Por Raúl S. Vinokurov
Por Raúl S. Vinokurov
Dentro de una Argentina sumergida en tantos problemas y por unos días en la esperanzada expectativa del mundial, confundidos propios y extraños por peleas internas y discursos que muestran más de lo que parece, Cristina Fernández sigue ocupando la centralidad política del país. Y eso también es malo. Mucho tiempo pendiente de sus silencios y últimamente de sus discursos, Cristina dice enredadamente lo que le conviene, o lo que ella supone que le conviene.
El esfuerzo por decir que ella no gobierna, que no tiene ninguna responsabilidad en la enorme crisis que padecemos, sin nombrar ni referirse a la situación social, económica, inseguridad, pobreza, indigencia, los ataques a la justicia porque sabe que le serán adversos algunos fallos, pidiendo volver a otra Argentina donde ella también estaba, lo expresó mientras ocupaba la presidencia del país por la ausencia de Alberto Fernández. Cristina sabe que no será un feliz fin de año para ella. Pero insistiendo en que no era su gobierno.
En el acto de Argentinos Juniors atacó todo lo que ve como adverso a su interés, y llamó a todo el peronismo a defenderla, ella es la jefa de un sector político al que denostó públicamente y ahora pretende usar pidiendo y recibiendo agradecimientos de todo tipo. Quiere protegerse en la muchedumbre, en los votos del año que viene. Pero sabe que la cuestión viene mal. "¡Si la tocan a Cristina que quilombo se va a armar!", fue uno de los cánticos tribuneros. Pero ella sabe que la van a tocar. Todo indica que el juicio por la obra pública que tiene como protagonista al fiscal Diego Luciano terminará antes de fin de año declarando su culpabilidad. El fallo de la Suprema Corte acusando de "ardid" a la maniobra para imponer su candidato en el Consejo de la Magistratura es otra gran preocupación para Cristina y muchos y muchas más que dependen de este gobierno para mantener privilegios, cargos, fuertes ingresos económicos, mantener poder sobre algunas instituciones, etc. Por supuesto que desconocer el mandato de la Corte pinta de cuerpo entero la calidad institucional que poseen. Cristina sabe que puede ser declarada culpable y eso le traería complicaciones a futuro.
Muchos creen y opinan que Cristina está convencida de lo que dice, de lo que relata en sus discursos o en sus mensajes en redes sociales. Por supuesto que no. Sabe perfectamente que miente, sabe que dice lo que le conviene, no tiene distorsionada la realidad del país y por eso justamente no se refiere a esa lamentable realidad, aunque al culpar a otros, propios y extraños, no hace más que reconocerla. Cristina sabe que el resultado de las elecciones del próximo año tiene las mayores posibilidades de ser contrario a sus intereses, complicando aún más su situación judicial ante un poder judicial que se le anima y sumiendo en la desesperación a muchísimos que usufructúan la cercanía al poder.
Cristina no irá presa y necesitará fueros. No le interesa la presidencia porque sabe que pierde y todo hace pensar que la senaduría por la provincia de Buenos Aires le será más que suficiente, y para eso si tendría los votos necesarios. Que las provincias analicen desdoblar la fecha de la elección no hace más que confirmar que los oficialismos provinciales no quieren quedar encerrados en lo que analizan como posible derrota. La necesitan para muchas cosas, pero no quieren perder en sus territorios.
Cristina sabe perfectamente lo que está pasando, no cree el relato oficial ni se cree lo que ella dice. Pero manifiesta lo que cree necesario para cubrir sus objetivos. Se está salvando, está pensando y preocupada, en su futuro personal. No importa otra cosa. Pero así también sabe que las cosas no le vienen bien, y que seguramente, la van a tocar.