Por Tania Krämer - Agencia Deutsche Welle (DW)
Por Tania Krämer - Agencia Deutsche Welle (DW)
La organización terrorista Hamás ha liberado hasta ahora a 105 rehenes israelíes. ¿Cómo se encuentran estas personas ahora que acabó su cautiverio? Justamente, la madre de Yair Moses, Margalit, se contaba entre los primeros rehenes que debían ser liberados de la Franja de Gaza pocas horas después de entrar en vigor la tregua, el 24 de noviembre pasado. Había sido secuestrada por Hamás el 7 de octubre, en el kibutz Nir Oz. "Naturalmente estábamos felices, pero también muy preocupados", cuenta su hijo. Nadie sabía si "sucedería realmente, si la gente estaría verdaderamente en la lista, cómo discurriría la entrega a la Cruz Roja, cómo llegarían a Egipto y luego a Israel, ni cuánto duraría el proceso".
Solo cuando vio a su madre, de 78 años, en los primeros videos de la entrega de rehenes a la Cruz Roja difundidos por Hamás, pareció de pronto real que volviera efectivamente a casa. "En el momento en que vimos cómo saludaba desde el auto y luego caminaba hacia el bus, tuvimos claro que por lo menos parecía estar bien físicamente. Y entonces, naturalmente, nos pusimos muy contentos", cuenta Yair Moses.
Muchos de los liberados no parecían haber sufrido daños físicos. Habían perdido peso pero, aparte de los que habían sido heridos al ser secuestrados, la mayoría de los rehenes no tenía lesiones visibles. Sin embargo, su estado psicológico causa preocupación. Al ser secuestrados el 7 de octubre en diversos lugares del sur de Israel, muchos vieron cómo eran asesinados sus familiares o vecinos. Otros no se enteraron hasta después de su liberación de que sus cónyuges u otros parientes también habían sido secuestrados. Los hombres adultos que se cuentan entre los rehenes permanecen aún cautivos.
En los ataques terroristas del 7 de octubre fueron asesinadas más de 1.200 personas por Hamás, y cerca de 250 fueron llevadas como rehenes a la Franja de Gaza. A su vez, allí han muerto, presumiblemente unos 15.800 palestinos en las operaciones del Ejército israelí, según los datos cambiantes que brinda del Ministerio de Salud de Gaza, controlado por Hamás. No es posible corroborar las cifras con fuentes independientes (la misma fuente, por ejemplo, en las últimas horas informó una cifra muy distinta: casi 17.500 fallecidos, incomprobables por ahora).
Poco a poco sale a la luz pública lo vivido por los rehenes, pero hasta ahora los relatos son fragmentarios. Y no todo lo que los liberados cuentan a sus familias se conoce. Margalit Moses, por ejemplo, le ha contado mucho a su familia, dice su hijo. "Pero no podemos compartir todo. Nos pidieron no hacerlo, debido a la preocupación por los rehenes que aún están allá". Moses no explica quién les hizo ese pedido. "Lo que puedo contar es que ella trató de seguir siendo positiva y de ayudar a otros, por ejemplo, cuando personas mayores tenían que ir al baño. Trató de cantar con otros o de conversar entre ellos", relata.
En los videos de su entrega al Comité Internacional de la Cruz Roja, algunos rehenes hacían señas de despedida a sus captores, como si fueran gestos de una despedida amistosa. "Pero eso era un show que tuvieron que hacer, estaban obligados a hacerlo", opina Asher Ben-Arieh, profesor de la Paul Baerwald School of Social Work and Social Welfare, de la Universidad Hebrea de Jerusalén. "Lo que cuentan aquellos que fueron liberados, los diagnósticos físicos y psicológicos, las historias que escuchamos, lo que les ocurrió fue todo menos amistoso, realmente", acota.
El especialista en traumas colaboró en las pautas para el tratamiento de rehenes liberados y ha conversado, sobre todo, con niños y madres. "También hubo testimonios de rehenes tailandeses. Algunos fueron tratados algo mejor, otros peor. Algunos fueron golpeados, a otros se les privó de comida o se les impidió dormir. Fue brutal", dice.
Familiares de otros rehenes han relatado a medios israelíes y extranjeros, por ejemplo, que al comienzo tenían suficiente comida, pero luego cada vez menos. Eytan, de 12 años, tuvo que ver "videos terroríficos del 7 de octubre", según su tía, Deborah Cohen. "Cuando llegó a Gaza, gente junto a la cual pasaba le pegó", contó Cohen a una emisora francesa. "Amenazaron a los niños con armas cuando comenzaban a llorar", agregó.
Emily, de 9 años de edad, sólo susurraba cuando regresó de la Franja de Gaza, según cuenta su padre. "Cuando hablaba conmigo, no podía entenderle nada", cuenta. De cincuenta días en la oscuridad, sin posibilidad de ducharse y con poca comida, cuenta el tío de Hila, una niña de 13 años. De acuerdo con su relato, algunas personas dormían sobre bancos, y otras en colchones sobre el suelo. Se les dijo que "de día debían hablar bajo, y de noche, guardar silencio", contó Yair Rotem a medios israelíes.
Para Yair Moses, la pesadilla aún no termina, porque su padre sigue en poder de Hamás y no hay noticias de él. Sus padres, que están separados, vivían en Nir Oz. Israel insiste en que aún quedan 137 personas cautivas de los terroristas de Hamás. Tampoco la Cruz Roja Internacional ha tenido acceso a los rehenes en la Franja de Gaza.
"Cada día crece la preocupación por mi padre, pero también por los otros que aún están allá", dice Moses, quien creció en Nir Oz y conoce personalmente a muchos habitantes del kibutz. "Para mí no es solamente una lista con nombres; los conocía a todos. Pero también los demás, a los que no conozco, los jóvenes que estaban en la fiesta de Re'im y los soldados; cada uno de ellos tiene que regresar".
En los videos de su entrega al Comité Internacional de la Cruz Roja, algunos rehenes hacían señas de despedida a sus captores, como si fueran gestos de un distanciamiento amistoso. "Pero eso era un show que tuvieron que hacer, estaban obligados a hacerlo", opina Asher Ben-Arieh, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén. "Lo que cuentan aquellos que fueron liberados, los diagnósticos físicos y psicológicos, las historias que escuchamos, lo que les ocurrió fue todo menos amistoso, realmente", acota.
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