Jorge Bello
Pobreza y poca formación escolar son dos de los principales determinantes sociales de la salud, son factores del ambiente que condicionan la salud de las personas, y condicionan en consecuencia el futuro, que es el futuro de todos.
Jorge Bello
jordibell@gmail.com
Como si las hubiera leído, a las columnas que aquí escribe este servidor. Como si las hubiera leído, cosa improbable pero no imposible, el presidente de la Sociedad Argentina de Pediatría se arrima una vez más al fogón para decir lo mismo, para estar de acuerdo. Gracias, pero debemos admitir que no es el apoyo del grande aquello que nos da la razón, sino la sonrisa y la salud del pequeño.
La pandemia, que todavía nos duele, nos hizo recordar, entre otras cosas, que la pobreza y la poca formación son factores que determinan, y de manera decisiva, la salud de las personas. En particular la de los niños.
Informes diversos, procedentes de muchos países y regiones, coinciden en afirmar que el Covid afecta más, y a más personas, en los barrios, las ciudades, los países con menos recursos económicos, sanitarios e intelectuales.
Así, en efecto, pobreza y poca formación escolar son dos de los principales determinantes sociales de la salud, es decir, aquellos factores del ambiente que condicionan la salud de las personas, y condicionan en consecuencia el futuro, que es el futuro de todos.
Otro de estos determinantes es la inseguridad. Que es hija de la pobreza. Que es hija a su vez de la poca formación. Y al llegar aquí no me privaré de decir que no se soluciona el problema de la inseguridad con más policías, sino comenzando por preguntar por qué alguien elige el camino del delito, o por qué se ve forzado a elegir este camino. Si somos capaces de solucionar la necesidad, la carencia, la desesperanza que lo llevó a delinquir, entonces ya no será un delincuente, ya no se ganará la vida trabajando como delincuente.
Se necesita formación, y un ambiente saludable, con buenas y sanas perspectivas, para que un niño o un adolescente, mujer o varón, pueda desarrollar todo su potencial, y así contribuir al bienestar, luego a la seguridad de la familia, del barrio, de la comunidad.
En este sentido se manifiesta el doctor Omar Tabacco en el número de octubre de la revista Archivos Argentinos de Pediatría. Es el presidente de la Sociedad Argentina de Pediatría. En su artículo "La pediatría argentina en los próximos años" afirma lo que varias veces hemos afirmado aquí. Dice que:
"La atención de nuestros pacientes pediátricos lleva implícita la necesidad de involucrarnos en los determinantes sociales del proceso salud y enfermedad. Entiende el bienestar no solamente como la ausencia de enfermedad, sino que tiene como meta que niños, niñas y adolescentes sean capaces de alcanzar sus máximas potencialidades."
El objetivo, entonces, no es sólo atender la fiebre de quien tiene obra social para pagar la consulta. El objetivo es más ambicioso. Se trata de entender qué necesitan los niños y adolescentes para crecer y desarrollarse de tal manera que puedan luego aportar mucho de positivo a la sociedad. Por supuesto que hay niños que necesitan más que otros, y por supuesto que éstos son precisamente el primer objetivo. El niño que ya nace con un pan bajo el brazo no nos interesa tanto, puesto que ya tiene la vaca atada. Quien más nos interesa es aquél que nace desnudo, y vive desnudo. Para que no llegue desnudo a la edad laboral.
Continúa: "Actualmente, en nuestro país, más del 50% de los niños, niñas y adolescentes viven en la pobreza, con déficits en su alimentación, su salud mental, sus inmunizaciones y su educación." Y más adelante agrega:
"El distanciamiento social obligatorio ha profundizado y visibilizado los serios problemas educativos de nuestro país, acentuando la gran diferencia de oportunidades (...) Esta grave consecuencia educativa se ve aún más complicada con la pérdida de la escuela como ámbito de desarrollo social y contención emocional de nuestros pacientes."
Propongo leer este artículo. Y propongo además recuperar parte del tiempo perdido, lo cual implica enmendar el daño producido. Para ello hay que usar los patios escolares en verano para "generar las mejores condiciones de seguridad en el ámbito escolar, convencidos de que la salud y la educación son dos derechos indivisibles."
La idea no es nueva, la necesidad de hacerlo tampoco lo es. Se trata de ofrecerles, a niños y adolescentes de barrios poco afortunados, la oportunidad de disfrutar del patio de la escuela durante todo el verano. El lugar es seguro, mucho más seguro que la calle, incluso que ciertos hogares. Y se podrían hacer muchas actividades lúdicas, deportivas y académicas, educativas y formativas, de ocio y sociales.
Para brindarles esta alternativa, deben ser los padres y la gente del barrio, y los comerciantes quienes se pongan de acuerdo y pidan permiso, y hagan valer así el legítimo derecho que tienen de ver crecer sanos y fuertes a los chicos del barrio.
Pobreza y poca formación escolar son dos de los principales determinantes sociales de la salud, son factores del ambiente que condicionan la salud de las personas, y condicionan en consecuencia el futuro, que es el futuro de todos.
La idea no es nueva: ofrecerles, a niños y adolescentes de barrios poco afortunados, la oportunidad de disfrutar del patio de la escuela durante todo el verano. El lugar es seguro, mucho más seguro que la calle, incluso que ciertos hogares.