Domingo 13.2.2022
/Última actualización 12:37
Nos escribe Juan José (43 años, Rosario): "Buen día Luciano, te escribo para que sepas mi situación y si podés me digas algo. Lo que te cuento seguro les pasa a otros, no es tan especial, pero yo necesito encontrarle la vuelta. Resulta que estoy separado hace cinco años, con dos hijos y hace un año empecé una relación con una mujer, que tiene sus hijos también y estamos en la lucha, porque queremos estar juntos y nos sale bien, la pareja viene bárbaro, pero con los chicos no es tan fácil; ojo, la pasamos súper todos juntos, pero eso no es lo mismo que convivir y además nos da miedo dar un paso más porque los chicos todavía se están conociendo, ¿cómo se hace una familia de nuevo?".
Querido Juan José, qué gusto recibir tu mensaje, porque es la ocasión para decir algunas cosas sobre las llamadas "familias ensambladas" -tema sobre el que estuvieron llegando diferentes consultas.
Empecemos con la tuya, en particular con el final: ¿cómo se hace una familia "de nuevo"? Es tu pregunta, pero fíjate mi subrayado (con las comillas). La cuestión parece ser cómo se pasa de una familia a otra y, por cierto, ese trabajo mental es más amplio que el de formar una pareja. Diría incluso que para tener una pareja es preciso haber salido de una familia, la de origen. Aunque no tanto, porque también están los que conforman un vínculo estable, pero nunca dejan de ser hijos de sus padres. En efecto, la conservación de esta posición infantil en el seno de una pareja suele traer diversos conflictos en las relaciones. "¿Cómo puede ser que tu mamá llame a cualquier hora y vos le atiendas el teléfono?", "¿Por qué cada vez que nos juntamos tu papá se pone a hablar y contar las mismas anécdotas y todos nos tenemos que reír?", son preguntas más o menos comunes.
Lo mismo ocurre con los hermanos, cuando la dependencia respecto de la familia de origen de una persona se juega con ellos y no puede preservar a la pareja como un espacio autónomo. En concreto, los hermanos son un conjunto cuando se definen como hijos; si con los años lo común deja de ser verse como hijos, entonces la relación entre ellos será diversa y, por ejemplo, cada uno tendrá una relación singular (ya no grupal) con los demás y, para el caso, será respetuoso de la pareja de su hermano sin considerar que tiene una prioridad en la vida del otro. Esto que digo parece simple, pero es un tema complejo: por eso digo que para formar una pareja es preciso dejar la familia de origen, no porque se deje de tener relación con los padres y los hermanos, sino porque la pareja en sentido estricto es para formar una nueva familia. Seguramente, Juan José, has visto casos de padres o madres, tanto como hermanos, que no aceptan que cuando uno de los miembros viene con su pareja… viene también con su familia. Así es que la familia de origen puede funcionar como una objeción para los vínculos que alguien conforme.
Ahora bien, para seguir con tu consulta supongamos que hasta acá salió todo bien y, por lo tanto, alguien pudo tener una familia más allá de su familia de origen. Ahí es que muchas veces ocurren separaciones y, por ejemplo, alguien durante un tiempo vive como "separado". Como en tu caso, Juan José, que te separaste hace 5 años, pero aún la separación te sirve para definirte. Eso me da la pauta para pensar que con la separación no regresaste a tu familia de origen, sino que -además- no solo te separaste de una pareja, sino de una familia, aquella en que nacieron tus hijos. En ese punto es que surge la pregunta por el ensamble de una familia, que -como te darás cuenta- no es algo tan sencillo como decir que dos personas se junten con sus respectivos hijos y convivan. Hay todo un trabajo mental que es preciso realizar para volver a fundar una familia, una vez más.
Entonces detengámonos en este punto, porque pienso que lo primero que quisiera decirte Juan José, es que en este nuevo camino las dificultades son más expresión de un deseo que un obstáculo; o mejor dicho, no será fácil dar este paso "de nuevo", pero los tropiezos y temores son parte de la apuesta antes que una señal de impedimento. Por cierto, te diría también que para muchas personas alcanza -después de una separación- con formar una pareja, en el sentido conyugal, pero conservar el vínculo parental con su pareja anterior. Es una buena manera de mantener las aguas separadas; en efecto, es lo que a muchas personas les resulta más cómodo: pareja y familia, cada una por su lado. Este es un formato conocido, por ejemplo, cuando aparecen esos nuevos roles que son "el novio de mi mamá" o "la novia de mi papá". Sin embargo, esto suele traer algunas complicaciones, sobre todo cuando esos nuevos personajes quieren más protagonismo y eventualmente incluso empiezan a participar de las tareas de crianza.
Con esto último no quiero decir que las nuevas parejas sean un perfecto reemplazo de los progenitores; todo lo contrario, los niños tendrán a su padre y a su madre, en otra familia. Porque a partir de ese momento quizá tengan dos familias, una con su padre y su nueva pareja y otra con su madre y su nueva pareja, si es que en ambos casos se trata de personas que no solo construyen una nueva relación conyugal sino que también están dispuestas a compartir la parentalidad con sus parejas actuales. Este es el desafío de las familias ensambladas y, a propósito, si antes dije "padre" y "madre" con la idea de que hablaba de varones y mujeres, es porque la consulta de Juan José es la de un varón heterosexual, pero lo mismo podría aplicarse a otras configuraciones de género.
Asimismo, quiero aclarar que el ensamble familiar no es para todas la parejas; no es un ideal al que haya apuntar, sino un proceso que para algunas personas se relaciona con un deseo específico, mientras que para otras está muy bien tener, por un lado, una vida conyugal con una pareja actual y, por otro, una vida parental con su pareja anterior. Una de las ventajas de este tiempo es que ya no necesitamos pensar la obligación de que una pareja defina una nueva familia (la nuestra ya no es una época de "padrastros" y "madrastras"). Sin embargo, también es cierto que la mayor libertad de que disponemos compromete con ser honestos respecto de nuestras expectativas, condiciones y límites, para aprender a consensuar con el otro el alcance de un vínculo.
De este modo, Juan José, lo que quiero decir es que por delante tienen un camino que no está programado y que eso es lo mejor que les puede pasar, porque no les ahorra complicaciones, pero sí les permite pensar bien y mejor qué quieren, ustedes juntos y junto a sus hijos. ¿Quién dice si a lo mejor en esa nueva familia no aparece un nuevo hijo? De alguna manera en esto me hace pensar tu última frase: "Los chicos todavía se están conociendo" (tal vez el "paso más" de que hablás, el que les da miedo, no sea la convivencia, sino otro deseo), pero mejor me detengo aquí porque más que psicoanalista me estoy pareciendo a mi abuela que adivinaba los embarazos a distancia. Seguramente haya una relación entre el psicoanálisis y el poder adivinatorio de las abuelas, pero este tema lo vamos a dejar para otra ocasión.
Para formar una pareja es preciso dejar la familia de origen, no porque se deje de tener relación con los padres y los hermanos, sino porque la pareja en sentido estricto es para formar una nueva familia.
El ensamble familiar no es un ideal al que haya apuntar, sino un proceso que para algunas personas se relaciona con un deseo específico, mientras que para otras está bien tener una vida conyugal con una pareja actual y una vida parental con su pareja anterior.
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