Familia brasileña beneficiaria del programa social "Bolsa família", iniciado en 2003, durante la primera presidencia de Luiz Lula da Silva . Se trata de subsidios impulsados para atenuar los efectos de la pobreza en la población infantil.
La diarrea y la neumonía son dos grandes amenazas para la infancia. Sobre todo para los chicos de los países de renta media y baja, y entre ellos están Argentina y Brasil. De todos los niños que en el mundo mueren antes de cumplir los cinco años, uno de cada cuatro muere por neumonía o por diarrea.
La muerte por neumonía o por diarrea se relaciona con la pobreza, tanto de la familia como del barrio, de la provincia, del país. Se relaciona también con las dificultades para acceder a un centro de salud, en general de la periferia. Y con que el centro cuente con ciertos recursos mínimos, y con una persona que, más allá del título que tenga, o que no tenga, sepa lo suficiente o sea lo bastante solvente como para al menos saber orientar la situación.
Argentina vacuna gratis a sus hijos contra la diarrea y contra la neumonía, y así se evitan muchas enfermedades, muchos bebés internados, incluso muertes. Pero no es por casualidad que los vacuna, sino porque cierta autoridad, con espíritu social, en fundamentada decisión, así lo estableció.
Ahora, con el nuevo presidente, este espíritu parece estar en peligro. Recortar es como escupir para arriba. Recuerdo un precedente que nos demuestra que retirar un subsidio tiene tantas consecuencias sanitarias como políticas. Lo protagonizó, para vergüenza propia y sufrimiento ajeno, quien fuera presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.
Hagamos memoria, porque hacer memoria nos hace fuertes, mientras que el olvido, y más aún la ignorancia, nos hacen víctima fácil de la manipulación. En 2003, bajo el gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, Brasil inició un programa de subsidios para atenuar los efectos de la pobreza en la población infantil. El programa se llama "Bolsa família", y en esencia es similar a nuestra "Asignación universal por hijo", implementada varios años después, en 2009.
Ambos programas de ayuda social, el argentino y el brasileño, se enmarcan en las llamadas "Transferencias monetarias condicionadas", un sistema de ayuda a las familias con hijos que, con variaciones, existe en numerosos países del mundo. En el caso de Brasil, la ayuda económica a familias con hijos de hasta 15 años está condicionada a que los hijos vayan a la escuela, estén bien vacunados y asistan con regularidad a los controles de salud del centro sanitario que les corresponda según dónde vivan. El cumplimiento de estos criterios se revisa cada dos años.
"Bolsa família" es para familias cuyos ingresos no llegan a un mínimo. El importe que reciben se actualiza según parámetros locales. Y el concepto de ir a la escuela incluye, además del propio hecho de ir a clase, otros tres controles igual de importantes: estado básico de salud, nutrición e higiene del alumno.
El programa "Bolsa família" llegaba en 2018 a más de doce millones de familias. El presidente Bolsonaro, a causa de su pensamiento ultraliberal y sin tener para ello fundamento sólido alguno, ese año le quitó este subsidio a una familia de cada diez, y frenó la concesión de nuevas ayudas. El resultado es fácil de imaginar.
Dos años después, en 2020, al ver en la comunidad las consecuencias de su decisión antisocial (y de su negativa a reconocer las evidencias de la pandemia de Covid), no sólo tuvo que retractarse y devolver los subsidios que había quitado, sino que tuvo que ampliar en mucho el número de las familias beneficiadas.
Un subsidio no es una cuestión populista, sino que se trata de asegurar que la pobreza ya no es causa de poca salud y poca escolaridad. Es una cuestión de dignidad hacia los menores poco favorecidos por el capricho de la vida. Es una oportunidad para que la infancia pueda salir del círculo vicioso de pobreza y subdesarrollo. Y de mejorar el potencial de las personas, puesto que sin salud ni educación es imposible salir del círculo de la pobreza.
Esto también demuestra que quitar un subsidio no implica ahorrar dinero, puesto que serán más costosas las consecuencias de dejar a ciertas familias sumergidas en la necesidad, porque la necesidad implica desesperación. Y ya sabemos, por propia experiencia, hacia dónde conduce la desesperación. Velar por una infancia y una adolescencia sanas y escolarizadas, entonces, es velar por todos, tanto en el presente como en el futuro inmediato.
El programa "Bolsa família" nació como la versión mejorada y ampliada del programa "Bolsa escola", que Brasil había implementado unos años antes, durante la presidencia de Fernando Henrique Cardoso. El vecino país, al cual tal vez vayan algunos de vacaciones este verano, tiene un buen historial de ayuda social. Se trata de ver entonces cómo están las cosas allá y cómo están acá.
Siempre con fundamento
Cuando Jair Bolsonaro recortó los subsidios y frenó nuevas ayudas, no tenía argumentos sólidos para hacerlo. La sola opinión no es razón suficiente, ni lo es el simple hecho de ocupar el cargo porque, como se ha dicho mil veces y como es ahora evidente en el país, el hecho de acceder al cargo no implica tener la solvencia moral y profesional para decidir con fundamento, es decir, bien. Toda decisión requiere un fundamento sólido, y que se pueda comprobar. No había razones en 2020 ni las hay para 2024.
Hasta ahora no había estudios objetivos y científicos que evaluaran los resultados de los programas de ayuda económica directa a las familias vulnerables a cambio de asegurar las vacunas, los controles de salud y la escolarización de los hijos. Esta ayuda es necesaria y debe ser mantenida en el tiempo a fin de mejorar a corto y mediano plazo el potencial de las personas. Este es nuestro capital, y es un gran capital, con buen potencial, pero lo podemos perder, y será como escupir para arriba, si no velamos por él.
Un grupo de investigadores de la Universidad Federal de Bahia estudiaron, con riguroso criterio científico, el impacto del programa "Bolsa família" durante los años que van del 2004 al 2019. Y llegan a la conclusión de que es mucho más que una simple ayuda económica. En efecto, "Bolsa família" mejora el control y la salud en general de los menores de 15 años que nacen y viven en una familia de pocos recursos. Incluso contribuye a disminuir la mortalidad infantil de los menores de cinco años. Y mejora también la salud de la embarazada y del bebé recién nacido.
Los investigadores proponen que el programa continúe, porque es evidente que se avecinan tiempos que tal vez serán aún más difíciles. Lo serán, acá, porque las nuevas autoridades nacionales, provinciales y municipales… ¿acaso dijeron, antes o después de las urnas, que se ocuparían de la salud y la educación de la periferia?
A quienes proponen la quita de subsidios a las familias, para los hijos, les propongo leer este estudio, gratis en Internet: "The combined effect of social pensions and cash transfers on child mortality: evaluating the last two decades in Brazil". Lancet Regional Health (Americas), 3 de noviembre de 2023.
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