Por Lic. Raúl Ochoa y Gomez y Esp. CPN Hugo Francisco Freyre
Por Lic. Raúl Ochoa y Gomez y Esp. CPN Hugo Francisco Freyre
El crédito en cualquier país es una herramienta que se asocia a la previsión y estabilidad en el largo plazo. En este sentido, el mismo es sinónimo de confianza y deriva del resultado de políticas económicas coordinadas y sostenidas en el tiempo, las cuales no pueden ser independientes ni segmentadas del resto de la macroeconomía del país, es decir, que las distintas aristas que integran un plan económico serio y consistente deben ir de la mano de reglas de juego claras, las cuales deben ser pensadas y diagramadas en un marco integral.
Sin embargo, esta no parece ser la visión del gobierno nacional, el cual constantemente anuncia medidas distorsivas para la economía en general y para el sistema financiero en particular. Dentro de este esquema es donde se lanza el "Plan Ahora 30", el cual tiene como objetivo incentivar el consumo de una canasta específica de electrodomésticos.
Toda política de financiamiento barato, siempre es bien recibida por el público en general, sin embargo, implementar una medida que estimule la demanda en un contexto de alta inflación, y específicamente en un mercado donde se espera que estacionalmente aumenten las ventas, plantea algunos interrogantes, como por ejemplo: ¿puede la producción nacional satisfacer el incremento de la demanda? En caso de que no sea así, es lógico esperar un incremento mayor en los precios, o un aumento en las importaciones para abastecer al mercado interno, lo cual generaría un mayor uso de reservas, en un contexto en el cual las mismas escasean, y se espera que disminuyan aún más por los viajes al exterior durante los próximos meses y las malas cosechas producto de la sequía. En este sentido, el crédito subsidiado para la compra de productos electrónicos parece ser solo una política populista más, de un gobierno que no entiende, ni quiere entender, la necesidad de tener una visión de largo plazo que se sustente sobre cimientos sólidos.
En nuestro país se perdió el crédito, porque básicamente se perdió la confianza en la economía y en el gobierno, no se sabe que puede pasar -no en el largo plazo- sino en los próximos días. Es decir, hay crédito para comprar un televisor, pero no una política crediticia a gran escala para comprar una vivienda. ¿Qué bien es más importante? La respuesta parece obvia, pero depende de la lógica y el objetivo que tengan los tomadores de decisiones.
Complementariamente, se lleva adelante una política monetaria que intenta, a través de incrementos en la tasa de interés, lograr que el ahorro en pesos luzca más atractivo, lo cual resulta difícil en un marco donde la inflación crece mes a mes pulverizando el bolsillo de todos los argentinos.
Dar previsibilidad y una hoja de ruta que guíe a los argentinos, es uno de los principales desafíos que se vienen. Las elecciones de 2023 están a la vuelta de la esquina, y la prioridad será no dejar pasar nuevamente una oportunidad.
Una de las principales causas de estos problemas monetarios y financieros, es la pérdida de valor de nuestra moneda, la cual genera mayor inestabilidad e incertidumbre, provocando que la posibilidad de acceder a créditos grandes (en valores y tiempo) se vuelva cada vez más inaccesible para cualquier trabajador promedio.
La falta de crédito es un síntoma más de una economía enferma, que necesita urgentemente cambios estructurales que permitan una mayor dinámica, trabajando fuertemente en la elaboración de un plan económico que brinde luz a un horizonte que luce sombrío.
Dar previsibilidad y una hoja de ruta que guíe a los argentinos, es uno de los principales desafíos que se vienen. Las elecciones de 2023 están a la vuelta de la esquina, y la prioridad será no dejar pasar nuevamente una oportunidad. El tiempo es el bien más valioso con el que cuenta un ser humano, ya que el mismo es irrecuperable. Como sociedad no podemos perderlo más y debemos exigir que nuestros gobernantes, de una vez por todas, hagan las cosas que son necesarias para construir un país distinto. Necesitamos una nación que cuente con una estructura productiva diversificada, con instituciones fuertes y un horizonte donde los distintos gobiernos puedan trabajar en un proyecto común: una Argentina próspera y pujante, que le pueda brindar oportunidades a todos sus habitantes. Sobre este escenario se instalará nuevamente la idea de pensar en el largo plazo, y de esta forma, volver a instaurar el crédito como política que, junto al ahorro y la inversión, sean los motores de la economía de nuestro país.
La Argentina del futuro precisa incrementar su productividad, lo cual requiere realizar inversiones en bienes de capital, y sin crédito esta posibilidad se hace inviable. El ahorro, la inversión y el crédito son las "hijas" de la estabilidad económica, y la citada estabilidad no debe confundirse con ajuste, sino con un claro programa de gobierno que sea cumplible y ejecutable. ¿Por qué nos cuesta tanto salir del statu quo? Es fundamental salir de nuestra zona de confort, ya que las reformas que precisa nuestro país requieren de tiempo y esfuerzo, y todo aquel que prometa resultados mágicos, está faltando a la verdad.
No existen atajos para construir un país serio, y en nuestro caso precisa de mucho trabajo y constancia. Debemos pensar en el largo plazo para intentar dejarles a las generaciones que vengan un país mejor. En este sentido, la falta del crédito es solo uno de los tantos problemas que nos afectan, pero su solución requiere de un contexto macroeconómico estable y sólido, lo cual genera grandes externalidades positivas al resto del sistema económico. Sobre esta última premisa, y desde nuestra visión, es donde se vislumbra el principal desafío de los gobernantes actuales y futuros: solucionar los problemas estructurales de nuestro país y no generar una acumulación de "parches" que lo único que hacen es agravar los problemas a futuro.
Como dijimos anteriormente, el tiempo puede ser un aliado o un enemigo. Tenemos la oportunidad, de usarlo a nuestro favor y no desperdiciarlo. Necesitamos ser responsables, tomar las decisiones necesarias y terminar con la mirada cortoplacista. Sin dudas que el propósito de desarrollar una nación próspera y moderna no será sencillo, pero tampoco es imposible. Si queremos vivir en una Argentina distinta, la pregunta que deberíamos hacernos es: ¿Estamos dispuestos a trabajar para esta transformación?