Única advertencia. Hablaremos, como sujeto, de la Autopista Rosario/Santa Fe/Rosario. El resto es añadidura inevitable. Listo.
Por 16 años la autopista los vio ir y venir. Rosario versus Santa Fe. La victimización "rosarigasina" completaba el cuadro. Dio altos réditos. Todos admitían la "provincia bicéfala"; el largo camino al norte y la lejanía del sur-sur.
Única advertencia. Hablaremos, como sujeto, de la Autopista Rosario/Santa Fe/Rosario. El resto es añadidura inevitable. Listo.
Wikipedia pone un piso mínimo a las palabras: "La autopista se construyó entre 1964 y 1972. El 30 de septiembre de 1971 el gobierno nacional y su homólogo provincial firmaron un convenio por el que el camino (todavía en construcción) se transfería a jurisdicción nacional. Luego de disputas judiciales, los mismos entes firmaron otro convenio el 13 de septiembre de 1979 para el regreso a la provincia de Santa Fe de la autopista A-029, como se denominaba en esa época. Este convenio incluía además una compensación económica a la provincia".
Hasta aquí Wikipedia. Todos los negociados, de los que habría datos fehacientes de ilícitos desde la primera expropiación a la última carga de piedra con brea, con más la computación, no aparecen en el informe de la red sobre este fenómeno comunicacional: Autopista. Se insiste. Autopista, no gobiernos provinciales.
De todos los gobernantes que he conocido, el más importante ha sido -lleva mi firma esta conclusión- ha sido Carlos Silvestre Begnis. Aldo Tessio no fue malo, pero en la comparación es menor.
Con la llegada de la Democracia de los 1000 años (1983) el que inauguró despachos con su pequeño grupo originante fue Vernet. Gobierno Rosarino al 100.
Todavía se decía "El Gobernador atiende en los altos de la Jefatura". Martes y jueves, a veces un sólo día. La sede del Gobierno era, es y será la ciudad de Santa Fe con su microclima político. También con su tradición administrativista y su formato de burócratas de siglos… y siglos. No es metáfora.
Rosario no tomaba en serio a Vernet. Cuando llegó Reviglio los periodistas rosarinos se burlaban. La irrupción de Reutemann cambió el foco. Rosario admiraba a un ídolo deportivo y despreciaba su capacidad de gobernar. Obeid era un entrerriano de Diamante, estudiante en Santa Fe, con una distorsionada biografía y un espanto por Rosario y el Qué Dirán.
Por 16 años la autopista los vio ir y venir. Rosario versus Santa Fe. La victimización "rosarigasina" completaba el cuadro. Dio altos réditos. Todos admitían la "provincia bicéfala"; el largo camino al norte y la lejanía del sur-sur.
La aparición de Binner, después su "operador todo terreno", Bonfatti y finalmente Lifschitz trajo el eje a Rosario. Hermes era, como Silvestre Begnis, de las dos orillas. No era médico cirujano, era anestesista. Sabía estar en la sala de operaciones. Bonfatti fue un error político sin par. Lifschitz una gobernación que llegó demorada.
Nadie puede doblegar la distancia. Perotti argumenta la excusa de La Peste que es cierta, pero no lo logró hasta ahora. Es luchar contra una construcción territorial inapelable. Perduran dos sinfónicas, dos despachos… en fin: bicefalía. La autopista enseñó a gobernar, debemos advertirlo de una vez. El Siglo XXI pos Peste abrió la puerta, se puede aprender… y cambiar.
La Autopista quitó del camino la parada sobre la mitad de un viaje en transportes públicos estimada en 3 horas y 10 minutos de Estación a Estación. Pasaron al olvido la curva cerrada entre Santa Fe y Coronda, el zigzag en mitad de Ruta, la tradicional micción en Barrancas, el olor a podrido del Frigorífico Maciel, el infierno del tránsito entre San Lorenzo y Rosario y decidieron otro paisaje para las entradas a las dos capitales: Ciudad de Santa Fe y Ciudad de Rosario. Se llega circunvalando la miseria. Es una enseñanza. La circulación por la Ruta 11 se volvió diferente.
Autorizaciones, horarios, taras. Camiones que sí y que no por la Autopista de cemento, acompañando un paisaje de ficción, esa locura de sembrar soja en las banquinas, la alegría del nuevo rico, un flamante concesionario de una cartelería comercial que estaba prohibida pero no tanto, los bares y las estaciones de servicio (otras concesiones, ejem) para un cafecito, una rosca y lo inevitable: los pueblos que a la vera dejaron de crecer se fueron cerrando, asumiendo el olvido y la parsimonia; la velocidad era otra. El descuido de "lo popular" es una consecuencia.
