En el año 1874, el gobernador Servando Bayo fundó el Banco Provincial de Santa Fe, con sede en Rosario y un capital de dos millones de pesos fuertes, con un 50% de las acciones en manos del Estado. Una ley de la Legislatura santafesina del 1 de junio había autorizado al ejecutivo a fundar un banco de emisión y descuentos sobre la base de veinte mil acciones de $ 100 cada una, con una inversión privada que representara la mitad del paquete accionario.
Los fondos necesarios para solventar la presencia del Estado procedían de un empréstito contratado en Londres con la Casa Murrieta por la suma de 300.000 libras esterlinas.
La competencia con el banco inglés
Aunque no era el mejor año para establecer una entidad crediticia, su oportuna aparición frustró las maniobras monopólicas del Banco de Londres y Río de la Plata, entidad que pronto se propuso malograr el emprendimiento oficial provocando corridas en la plaza al presentar en las ventanillas del nuevo banco gran cantidad de sus billetes para convertirlos en oro. Por aquellos años, a falta de moneda nacional, los bancos tenían la facultad de emitir, siempre que tuvieran en sus bóvedas el equivalente en oro a la cantidad de circulante.
Mirá tambiénCentenario de la primera ley santafesina de colegiación de abogadosSe usaban también los pesos bolivianos en monedas de plata. Si se producía una corrida maliciosa, el Banco Provincial perdería sus reservas metálicas y se quedaría con gran cantidad de billetes sin respaldo. Para evitarlo el gobierno prohibió –por ley del 22 de junio de 1875- la emisión de billetes a los bancos, fuera del de la provincia y solo podrían circular los del Banco Nacional y los de las provincias de Córdoba y Buenos Aires, obligando al banco inglés a retirar sus billetes progresivamente, hasta que cesaran de circular en el término de un año.
El Banco de Londres demandó a la provincia ante la Suprema Corte, pero sin lograr que la ley santafesina fuera declarada inconstitucional. Mientras eso ocurría, quiso tomar represalias negándose a recibir los billetes provinciales y realizando operaciones en metálico, por lo que el gobernador Bayo ordenó la clausura de la institución y el procedimiento inmediato de su liquidación, según decretó el 19 de mayo de 1876.
Con la idea de salvar al Banco Provincial y permitir el funcionamiento del inglés, el gobierno intentó negociar. Dejaría sin efecto el decreto si el banco inglés prestaba al provincial 80.000 libras por seis meses. Pero un paso en falso del gerente Behn malogró las negociaciones, cuando quiso extraer sus reservas fuera del territorio de la provincia. Frente a ello se dispuso la incautación del oro y la detención del gerente. El Banco Provincial pasaba ahora a ser el único funcionando, lo que obligó al comercio y a la industria a operar con él.
El conflicto se mantuvo por meses, alcanzando implicancias diplomáticas no previstas, que llegaron al extremo de movilizar una cañonera inglesa hasta el puerto de Rosario. El canciller Bernardo de Irigoyen negó que el asunto tuviera otros alcances que los judiciales y sostuvo que los intereses extranjeros contaban con las garantías del Estado de derecho, a la vez que hizo doctrina al negar nacionalidad a los capitales de las sociedades anónimas ("Doctrina Irigoyen").
La influencia del caudillo santafesino Simón de Iriondo sobre el gabinete nacional, del que formaba parte, pesó también a favor de Bayo, que era hombre de su partido. Superada la crisis del Banco Provincial luego de recibir apoyo financiero de la Nación, se autorizó al Banco de Londres a operar, pero nunca recuperó la facultad de emitir billetes. En protesta no abrió sus puertas hasta enero de 1877.
El empréstito Murrieta
Los fondos con los que el gobierno aportó el 50% del capital constitutivo del Banco Provincial provenían, como dijimos, de un empréstito de 300.000 libras autorizado por la Legislatura en 1872 y contratado en Londres con la Casa Murrieta. Se daba el curioso caso en que un empréstito inglés se utilizaba para frustrar las apetencias monopólicas de un banco también inglés. Los prestamistas retuvieron un monto equivalente a los pagos de tres semestres, por lo que el gobierno tuvo que afrontar los compromisos recién en diciembre de 1875.
Las utilidades del banco no fueron suficientes, pero este hizo un adelanto que salvó la situación. Para el siguiente pago, de junio de 1876, en pleno conflicto con el Banco de Londres, las utilidades fueron suficientes, pero a partir de allí comenzaron las dificultades en plena crisis financiera a nivel nacional. Los títulos del empréstito comenzaron a devaluarse en la Bolsa y la Casa Murrieta se hizo cargo del servicio de dos cuotas para evitarlo. Estos y otros problemas obligaron al gobierno a reducir el capital del Banco Provincial a un millón de pesos en 1877.
El endeudamiento producido por la acumulación de cuotas impagas a Murrieta llevó a que en octubre de 1880 la Legislatura aprobara un acuerdo por el cual la Provincia entregaba bonos del Tesoro por el valor de la tercera parte de lo adeudado, los que serían aceptados como pago para la adquisición de tierras públicas. Se afectarían de esta forma inmensas extensiones en el norte santafesino, previendo el eventual pago de las otras dos terceras partes de la deuda con este mecanismo.
El latifundio de La Forestal
La Casa Murrieta sacó provecho de estas negociaciones. En 1884 vendió a la Compañía de Tierras de Santa Fe (de capital británico) casi dos millones de hectáreas a razón de $ 5.292 la legua, habiéndolas adquirido a $ 1.500, como compensación de la deuda del empréstito. Como parte de esa tierra era de propiedad privada y fue reclamada, Casa Murrieta fue indemnizada en 1909 con más de tres millones de pesos.
Estos latifundios, que contenían una extraordinaria riqueza maderera, aptas también para la cría de ganado, pasaron a formar parte de La Forestal Argentina Sociedad Anónima de Tierras y Maderas y Explotaciones Comerciales e Industriales, empresa que explotó el recurso del tanino y la madera durante décadas, talando quebrachos centenarios de imposible reposición.
Las políticas de la empresa británica dieron lugar a estudios muy críticos, como el contenido en "La Forestal", de Gastón Gori. El vínculo entre el origen del Banco Provincial, el "empréstito Murrieta" y la enajenación de latifundios en el norte de la provincia, ya los hice notar en un libro de juventud ("El monopolio del banco inglés", Peña Lillo, Buenos Aires, 1979). Asimismo, Ezequiel Gallo y Alberto González Arzac también estudiaron el conflicto entre ambos bancos.
Lo que fue un proyecto progresista, como el de crear un banco que fomentara el crédito y la producción regional, y evitara el monopolio financiero del capital extranjero, tenía en su origen un punto débil: los fondos oficiales surgían de un empréstito contraído en la misma fuente de donde provenían los que se combatían: el capital inglés en plena revolución industrial.
Aunque el conflicto sostenido con el Banco de Londres y Río de la Plata resultó favorable al gobierno de Servando Bayo, ya que logró frustrar sus intenciones monopólicas y le quitó la facultad de emitir billetes, a largo plazo, los compromisos contraídos con la Casa Murrieta endeudaron a la provincia y la obligaron a enajenar inmensas extensiones de tierras que pasaron a ser propiedad de capitales ingleses que las explotaron al máximo, con un altísimo costo social y ambiental.
(*) Contenidos producidos para El Litoral desde la Junta Provincial de Estudios Históricos.
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