Por Ediberto Sánchez y Sebastián Llansa
Por Ediberto Sánchez y Sebastián Llansa
En estos momentos en que se debate entre trabajadores, sindicatos, gobierno y empresarios, la necesidad y urgencia de una reforma integral de la modernización de las leyes sindicales, creemos que es propicio ilustrar los fundamentos y proyectos de un nuevo sistema sindical en Argentina. Ante esta posibilidad, entendemos que una reforma integral del sistema sindical argentino necesariamente deberá comprender los siguientes títulos:
a) Democratización. Esto significa mayor participación de los afiliados en su gremio, elecciones libres y claras, periodicidad de los mandatos, evaluar la representación de minorías -ya que existe una cantidad importante de especialistas en Derecho Colectivo del Trabajo que consideran inaplicable este punto-, atención esencial de los intereses de los obreros y las obreras. La puesta en práctica de la denominada democracia sindical, que debe implicar la igualdad de género. Es tiempo que las comisiones directivas sean constituidas en un 50% por mujeres y hombres. Es necesario establecer la igualdad de género con el cupo del 50%, brindando condiciones similares para el acceso a cargos de importancia y de decisión de política gremial. Para ello deberán instrumentarse una serie de medidas, a saber: en las comisiones directivas de todos los sindicatos, tendrá que ponerse en práctica la Secretaría de la Mujer, dictarse cursos de capacitación y de educación sobre temas de género y diversidad para sus miembros: trabajadores, delegados sindicales y miembros de comisión directiva, entre otros.
b) Transparencia política. A través de lo que se denomina Ficha Limpia y Financiera, por medio de la publicación mensual de ingresos y egresos en forma clara y detallada; el control interno de las Sindicaturas y el control externo con la realización de Auditorías regulares, Informes a los trabajadores que lo soliciten.
c) Modernización laboral. Que no significa flexibilización laboral, sino adecuación de las estructuras gremiales a las actuales formas de producción, distribución y comercio, porque muchas de ellas hasta surgen en la actualidad como entidades anacrónicas, superadas por la realidad del ámbito laboral que representan. Para este caso, un ejemplo a tener en cuenta es el del Sindicato de Vendedores de Diarios y Revistas (Sivendia, también conocido como el gremio de los canillitas), ya que los trabajadores de base prácticamente han desaparecido y los miles de sujetos que trabajan producto de la explosión del comercio electrónico (e-commerce), la economía del conocimiento, el trabajo desde el hogar (home office) y las empresas que ofrecen productos que son entregados por cadetes a domicilio, no poseen una representación gremial propia, orgánica ni sistemática. O bien encuadran en antiguas categorías de modo impropio, donde la estructura sindical de representación gremial debe adecuarse al desarrollo productivo, siendo razonable que las instituciones antiguas se resistan a desaparecer y las nuevas demoren en instituirse.
Este apartado implica también la realización de paritarias en las que se discutan con justicia la obtención de salarios básicos dignos por encima de la Canasta Básica Total (CBT), mejorando la calidad del empleo, así como condiciones laborales tales como jornada limitada, vacaciones, aguinaldo, indemnización contra el despido arbitrario, jubilación, etc. Todo este contexto permitirá a nuestro entender una vida próspera al conjunto de los trabajadores, así como ayudaría a establecer un marco regulatorio gestionado de común acuerdo entre gobierno, empresas y sindicatos, que posibilite la creación de millones de puestos de trabajo, y con ello mejorar y ampliar la red de trabajadores en el mercado, y una vez que haya aumentado el volumen de producción y la recaudación, la contratación de personal idóneo que ingrese por concursos públicos en el sector público.
d) Formación y capacitación. Debe ser obligatorio para los sindicatos, teniendo en cuenta el avance tecnológico y las nuevas relaciones en los estados actuales, que consideran este ítem fundamental. Los empresarios deberán colaborar, con cursos propios o en su defecto, con aporte de dinero específico, para el perfeccionamiento.
e) Diálogo social. Es necesario, fundamental y fundacional un nuevo tipo de colaboración, en base al principio de buena fe, prescindir de prácticas vetustas, entre sindicato, empresarios y gobierno, colaborando con la paz social que necesita nuestro país.
f) Inclusión. En este punto, nos referimos a la inclusión masiva de trabajadores informales y desocupados en el sistema productivo. Para ello se requiere fomentar intensas campañas de los tres actores de este problema, con las leyes discutidas y aprobadas con un amplio consenso político para la inversión -que contemplen la tutela de los intereses nacionales-, tanto local como internacional, para incluir a sectores marginados, como los trabajadores temporales e informales y desocupados, aquellos que están recibiendo ayuda del estado, a través de planes o subsidios. El momento oportuno es ahora, es la hora de que el trabajo sea digno y que cada argentino y argentina tenga su empleo.
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