Después de esa larga despedida mundial de Serrat, que siempre será llamado a una "colaboración" y no se negará a cantar a beneficio, los que cantan temas con letras sustantivas han perdido tanto al uno como al otro: Sabina, quien hace tiempo que se dedica a cosechar… lo que puede. Ya escribió lo que pudo.
La memoria exige que mencione a Luis Eduardo Aute, como al valor de Cortes con Machado y de Paco Ibáñez como el de mayor exaltación. Hay otros. Con esos basta para referenciar de qué estamos escribiendo. De sensaciones….
Las letras sustantivas han perdido y solo quedan de modo permanente adjetivos, monosílabos y jadeos; también frases cortas que se cierran en sí mismas.
Se discute, discutimos los más viejos de la tribu de oidores, si fue Juan Carlos Calderón el que "puso" esa entrada a Mediterráneo convirtiéndola en una marca de fábrica, todos los que hacen el tema comienzan la canción con ese "arreglo". Calderón no volvió a trabajar con Serrat y lo suyo nunca se sabrá si fue choque de egos, de dineros o de fastidios. Queda Miralles como el gran piano tras Serrat y Calderón protagonista musical del vinilo que se volvió inatajable: Mediterráneo.
Mirá tambiénPocos Fernández para tantas mentirasMi corazón estalla con el vinilo de tapa negra (Hernández) y mi nostalgia con esos meses en Buenos Aires cuando "se oía Serrat" con "tu nombre me sabe a hierba" y se realizaba el Festival Iberoamericano de la Canción que dejó segunda a la Balada para un Loco y, además, permitió que Chabuca y la ciudad tuviesen un amor que fue eterno. Madrugadas eran aquellas. Yo estuve.
Alberto Ángel Fernández era un muchacho que, por entonces, no era abogado pero era porteño. Lo ubico en una caprichosa conexión / relación que es propia y que nadie se sienta partícipe de mis desvaríos, porque toda vez que escucho, estos años, que Serrat pide por su modo de desaparecer y dice: "…y dejad que el temporal desguace sus velas blancas" estoy viendo a Fernández, Presidente, que realiza esa tarea con su cargo. Un barco presidencial que, sin que nadie lo ayude demasiado, se convierte en "empujad al mar mi barca…" solito, solito. Tal vez, romanticismo de mi parte, pero, caramba, qué modo de perder cuatro años este país que es mío en el total porcentaje de mis padres y de mis hijos.
La relación con Sabina es diferente. Llega tarde al rock y la difusión internacional. Sabina, como el que se lleva una naranja y tres tomates al pasar por la verdulería, de toda la poesía anterior -que usa hasta el abuso- lo suyo es retomar el verso y reescribirlo, en parte porque es un soliloquio que apunta, desde un vencido rock que vuelve sano con tanta rumba flamenca, a lo que es: confesiones de una vida ejercida con excesos que le están ganando al tiempo.
Hay, entre tanto material digno ("Sin embargo" es un poemazo, pese a las citas textuales sin aviso previo y, por su parte "19 Días y 500 noches" una frase que explica todo a quien sabe de qué van los amores contrariados, el insomnio y la impotencia) decía que, entre tanto material digno, dignísimo, hay un juego donde todos entendemos de qué se trata por lo dicho: retoma el verso, el hecho, el motivo, Sabina resucita pasados con una prosa tan referencial como singular.
Sabina dice:" Ay, ay, ay, ay. En el salón la orquesta está tocando un fox. Una canción que con neblina resbala hasta la sentina del vapor. Hasta que se inundó de sal el diapasón del violonchelo, la Orquesta del Titanic no dejó de tocar el fox de los ahogados sin consuelo".
En la repetición el estribillo cambia, amplía y resuelve: "Náufrago el clarinete parlanchín. Se quedó sólo el solo del violín. Hasta que se inundó de sal el diapasón del violonchelo, la Orquesta del Titanic no dejó de tocar el fox de los ahogados sin consuelo…"
Y otra vez, otra vez, es la imagen del que aprendía guitarra con Lito a quien parece dedicado el estribillo. La sal, el agua salada en el diapasón impide seguir y estaba tocando el fox de los ahogados sin consuelo.
Dos metáforas marinas que, en el repaso de canciones con textos que ayudan a crecer, me sirven como despedida de una situación tan anunciada como inevitable.
El temporal destrozará la barca porque el mar es predecible… si se quitan las esperanzas tontas de quien cree que le puede ganar a la naturaleza.
Tocará su música hasta que el agua salada inunde el diapasón y, además, estará tocando el fox de los ahogados sin consuelo.
Nada hay en Fernández que impida estas destinaciones. Nadie cree en finales diferentes o imprevistos. La barca se desguaza, el Titanic se hunde.
Son cada vez más las ocasiones en que preguntan (me preguntan) porque está pasando esto. Dan ganas de hablar del voto popular, el voto delegado, del que llega hasta mas allá de donde le daba el paso y la marcha a paso redoblado, pero respondo con lo acostumbrado.
¿Porqué estamos así…con esta inflación, esta desocupación, vaciamiento, corrupción estructural y niebla oscura donde debía estar la esperanza…? No me pregunte a mi, soy periodista, soy el que hace las preguntas.
Aclaración: Ni Sabina ni Serrat imaginaron Argentina, pero bien pueden ser los que, hablando de fatalidades, la describan.
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