"Este país, que al parecer no reflexiona ni tiene conocimientos económicos, será sin comercio un país desgraciado, esterilizada su feracidad y holgando su industria". Manuel Belgrano
"Este país, que al parecer no reflexiona ni tiene conocimientos económicos, será sin comercio un país desgraciado, esterilizada su feracidad y holgando su industria". Manuel Belgrano
Se viven momentos complicados en la Argentina y por más que el vocero del presidente cada vez más ausente, Manuel Adorni, que con su habitual desmedro por la verdad, exento de empatía y sobrada altanería diga que estamos viviendo el invierno más crudo de los últimos cuarenta y cuatro años, podría al menos cerciorarse que aún estamos en otoño y que eso de "los últimos cuarenta y cuatro años" es una falacia; pero se sabe que aquí en la Argentina es costumbre eso de echar las culpas a los anteriores. Ya lo entendía Manuel Belgrano, hace apenas poco más de doscientos años, cuando observa -a través de la frase que encabeza estas líneas- que íbamos por el mal camino.
El vocero, que vocifera más de lo que comunica, tiene muchas cosas discutibles en las formas y maneras, pero no lo culpemos del todo, se sabe, aquí el invierno tiene mala fama, y si hay que dramatizar por los errores propios, culpemos al frío también. Es que el frío tiene esa cosa catastrófica y de connotación negativa desde que el economista Álvaro Alsogaray, allá por el naciente invierno de 1959, durante la presidencia de Arturo Frondizi, más precisamente en una nota del diario La Nación del 29 de junio, decía:
"Lamentablemente, nuestro punto de partida es muy bajo. Muchos años de desatino y errores nos han conducido a una situación muy crítica. Es muy difícil que este mes puedan pagarse a tiempo los sueldos de la administración pública (…). Todavía seguiremos por algún tiempo la pendiente descendiente que recorremos desde hace ya más de diez años. Se ha cometido un error en definir a este programa como un programa de austeridad, dejando que cada uno de los habitantes del país viva como pueda y como quiera (…). Las medidas en curso permiten que podamos hoy lanzar una nueva fórmula: Hay que pasar el invierno".
Desde ese momento, "pasar el invierno" es el equivalente a muy malas noticias en detrimento de nuestros bolsillos. Y en el mientras tanto, pasan cosas. Creo que todos deberíamos coincidir en que estamos sumergidos en una vorágine muy acorde a la instantaneidad y a la volátil superficialidad de las redes sociales. Todo pasa increíblemente rápido. Un solo movimiento de dedo, dos segundos de atención, tres minutos de lectura, y cero análisis. La noticia del día se diluye con la noticia del momento, la noticia del momento desaparece con el tuit del segundo; un par de comentarios, los noticieros que se hacen eco de las publicaciones, un par de notas, la bajada en el zócalo del noticiero y ya está. Se desvía la atención otro par de minutos y así, todo lo que reviste importancia, termina siendo finito y etéreo en tan solo un par de horas como mucho.
El meta mensaje es tan amplio que no hay tiempo de analizar lo que realmente se oculta o se intenta ocultar. La manipulación del mensaje a través del anclaje de las imágenes de impacto que utiliza el gobierno, termina siendo una gran conquista en la racionalización del receptor que incide directamente en el entendimiento, en falta de análisis y en una reflexión coherente y crítica. Y la oposición también aporta lo suyo, con su falta de referentes reales, o referentes desprestigiados que van perdiendo en el camino su razón de ser. Unos por acción, otros por inacción, se va evidenciando una total pobreza de espíritu de lucha y compromiso ante una sociedad pasmada que asume y justifica su propio devenir en fracaso con la mansedumbre de los corderos ante la piedra de los sacrificios. Se evade la realidad justificada por los errores pasados que crearon un sentimiento irracional de bronca y eliminación del otro, sin importar los daños colaterales y/o propios.
Existe, además, cierta lógica en lo discursivo. Si hay algo que no se le puede achacar a Javier Milei es que dice lo que se le canta y actúa al respecto. No importa si se contradice a través del tiempo, se sabe que no resiste ningún archivo, pero esas son sus maneras y quizás uno de los valores que prevalecieron e hicieron que se pueda investir como presidente de todos los argentinos. En su característica verborragia, se evidencia que Milei no mide las consecuencias, al menos en el daño que puede suponer respecto a lo que su investidura representa. Tal es el caso de sus dichos en tierras españolas, en el marco de un viaje no oficial que realizó el pasado 19 de mayo, para participar en una convención del partido Vox y donde tildó de corrupta a la esposa del presidente español. Todo esto terminó derivando en la salida y llamada a consulta de la embajadora española en la Argentina, María Jesús Alonso.
Parece una noticia vieja, pero pasó hace solamente diez días, generando realmente un problema diplomático con el país europeo, que siempre tuvo una posición pro Argentina, uno de sus principales aliados políticos y económicos. Si bien el vínculo entre los dos países siempre fue bastante complejo, desde la época colonial, no se puede negar que tales vínculos no son solamente sanguíneos y culturales, que son parte esencial de nuestro ethos nacional. Desde el advenimiento de la democracia, España y Argentina se enriquecen activamente en intercambios comerciales, culturales y diplomáticos y son actores importantes en la interacción social y del desarrollo de ambos países. En definitiva, se puede decir que lo que hizo Milei fue una "animalada", si tenemos en cuenta que él se auto percibe como león; un león en su selva y leonazo "devora zurdos" en tierra ajena.
Ahora nuestro presidente se encuentra en Estados Unidos compartiendo en sus redes las fotos y ufanándose de ser el abanderado de la libertad mundial; enorgulleciéndose de poner en práctica la motosierra impiadosa en tan corto plazo y de sentirse feliz de que sus seguidores aplaudan a rabiar a su ministro de Economía. En dicho contexto, asiste a charlas y da conferencias, exponiendo y poniendo toda la carne en el asador. Y es en ese lugar, rodeado de seguidores y algunos curiosos, donde se siente más cómodo y donde -aparentemente- se olvida cuál es su principal función como presidente de la nación: administrar la Argentina. Decir "donde se siente más cómodo" implica también manifestar cosas como las que dijo en una conferencia en el Instituto Hoover de la Universidad de Stanford, Estados Unidos: "¿Se creen que la gente es muy estúpida? Va a llegar el momento donde la gente se va a morir de hambre, por lo cual decidirá de alguna manera u otra para no morirse. No necesito intervenir. Alguien lo va a resolver".
Sus palabras son compatibles a la inacción del Ministerio de Capital Humano, a cargo de Sandra Pettovello, que ante el requerimiento de la Justicia para que entreguen las 5.000 toneladas de alimentos que están almacenados desde la gestión anterior para comedores y merenderos, y que están a punto de vencer, apelaron para no hacerlo. Según las últimas encuestas, la inflación dejó de ser la principal preocupación de los argentinos: ahora, lo que más preocupa es el desempleo y la pobreza.
Señor presidente, hay desempleo y hay pobreza; hace frío y se viene el invierno. No espere a que la gente actúe y lo resuelva antes de morirse, a usted lo votaron para que eso no pase. Winter is coming. (*)
(*) Frase muy conocida de la serie "Game of Thrones" (Juego de Tronos), que literalmente significa "el invierno se acerca", pero que también implica que "hay que estar preparado para lo malo".