Uno. Una muy conocida novela de la británica Agatha Christie es “Diez negritos” (aunque su título original era “Y no quedó ninguno”) en la que narra una serie de misteriosos asesinatos en una isla a la que asisten invitados a una mansión y son eliminados uno a uno. Sin llegar al final, por si a alguno le interesa su lectura, hay un parangón con el gabinete del presidente Javier Milei. Comenzó la gestión con diez nombres de los cuales ya no forman parte cuatro.
Guillermo Ferrero fue ministro de Infraestructura y resultó despedido el 26 de enero. Llevaba pocos días al frente de un área clave. El motivo del que se habló fue -supuestamente- el haber filtrado una declaración hecha durante la reunión de Gabinete, referida al conflicto con los gobernadores producto de la ley ómnibus y la amenaza proferida por el presidente sobre quitarles los fondos coparticipables. Afuera.
Le siguió Nicolás Posse, hombre de confianza y hasta podría definirse como una persona muy cercana o hasta un amigo. Sin embargo el cúmulo de gestiones bajo su mando y algunos chispazos internos con el círculo de hierro, provocaron la salida a fines de mayo. “Hace 18 años que era mi amigo pero no cumplió los objetivos”, dijo Javier Milei a poco de separarlo del cargo. Afuera.
Mario Russo duró un poco más. Se alejó a fines de septiembre luego de enfrentarse con Santiago Caputo y Karina Milei, en un ministerio que el presidente no quería pero que Petovello rechazó dada su complejidad. Luego de soportar presiones se alejó alegando “razones particulares” aunque era un secreto a voces que se iba con tarjeta roja. Afuera.
Diana Mondino tenía una excelente relación con Javier Milei mucho antes de que fuera candidato siquiera a diputado nacional. La cordobesa fue elegia por el presidente electo para que lo acompañase en un área estratégica: la Cancillería. Para algunos la designación fue como un vestido que le quedaba grande, pero más allá de sus condiciones particulares, sufrió una serie de ataques internos para ir recortando poder en el Palacio San Martín por parte de “El Jefe” hasta que un par de sugestivos errores diplomáticos (Falklands y votación por Cuba) terminaron con su participación ministerial. Afuera.
¿Será Sandra Pettovello la próxima o Mariano Cúneo Libarona? Ambos ministros se cuentan como los que exhiben menos sustento político. Hasta Guillermo Francos estuvo al borde de la renuncia que terminó en un patatús. La que no parece sufrir -por el momento- ningún ataque interno es la responsable de Seguridad, Patricia Bullrich. Por ahora quedan seis indicitos, pero la película sigue. Veremos con qué capítulo.
Dos. El expresidente boliviano Juan Evo Morales Ayma mantiene a su país en vilo. Cortes de ruta que han provocado pérdidas millonarias, productores quebrados y poblaciones sin alimentos indispensables luego de victimizarse como una figura política que está bajo persecución por parte de la Justicia. Pero, en verdad, ocurre que hay un caso de estupro que se ventiló y que dejó al descubierto la parternidad de Evo con una joven menor de edad. El caso está documentado hasta con la partida de nacimiento.
Pero no solamente eso. Hay muchos más casos que se suman en Bolivia y que exponen como un abusador sexual infantil al dirigente del MAS. Pero no solamente quedan las denuncias encerradas en los límites del país vecino sino que también se suman otras desde nuestro país cuando el boliviano se encontraba en la Argentina luego de ser recibido por Alberto Fernández. También una ONG local se sumó con otra denuncia de una militante que suma abusos sexuales por parte del compañero Evo.
Lo terrible es que un país está virtualmente parado porque Morales denuncia una serie de maniobras en contra suya que están lejos de la realidad y que solo se sostienen en el puro relato. ¿Afuera?
Tres. Suecia 1995. Mona Sahlin la preferida en las encuestas para suceder al primer ministro, se vio obligada a renunciar a su candidatura porque la sorprendieron comprando una barra de chocolate y un vestido con la tarjeta de crédito oficial. Se conoció como el “Caso Toblerone” por la marca del chocolate. El hecho marcó la diferencia entre países que castigan con dureza cualquier hecho de corrupción, por nimio que sea.
Hace unos días comenzó a ciercular en las redacciónes de los medios de comunicación los datos de la compra de una cafetera por casi $2 millones en el Ministerio de Capital Humano generó un escándalo para el Gobierno, debido a que desde la oposición le achacaron a la gestión de Javier Milei y de Sandra Pettovello hacer gala de la austeridad pero, al mismo tiempo, adquirir este electrodoméstico de altísimo precio. Se sumó a eso un reproche por una contratación de un servicio de catering, en la misma cartera, por $3 millones. La secretaria de Niñez, Adolescencia y Familia, Yanina Nano Lembo fue señalada como la responsable y terminó eyectada del ministerio. Afuera.
Si se comparan los hechos de corrupción que conmovieron a la Argentina -que aún hoy están pendientes de condena firme- resulta un pequeño gesto pero altamente valioso desde lo simbólico que una persona que comete un hecho reprochable éticamente sea apartada del cargo. Ahora faltaría aclarar por parte del gobierno la cantidad de beneficios fiscales para los armadores de Tierra del Fuego como para los responsables de Tabacalera Sarandí comiencen a pagar impuestos tal como lo hace el resto de los argentinos. ¿Afuera?
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