Dos hechos de armas protagonizaron los ejércitos de la Patria en aquel mes de 1813, en las que se obtuvieron importantes triunfos ante las fuerzas realistas, en coincidencia con un mejoramiento de la situación política en Buenos Aires a partir del reemplazo del Primer Triunvirato por el Segundo Triunvirato y el inicio de la Asamblea del Año XIII. En consecuencia, las derivaciones que resultaron en los campos de batalla y mayor coherencia en las decisiones de gobierno, es lo que lleva a destacar dicho mes de hace doscientos diez años.
A solo diecisiete días de separación entre el Combate de San Lorenzo del 3 de febrero, y la Batalla de Salta del día veinte, se configuró un panorama auspicioso en los años en que el destino de la Patria dependía de los resultados de los eventos militares, al mismo tiempo en que puso en relieve las personalidades vigorosas de los máximos integrantes del Cuadro de Honor de la Patria, como lo fueron entre otras insignes figuras, José de San Martín y Manuel Belgrano. El Combate de San Lorenzo y la Batalla de Salta, deben ser interpretados como dos hitos de nuestra historia nacional que deben ser permanentemente recordados por los argentinos, y homenajear a los que dieron todo para el logro de la Libertad.
Manuel Belgrano. 3 de junio de 1770 – 20 de junio de 1820.
La Ciudad de Santa Fe de aquellos días se movilizó inmediatamente al llegar las noticias de San Lorenzo, ordenando la inmediata salida de un contingente de blandengues santafesinos, y del Protomédico Manuel Rodriguez, con el objeto de sumar fuerzas en el caso de ser necesario, y prestar atención a los heridos, entre los cuales se contaba el mismo José de San Martín. En cuanto a presencia santafesina en la Batalla de Salta, debe ser destacado el Tambor del Ejército del Norte, Pedro Bustamante quien acompañó a Belgrano en las campañas.
Con posterioridad a los hechos de marras, el General Manuel Belgrano primero y cuatro años después, el General José de San Martín, concibieron dos Banderas Históricas que afortunadamente se conservan en las Ciudades de San Salvador de Jujuy y de Mendoza. La primera, es la que entrega Belgrano al Pueblo de Jujuy en reconocimiento por los esfuerzos durante el Exodo Jujeño de agosto de 1812, complementando la Bandera celeste y blanca de su creación que por primera vez tremoló victoriosa en la batalla del 20 de febrero. La segunda, la que mandó preparar San Martín en Mendoza para el Ejército de los Andes. Ambas banderas son muy homogéneas entre si, demostrando la patriótica inspiración, no solo en el plano de las campañas militares, acontecidas y por emprender, también, son demostraciones de elocuentes mensajes para la civilidad argentina de todas las épocas.
Las banderas aludidas, como también el Escudo Nacional aprobado por la Asamblea del Año XIII el 12 de marzo de 1813, contemplan los valores de la Libertad, la disposición para asegurarla, la fraternidad entre las provincias que son el sostén del conjunto de las Provincias Unidas de ayer, y de la República Argentina de hoy, como también los triunfos militares en la época en que los hijos de esta tierra se brindaron para el bien de las diferentes generaciones de argentinos.
Los dos brazos diestros que obviamente pertenecen a dos individuos que son los que sostienen la Libertad, resalta la importancia de la unión de esfuerzos. En este sentido, el mensaje de estos símbolos nacionales es simple como dramático, que lleva a interpelar a la generación actual. La unión que se simboliza, no debe entenderse como si fuera una simple cualidad. Es vital interpretar que la unión a la que se hace referencia, es el resultado de conjugar el verbo UNIR como acciones extendidas en el tiempo, en que permanente y sucesivamente se busca aglutinar aportes provenientes de individuos o entidades, procurando a que en la acción asociativa resulten nuevos escenarios e instancias que impacten favorablemente en el crecimiento económicos y con cada vez mayores valores agregados.
La Unidad Nacional que tanto se pregona en estos días es una instancia necesaria para el entendimiento y convivencia armoniosa de los ciudadanos, identificándose de esta manera la condición de argentinos, al amparo de las leyes y del sistema democrático que nos rige, pero para que se cumplan objetivos de crecimiento, es menester que se activen mecanismos que promueva la unión estratégica y positiva por parte de las fuerzas nacionales, con el objeto de crecer. La integración de esfuerzos, es lo que permitiría dinamizar la Unión Nacional, concepto que sabiamente está resaltado en el Preámbulo de la Constitución.
Las personalidades de José de San Martín y la de Manuel Belgrano, sin lugar a dudas fueron diferentes, más aún desde el punto de vista de sus respectivas formaciones, pero tal como ha sido referido, coincidieron en cuestiones vitales, como la necesidad de lograr la independencia e inculcar valores como la ya mencionada fraternidad, el esfuerzo, la educación y la unión entre los argentinos.