Rubén Panotto (*)
Rubén Panotto (*)
Estos días la opinión pública ha sido conmocionada a partir de la decisión presidencial de presentar el tema en el Congreso de la Nación, para que sea debatido en sus diferentes instancias y se decida si finalmente habrá una ley que despenalice el aborto y permita que, a voluntad individual, todos los hospitales y centros médicos públicos practiquen el aborto no punible a mujeres a partir de los 13 años que hayan decidido interrumpir su embarazo por considerarlo “no deseado”. Esta diatriba nos obliga a decidir en forma individual si estamos de acuerdo o no, porque se trata nada menos que de interrumpir el proceso de la vida humana en el vientre de la mujer que se transforma en madre, por ser ésta la única persona hasta ahora, que está capacitada orgánicamente para hacerlo. Por ello es necesario que el tema sea tratado con responsabilidad ética y moral, y aquí nos ocuparemos de expresar algunas razones que no pueden ser ignoradas, al momento de decidir una opinión a favor o en contra.
1. Está demostrado científicamente, y aceptado desde nuestros ancestros, que la vida humana comienza en la concepción. Dice el Dr. Abel Albino, “que cuando el espermatozoide toca al óvulo, éste se abre y permite la entrada del mismo, para luego cerrarse y comenzar en ese mismo instante el proceso de una nueva vida.” También declaró que como médico está en contra del aborto, porque respeta su juramento hipocrático, que declara trabajar siempre a favor de la vida y no de la muerte. Cuánto más, cuando se trata de decidir la muerte de un ser humano que en el mismo momento de la concepción recibe toda la carga genética que conformó un nuevo ADN, con su sexo masculino o femenino inscripto en cada célula (cromosomas XX o XY).
2. El aborto legal no reduce las muertes de las mujeres, sino todo lo contrario. El aborto es considerado como la mayor violencia contra la mujer, porque se le niega el derecho al consentimiento informado sobre las gravísimas consecuencias biológicas, epidemiológicas, mentales y emocionales que sufrirá ella como sus futuros hijos, como le ocurrió a Keila Jones en Chubut.
3. Legalizar el aborto significa la pena de muerte para el bebé por nacer. Nuestra Constitución Nacional en su art.75 inc.22, sub h, le otorga jerarquía constitucional a la Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada por la ONU el 20-11-1989, y por la República Argentina en el año 1990 por Ley 23.849. La misma tiene por finalidad afianzar el desarrollo del niño en el seno de la familia como medio natural para su crecimiento y bienestar. Para la Convención, niño es todo ser humano menor de 18 años, pero vaya la paradoja, Argentina hizo una reserva a esta Convención, declarando que niño es todo ser humano desde el momento de su concepción hasta los 18 años.
4. Un hijo en el vientre de su madre, no es parte del cuerpo de la mujer. Es una nueva persona con derechos, y el primero y fundamental es: el derecho a la vida.
5. El Dr. Mario Strubbia, abogado, jurista, profesor universitario expresó con claridad: “Tanto los derechos a la libertad, a la vida, a la integridad física como a la intimidad, a la igualdad frente a la ley, a no sufrir tormentos ni torturas, a la dignidad y la legítima defensa, son agredidos cruda e innegablemente por la praxis abortiva, con el agravante de que tales prácticas inmisericordes son infligidas y descargadas sobre la persona de los seres más inocentes, débiles e indefensos de la Creación.”
Legalizar el aborto, significará la pena de muerte para el niño por nacer. Por otra parte, la información científica nos acevera que toda persona se desarrolla en forma ininterrumpida desde la concepción.
La vida comienza en la concepción y no en el consenso. Esta aseveración rebate toda falaz argumentación que el aborto es “inocuo” dentro de las 8, 12 ó 14 semanas de la gestación.
La vida tiene un valor supremo que ninguna persona, institución o gobierno tiene derecho a suprimir. No existe el derecho a matar a un inocente. Existe el derecho a la vida, base y fundamento de todos los demás derechos humanos.
Todos tenemos derecho a debatir y es muy bueno. No obstante, cuidemos en no debatir si violamos los Tratados Internacionales de Derechos Humanos a los que estamos adheridos, y mucho menos a nuestra Carta Magna, la Constitución de la República argentina.
Queda demostrado con esta presentación, que de ninguna manera se trata de un tema y empecinamiento religioso, sino de una defensa inevitable a la vida y el derecho de vivirla.
(*) Orientador Familiar
La vida tiene un valor supremo que ninguna persona, institución o gobierno tiene derecho a suprimir. No existe el derecho a matar a un inocente. Existe el derecho a la vida, base y fundamento de todos los demás derechos humanos.
Todos tenemos derecho a debatir y es muy bueno. No obstante, cuidemos en no debatir si violamos los Tratados Internacionales de Derechos Humanos a los que estamos adheridos, y mucho menos a nuestra Carta Magna.