancionada en octubre de 2010, instituyó el 4 de septiembre como el Día Nacional de la Historieta Argentina. Si bien los primeros antecedentes de la historieta en nuestro país datan del año 1898, en la revista Caras y Caretas, la fecha que se toma como oficial es la del 4 de septiembre, con la primera edición de la revista Hora Cero en 1957.
En este caso, quiero rendir homenaje a nuestro noveno arte con una revista que me "partió la cabeza" y que marca el cierre -para mí- de una etapa brillante del mundo de las viñetas argentinas. Se trata de Cazador de Aventuras. Como el espacio que tengo aquí es escueto, me centro en una tapa de septiembre de 1996 (Año 4, número 22). En la parte superior está el precio (¡$ 3,50! ¡Madre de Dios, qué inflación!) y la aclaración: cómic para adultos.
Revista Cazador de Aventuras.
Fue amor a primera vista. Siempre fui amante de la historieta pero esa tapa fue irresistible. No conocía nada sobre ese personaje. Pero no dudé ni un segundo en comprarla. Lo que encontré adentro no me defraudó. No nos adelantemos: ¿Qué había en la tapa? El Cazador de Aventuras argentino derrotaba al Capitán América (estrella de Marvel) y a Superman (estrella de DC). No conforme con vencerlos: ¡Los rompía, los mordía y se los comía! ¡Una escena de canibalismo observada con impotencia por un Cazador de Aventuras yankee!
Esta obra de arte es el retrato del fin del siglo XX. Primero, propone un contraste entre un Cazador del Tercer Mundo y otro del Primer Mundo (de fondo en la tapa). Ese contrapunto se acentúa en el interior de la revista. Por un lado, el Cazador yankee es una suerte de súper soldado que ha descubierto un plan TOP SECRET y quiere salvar al mundo de una invasión extraterrestre. Su traje está coronado con una estrella en la frente. Se planta como un paladín de la justicia con un código moral innegociable que enuncia así: "Al ataque, amigos, por un mundo mejor! ¡Que el día de mañana, cuando estemos junto al fuego, en el otoño de nuestra vida, podamos decirle a nuestros nietos, con la frente bien alta y con el corazón henchido de orgullo: yo, yo, salvé este mundo por ustedes!"
Revista Cazador de Aventuras, con la participación de un Cazador argentino (con la cruz invertida en la frente) y un Cazador yankee (con la estrella), enfrentándose a Capitán América y Superman.
Ante esta arenga cargada de ilusiones de los años sesenta y setenta, el Cazador argentino se planta así: "¡Che, che! ¡Conmigo no se metan! Por mí, hagan lo que se les cante las bolas, pero yo me quiero ir! ¡No me toquen el orto! ¡La concha de tu tía!" Encarna la voz de la posmodernidad y de fin de la fiesta menemista. Denuncia el fracaso de los grandes relatos. La ilusión de salvar al mundo es pura demagogia: ¡No puedo ni quiero salvar el mundo! ¡Me quiero salvar yo! ¡Sálvese quien pueda! ¡Pizza y champagne para todos! Se extiende un abismo entre esta actitud individualista y el altruismo de El Eternauta, el Héroe Colectivo que arriesga lo que más ama con tal de vencer a los invasores.
El Cazador argentino sólo vive para satisfacer su afán desmedido de consumo: comida, bebida, pornografía y diversión non-stop. Vive en una iglesia abandonada que ha profanado. Está colgado del cable. Participa de la cultura del aguante: ¡Es hincha de Racing de Avellaneda! Usa una máscara que le cubre medio rostro. Tiene músculos hipertrofiados: una figura ajena a la equilibrada estética grecolatina. Con ojos rojos como un zombi porque ha hecho un pacto con fuerzas ocultas que le otorgan inmunidad. Está inspirado en Lobo, el personaje de DC creado por Roger Slifer y Keith Giffen que nació en el planeta utópico de Czarnia y trabaja como mercenario y cazarrecompensas interestelar.
