Por María Gabriela Pauli (*)
Por María Gabriela Pauli (*)
En medio de este tiempo atravesado por sucesivas instancias electorales que a su vez motivan campañas políticas, nos ha parecido oportuno traer a cuento un suceso vinculado a las elecciones del año 1904. Es una manera de acercarnos a la historia santafesina, incluyendo en esta serie de artículos que conmemoran los 450 años de la ciudad capital, relatos de un pasado no tan lejano.
Para ponernos en contexto diremos que desde 1902 era gobernador de Santa Fe Rodolfo Freyre, quien había llegado a la magistratura de la mano de su tío y predecesor, don José Bernardo Iturrraspe. Sin embargo, para 1904 los parientes se habían distanciado –al menos políticamente– y entonces Freyre consiguió el apoyo de Nueva Época a su gestión, mientras que Unión Provincial era el periódico de la oposición, en el marco de una pugna facciosa al interior del Partido Popular.
En esos años, la prensa tenía algunas particularidades distintivas. Se trataba de periódicos creados con fines principalmente políticos; servían para apuntalar candidaturas y sostener gestiones de gobierno. Los dos que nos interesan son Nueva Época, que había sido fundado en 1886 para operar a favor de José Gálvez y era el bastión del galvismo en la provincia; y Unión Provincial, surgido en 1894 para imponer la candidatura de José Bernardo Iturraspe y que continuó siendo iturraspista hasta que dejó de editarse en 1905.
En el marco de las elecciones del año 1904, se entabló una verdadera escaramuza verbal entre los periódicos. Ambos tenían en sus editores a destacados escritores que aguzaron el ingenio para sostener sus posturas. Unión Provincial, denunciaba irregularidades por parte de la junta electoral a la hora de designar a quienes debían escrutar los votos y no escatimaba ocasión para desacreditar al gobernador y sus políticas. Nueva Época –por su parte- defendía el accionar del oficialismo.
El clima político-electoral se fue caldeando, y de alguna manera, la gota que rebalsó el vaso fue el triunfo electoral del oficialismo. La oposición había cuestionado la decisión del gobernador Freyre de propiciar la candidatura de su padre, don Benito Freyre, y cuando el caballero fue ungido senador nacional por Santa Fe, la afilada pluma de Domingo Silva, hizo gala de su mordacidad.
El editorial de Unión Provincial del jueves 9 de junio del año 1904, no tiene desperdicios, así que hemos de transcribir algunos de sus más salientes párrafos (respetándose redacción, acentuación y puntuación originales). Inicia diciendo:
"La Sociedad de Beneficencia celebró últimamente su fiesta anual con motivo de la adjudicación de los premios á la virtud: si en vez de celebrarla en el mes de mayo la hubiera aplazado para este mes, habría podido darse el espectáculo de un alto funcionario público concurriendo á recibir de las distinguidas damas el premio al amor filial. Aludimos al señor gobernador de Santa Fe, que logró el sábado último vencer toda resistencia que se oponía á su empeño de honrar al autor de sus días y se ve á estas horas elegido miembro del Senado de la nación".
Y como si esto no fuera suficiente, se explaya el director y editor de Unión Provincial, dándonos, con ácido humor, una descripción del amor filial del gobernador:
"Muchos son seguramente los que han honrado y honran á sus padres, sea dándoles el primer lugar en su corazón, sea asegurándoles una ancianidad tranquila y holgada. Pero todos han dispuesto y disponen de lo suyo: de sus efectos en caso, de dinero en el otro. El Dr. Freyre ensancha el campo en que se venía desenvolviendo el amor filial: hace que a su señor padre le consideren extraño el hombre más indicado en toda la provincia para representarla, después de transcurridos todos los años de su larga vida sin que nadie se hubiese percatado de que habían en él aptitudes de legislador; y que esos mismos extraños le favorezcan con un subsidio de mil pesos mensuales durante nueve años, esto es: ciento y ocho mil pesos nacionales, salidos no ya de su peculio, que esto sería vulgar puesto que lo hacen muchos, sino del peculio de todos los habitantes de la nación que pagan impuesto fiscal".
Poco puede agregarse a los dichos de Silva sin quitarles la fuerza expresiva de la que el periodista los dotó. Así que guardaremos prudente silencio. Ahora bien, Nueva Época respondió a la pulseada y propuso argumentos para absolver al gobernador Freyre de toda sospecha de nepotismo. El mismo día en que por la mañana se publicaba lo anterior, por la tarde, podían leer los santafesinos el segundo acto del drama que la prensa desarrollaba. Decía el periódico que por entonces dirigía Juan Arzeno:
"Las exclamaciones teatrales y huecas en que está prorrumpiendo la prensa de oposición porque el voto de la legislatura ha distinguido al señor Benito Freyre, eligiéndolo representante de esta provincia en el senado nacional, no tienen razón de ser ni hay motivo fundado que las justifique. Parten de una base tan falsa y deleznable que el menor soplo de reflexión y de lógica las disuelve y anula".
Después de descalificar a su oponente, pasaba a argumentar, usando un procedimiento socrático como recurso de estilo:
"¿Tiene la legislatura facultad para elegir senador?
Incuestionablemente.
¿Es digna la persona elegida?
No puede negarse.
¿Hay algún precepto institucional que se oponga á la elección?
Ninguno.
Siendo así, ¿en qué se basan tantas alharacas?
En que el electo es padre del gobernador de la provincia.
Soberbio pretexto!"
Y cerraba la cuestión, concluyendo que:
"Quiere decir que el señor Benito Freyre merece por todos los conceptos la distinción de que la legislatura le ha hecho objeto, pero como es padre del primer mandatario de la provincia, todos sus merecimientos se convierten en tachas, como si esa circunstancia le quitase al electo su condición de ciudadano argentino apto para todos los puestos representativos del país. Toda la prensa, la de Buenos Aires, la del Rosario, la de esta que censura la resolución de la legislatura, reconoce que el elegidos es persona dignísima (…)"
Mientras que Nueva Época argumentaba destacando la probidad, honorabilidad e idoneidad del electo senador -y minimizando su relación con el gobernador, como si esta condición fuera tan sólo una circunstancia fortuita-, Unión Provincial ponía énfasis en una cuestión ética, haciendo notar la ausencia de actividad política de don Benito, hombre ya maduro para entonces, y cómo sus primeros pasos en la política habían tenido un éxito tan rotundo.
Lo más interesante del asunto es que, cuando dos años antes, José Iturraspe propuso a su sobrino para sucederle como gobernador, los dos periódicos, alabaron la decisión y ninguno encontró objeciones vinculadas al parentesco de los caballeros. Claro que en ese entonces, ambos eran operadores políticos del Partido Popular y no había fractura en él.
(*) Contenidos producidos para El Litoral desde la Junta Provincial de Estudios Históricos y desde el Centro de Estudios Hispanoamericanos.