En la Autopista, en sus primeros años, este es un dato rotundo: no había límite de velocidad. Solo acelerar. Como si fuese lo que verdaderamente proponemos mirar: el remedo o la identificación entre una cosa y otra. Tal para cual, sostiene el gracejo popular.
La milonga de Zitarrosa aplica a las administraciones de la Democracia desde 1983. La Autopista era una necesidad y hoy es un bien imprescindible que debiera/ debería/ tiene que actualizarse, ampliarse, reformularse. Que nadie se confunda, no se habla de la administración de la cosa pública… aunque lo parezca.
Hay un tiempo de viaje entre las dos capitales usado de diferentes maneras por distintos gobernantes. Los hubo (los hay) que sostenían el Helicóptero, pese a los negociados. A propósito, los "cuadernos de Centeno", la demostración inatajable de la corrupción, es una construcción mafiosa / policíaca gestada tan solo por un chofer memorioso y mal pago. Más de 50 funcionarios van y vienen. Los secretos en la Autopista, no se quedan en la Autopista.
Muchos no han escuchado la sentencia de Zitarrosa: "… y si sentís tristeza cuando mires para atrás, no te olvides que el camino es pa'l que viene y pa'l que va…". Habla de gobernar… y de la autopista.
Cómo creció y creció la corruptela y La Corrupción no lo sabemos. La Autopista conformó, además del anémico destino al que condenó a los pueblos entre ambas capitales, un dique natural a las aguas.
La vida, las investigaciones, los secretos de Estado tienen un comportamiento similar al de las aguas: buscan su nivel. El nivel/ destino: caer hacia el mar, con distintas velocidades y una eterna porfía. La Autopista no pudo detener esa ley de gravedad, no pudo ni podrá. Don Issac sonríe mientras la manzana le cae en la cabeza.
Nada se sabe, todo se pierde, se transforma. Los santafesinos desmentimos a Lavoisier.
El dique que significó la autopista sobre la pampa gringa cambió tierras inundables, pero no detuvo las aguas. Los barrios cerrados con terraplenes no pudieron (barrios y terraplenes, motoniveladoras y agrimensores con mensuras fuera de la ley). Todo papel de escritorio es una prueba que se puede destruir, lo que sucede en la tierra no hay modo.
Los aviones y satélites que fotografían la tierra (estamos incluidos) muestran los canales fuera de la ley que los propietarios de los campos fabrican, para "que la inundación le toque al vecino y libere mis hectáreas" que son quintales de soja y/o metros cuadrados de una urbanización que avanza a ritmo de loteo criminal e indiscriminado, permitido y compartido. ¿No? ¿Si? En la Autopista nadie ve, oye ni dice nada; no hablamos de Gobernaciones, no confundirse.
La administración del Estado Provincial, deviene de esta misma construcción. Leyes que no se alteran desde la época de los militares. Concesiones fuera de la ley. Juzgados que se quedaron a la vera de un camino donde pocos transitan.
Los ministerios son autopistas donde no hay límite de velocidad o sea: nada fuera de la ley. En el camino viejo la otra mitad. Pueblos / Ministerios olvidados donde el tiempo se detuvo y a los que van por la Autopista no les importa.
Construcción de Secretarías como terraplenes personales, canales de riego sin destino social, solo agua para las propias tierras, loteos de los escritorios y sueldos para parientes de parientes donde las familias ensambladas terminan compartiendo el Club House Casa Gris y los viáticos.
Solo la droga, como una inundación fuera de término, alteró el esquema por tanto mejor ignorarla. Si nada preguntamos nada sabremos y es una ley federal que no le hace al mantenimiento de la Autopista. Los Monos no venden, no hay búnker ni departamentos repletos de dinero a blanquear en la Autopista. En la Ciudad de Santa Fe no hay Monos (ejem…).
Los country y los canales, las construcciones en altura y los hoteles en mitad de la nada no frenan al que transita. Simulación. Le han puesto límite de velocidad y deben arreglar su traza, desgastada. Precaución. Algo hay que hacer para que nada cambie (Lampedusa dixit).
Conviene repetir este texto de Wikipedia: "El 30 de septiembre de 1971 el gobierno nacional…". Parece que fue ayer. Corrección, es el ayer… será el mañana. Los administradores de la cosa pública van y vienen por la Autopista.
Por 16 años la autopista los vio ir y venir. Rosario versus Santa Fe. La victimización "rosarigasina" completaba el cuadro. Dio altos réditos. Todos admitían la "provincia bicéfala"; el largo camino al norte y la lejanía del sur-sur.
En la Autopista, en sus primeros años, este es un dato rotundo: no había límite de velocidad. Solo acelerar. Como si fuese lo que verdaderamente proponemos mirar: el remedo o la identificación entre una cosa y otra. Tal para cual.