Está dibujado a cuatro manos que no disimulan demasiado sus intervenciones y estilos: lo que podría pasar como una desprolijidad o un desacuerdo creativo del equipo de trabajo, se convierte en una virtud que aumenta el costado under y grotesco del personaje. Un gesto que habla de una ruptura con un estilo precedente a la hora de diagramar los cómics. Estas cuatro manos son las de Jorge Lucas, Ariel Olivetti, Claudio Ramírez y Mauro Cascioli. La presencia del hijo de Andrés Cascioli, mítico ilustrador y padre de Ediciones de la Urraca, habla de un círculo virtuoso que se cierra cuando la editorial quiebra en 1999, tras perder dos juicios por calumnias iniciados por Eduardo Menem y María Julia Alsogaray.
El Cazador lleva una cruz invertida en la frente: es el anticristo de los personajes sagrados de la historieta internacional que viene a desenmascarar antiguas hipocresías. Esa cruz invertida tiene que ver con la presencia exacerbada de la parodia en sus aventuras. En este número 22 - ¡particularmente!- vemos los dos lados de una misma moneda. El Cazador argentino es el lado oscuro de la Luna; representa el otro costado de lo que durante décadas exportaba al mundo la industria cultural norteamericana.
¿Quién es Capitán América? Un súper soldado envuelto en la bandera de los Estados Unidos. Un ícono de la Guerra Mundial y de la Guerra Fría. Un producto cultural generado para colonizar el imaginario de los lectores de Norteamérica y el resto del planeta. Steve Rogers: se hace llamar "América" pero no representa a todo el continente; sólo a una parte de ese continente. Es un retrato del poderío imperialista que alienta a los aliados y amedrenta a los enemigos. Es el rostro intervencionista de los Estados Unidos que va a pacificar con guerras; que va a llevar la libertad a los pueblos oprimidos para, luego, exprimirlos en su beneficio: ¡Nada es gratis en la vida! ¡Te libero de Hitler o de Sadam Husein pero te impongo otros gobernantes menos tiranos pero aliados a los intereses comerciales del Norte! ¡Te libero de la "opresión" pero dame tu oro, tu petróleo o el libre comercio a cambio!
Lo mismo pasa con Clark Kent: envuelto en los colores de la bandera de Estados Unidos es la contracara capitalista del súper hombre que deliraron los nazis. Su ideología es indisimulable como la de otros personajes de historietas nacidos en Norteamérica. Para ahondar el tema, bastará con hojear el siempre actual "Para leer al Pato Donald", de Ariel Dorfman y Armand Mattelart.
En tal sentido, en este episodio 22 de El Cazador, se subraya que Capitán América y Superman están al servicio del Pentágono: tienen que encubrir un acuerdo secreto entre Estados Unidos y los Marcianos para conquistar y repartirse el planeta. Estos superhéroes clásicos están corrompidos por el sistema. Esta temática no es nueva y puede verse -por ejemplo- en "Batman: The Dark Knight Returns" de Frank Miller: allí El Hombre de Acero es el perro guardián de Ronald Reagan que derrota a los soviéticos y va a la caza de un proscripto Hombre Murciélago.
El Cazador argentino derrota, mata y se devora a estos arquetipos como una especie de Doomsday (Juicio Final) Latinoamericano. Los creadores de Cazador han "leído", consumido o "devorado" las aventuras de los personajes de DC y Marvel pero rompen el molde para iniciar una nueva narrativa desde el tercer mundo, desde el menemato y sus relaciones carnales con la Casa Blanca.
De hecho, no son los únicos personajes de historietas "metabolizados" a lo largo de las aventuras de El Cazador; pasarán y serán "fagocitados" también: Patoruzú, Súper Hijitus, Isidoro, Neurus y Larguirucho. Se termina el siglo XX y, con él, los buzones que nos vendieron y compramos convencidos de que estábamos haciendo el negocio de nuestras vidas para ingresar al Primer Mundo. El Cazador de Aventuras está en la estantería de la "argentinidad al palo".