Un período de dos meses de crecida del río Iguazú en octubre/noviembre de 2022 desprendió camalotes aguas arriba y esa vegetación flotante viajó hasta la laguna Setúbal, "anidando" en una impresionante cantidad en los pilotes del ex puente ferroviario. Con la posterior bajante del río, enormes sectores del espejo lacustre quedaron colonizados por el camalotal. Esos embalsados generaron inconvenientes a quienes utilizan el agua como medio deportivo y de recreación.
Hace unas dos semanas, quienes practican canotaje o utilizan tablas de SUP salieron públicamente a quejarse por los inconvenientes tanto para navegar por ese sector de la laguna como para bajarse desde los kayaks a la Costanera Néstor Kirchner, ubicada detrás del Parque Tecnológico. Pidieron que se remueva el impresionante camalotal para que ese sector de la laguna quede liberado para los deportes acuáticos.
No obstante, en una reunión que hubo en Santa Fe para tratar temas vinculados al uso recreativo y náutico de los deportes acuáticos ante la bajante del río, Gustavo Villa Uría, subsecretario de Obras Hidráulicas en el Ministerio de Obras Públicas de la Nación, se refirió al reclamo de kayakistas, cuestionando su pedido al sostener que "es una visión unilateral de un solo sector".
El ingeniero en Recursos Hídricos opinó que "hay que convertirse en resilientes en este entorno" y explicó que "este escenario le molesta a unos pocos kayakistas, y somos otros cientos de miles que entendemos que ese entorno es natural y que esos camalotes ahí son parte de la realidad, donde hay muchas especies que viven allí".
Villa Uría también dijo que hay que "adaptarse a un sistema dinámico como es el Paraná" porque "el camalote que es típico de la crecida se está mezclando con la bajante, algo que no hemos tenido en los años anteriores" y, por lo cual, "nuestra laguna se ha modificado y está distinta al año pasado".
De esa reunión participaron organismos nacionales como Prefectura, el Instituto Nacional del Agua (INA), el Instituto Nacional de Limnología (Inali-Conicet-UNL), representantes de Obras Hidráulicas de Nación junto al Sindicato de Guardavidas (Sugara) Santa Fe y de una escuela de kayaks. En ese contexto, el funcionario advirtió también que "el Estado en todas sus capacidades no tiene porqué sacar de un lugar u otro lo que es natural" dado que "se estaría modificando sin una evaluación previa".
Por un lado, desde la Municipalidad de Santa Fe respondieron que "la incumbencia sobre el río es de Prefectura Naval". Y adujeron que "hemos pedido que revisen la factibilidad técnica de retirar esos camalotes porque el municipio no tiene la capacidad adecuada y no es su jurisdicción", como sí lo es el mantenimiento de las playas.
Prefectura Naval Santa Fe, por su parte, argumentó que no es su función quitar el camalotal. Aseguró que se trata de un "fenómeno natural" y que tampoco es un producto contaminante traído por un buque, sobre lo cual sí tendría que proceder como organismo que ejerce una tarea policial y de control sobre las aguas navegables, entre ellas, ríos y lagos.
En esa instancia estaba el debate, entre las definiciones de política ambiental, de incumbencias legales y de uso del recurso natural, cuando otra decisión tomada fuera del país volvería a cambiar las circunstancias. El pasado fin de semana, después de un año y medio, se abrieron las compuertas de la represa hidroeléctrica de Itaipú, liberando el mayor caudal de agua de los últimos tiempos. ¿El propósito? Controlar el nivel del embalse y mantener la seguridad de la presa, según informaron desde la entidad brasileña-paraguaya.
Los expertos estiman que esa entrada de agua aliviará la marcada bajante del Paraná. Es de suponer que también pueda arrastrar -aunque sea en parte- el gran camalotal de la laguna Setúbal. Habrá que estar atentos a lo que ocurra con este aporte de agua en las próximas semanas y si, como se espera, la naturaleza hará su parte.