A principios de 1812, el Triunvirato le ordenó al general Manuel Belgrano la construcción de dos baterías sobre el río Paraná ("Libertad" e "Independencia"), a la altura de Rosario, para defensa de las incursiones realistas.
Por Matías Aníbal Rossi.
A principios de 1812, el Triunvirato le ordenó al general Manuel Belgrano la construcción de dos baterías sobre el río Paraná ("Libertad" e "Independencia"), a la altura de Rosario, para defensa de las incursiones realistas.
Al concretar esa orden, Belgrano se dio cuenta que nuestro ejército y el país naciente carecían del símbolo más sagrado: un pabellón que los identifique. Así fue entonces, a grandes rasgos, como el 27 de febrero de aquel año, y por su cuenta, el insigne militar y abogado decidió enarbolar por primera vez la bandera azul-celeste y blanca.
Belgrano lo hizo al frente de su tropa, afirmando: "¡Soldados de la patria, juremos vencer a nuestros enemigos interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la independencia, de la unión y de la libertad!".
En verdad, líder como hoy en día realmente no tenemos, en su valiente y breve vida Belgrano libró batallas (muchas de ellas en desventaja), luchó por la unidad nacional, promovió la educación, el rol activo de la mujer y varias iniciativas de vanguardia más.
Temas, todos estos, en la actualidad ausentes en la agenda de un presidente que si es "líder", lo es en insultos (improperios y bravuconadas); amante de viajes y halagos, es un enemigo declarado del Estado, única garantía de cualquier sociedad moderna para gozar de bienestar, seguridad e igualdad de oportunidades.
La bandera argentina nos acompañó doscientos veintitrés años como doloroso testigo en nuestra historia de secuestros, muertes e infames persecuciones en su nombre. Lloró por cada vez que olvidamos nuestra constitución creyendo en las promesas del salvador de turno.
Tal vez ha sonreído cuando sin importar credos o colores un pueblo unido ha festejado un triunfo deportivo.
Y eterna como es, en este nuevo aniversario de su creación nos recuerda que simboliza, con un mensaje firme y claro: "Si aspiran al progreso no olviden que represento a todos los argentinos, sin excepciones, unidos, con justicia y libertad como lo quiso en 1812 quien me creó y puso en sus manos para siempre".
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