Por Cristián Giménez Corte (*)
Por Cristián Giménez Corte (*)
Durante marzo de 2018, algunos curiosos vecinos de nuestra ciudad de Santa Fe pueden haberse sentido un poquito sorprendidos de ver, pegados en las paredes de toda la ciudad, carteles de propaganda llamando a votar en las próximas elecciones parlamentarias (ver imagen 1). Sin embargo, las próximas elecciones van a ser a fines del año que viene, en el 2019; por lo que estos vecinos deben haberse preguntado para qué elecciones estos candidatos se estaban presentando.
En ese mismo período, una similar sorpresa tienen que haberse llevado los vecinos de San Francisco, California, al recibir en sus casas unos folletos de propaganda política invitándolos a votar por Isabella di Valbranca, candidata para la Cámara de Diputados para América del Norte y América Central. En Estados Unidos, también, las elecciones parlamentarias van a tener lugar recién en noviembre, y no en marzo, de 2018.
Del mismo modo, los vecinos de Melbourne, Australia, deben haberse preguntado -extrañados- quién es Francesco Giacobbe, y para qué Senado era candidato, ya que las próximas elecciones en Australia van a tener lugar a fin del 2018, pero no en marzo.
Y esto por no nombrar la perplejidad de los vecinos de Rabat, Marruecos, al presenciar la campaña política proponiendo a Adele Castellacio como candidata para las Cámara de Diputados por África, Asia, Oceanía y la Antártida.
Vecinos en Toronto, Canadá; Ankara, Turquía; Bangkok, Tailandia; Johannesburgo, Sudáfrica; San Pablo, Brasil; y en muchas otras ciudades de todo el mundo tienen que haberse quedado un poco confundidos al observar estas particulares campañas políticas, fuera de la agenda política nacional, y proponiendo sólo apellidos italianos como candidatos. ¿Qué es lo que está pasando?, nuestros queridos vecinos deben seguramente haberse preguntado.
Muchos países del mundo permiten a sus ciudadanos que residen en el exterior, la comunidad de “extranjeros” o “expatriados”, votar en las elecciones nacionales. Por ejemplo, un ciudadano argentino residente en la ciudad de Nueva York puede votar en las elecciones argentinas.
Sin embargo, muy pocos países permiten no solamente a sus ciudadanos que residen en el exterior votar por los candidatos nacionales, sino que también permiten a esos ciudadanos que residen en el exterior elegir a sus propios candidatos “extranjeros” para representarlos en los parlamentos nacionales, en las capitales de sus respectivos países.
Estos poquísimos países son Italia, Francia, Portugal y Croacia, en Europa; Algeria, Angola, Cabo Verde y Mozambique, en África; y Colombia, Ecuador y Panamá, en América. De todos estos países, el caso de Italia es quizá el más interesante, ya sea porque esta posibilidad estaba prevista por la Constitución italiana de 1947, reformada a comienzos del 2000; por la enorme comunidad de italianos expatriados, llegando a más de tres millones de italianos residiendo en el exterior; y, por supuesto, por la grandísima cantidad de argentinos que descendemos de italianos.
¿Cómo funciona todo esto? En general, las constituciones nacionales han establecido un Parlamento dividido en dos Cámaras. Una Cámara representa a la población (la de Diputados), y la otra representa a las provincias o Estados (la Cámara de Senadores). Los diputados son elegidos de acuerdo al número de personas que residen en un provincia, Estado o distrito electoral determinado; mientras que los senadores son elegidos en números iguales, por ejemplo, tres por provincia, Estado o distrito electoral determinado, sin importar el número de habitantes, como para llegar a un equilibrio entre la representación.
Distritos electorales extranjeros
La Constitución italiana ha llevado esta idea básica del constitucionalismo moderno a un nivel más alto, ya que está tratando de establecer el más sofisticado sistema político que se haya creado fuera de los límites del Estado-Nación.
De tal manera, esta constitución ha dividido el mundo entero en cuatro diferentes distritos electorales extranjeros, incluyendo América del Norte y Central; América del Sur; Europa, Rusia y Turquía, y Asia, África, Antártida y Oceanía. Estos distritos electorales extranjeros pueden elegir doce diputados y seis senadores para el Parlamento italiano en Roma.
Este sistema, como dijimos antes, no implica solamente que los ciudadanos italianos que residen en el exterior puedan participar de las elecciones italianas: es mucho más profundo. Teniendo en cuenta que cada “distrito electoral extranjero” puede elegir sus propios representantes para la Cámara de Diputados y para la Cámara de Senadores, en el Parlamento italiano en Roma -junto con los representantes de los distritos electores del Piamonte, Veneto, o Sicilia- se van a sentar los representantes de los distritos electorales de África, Asia o América del Sur.
La creación de un distrito electoral extranjero ha sido de alguna forma una necesidad para estos países de emigración, que cuentan con una gran diáspora diseminada a todo lo largo y ancho del mundo. Esta comunidad de expatriados enfrenta una serie de problemas y necesidades que son muy diferentes a los problemas o necesidades de los ciudadanos que viven en suelo patrio.
De esta manera, permitir a la comunidad de expatriados que tengan sus propios representantes les otorga una “voz” propia para plantear sus problemáticas particulares, y contribuye al fortalecimiento de los vínculos entre los ciudadanos que residen en el extranjeros y los ciudadanos locales. A diferencia de, por ejemplo, Estados Unidos, que es un país que contiene muchas naciones, incluyendo a europeos, africanos, asiáticos y latinos; Italia es un país multisituado, o una cosmo-nación, cuyos ciudadanos no sólo residen en dentro del territorio italiano, sino que en todo el mundo.
Como se puede ver, esta posibilidad tiene muchos lados positivos, pero también genera ciertos cuestionamientos. Esto es, hasta qué punto la comunidad de “expatriados” puede influir en una elección nacional. Esto ocurrió en el 2006, cuando el voto extranjero contribuyó decisivamente a determinar el ganador de las elecciones italianas. Más aun, cualquier ley que pueda sancionar el Parlamento italiano va a tener efectos sólo en Italia, pero no en los países donde residen los italianos expatriados. Sin embargo, paradójicamente, los votantes expatriados pueden decidir las políticas públicas que finalmente no les serán aplicables.
La otra dirección es también problemática, ya que los representantes de los italianos expatriados no tienen ningún poder en lugares de residencia de los expatriados en el extranjero. Y todavía más complejo, si un representante “extranjero” gana demasiado poder en el Parlamento nacional, esto generará tensiones y roces con los representantes locales, ya que ¿quién quiere ser gobernado por un “extranjero”?
Sin perjuicio de estos posibles cuestionamientos, esta idea imperial romana de un Parlamento que represente al mundo entero, un poco irónicamente está sin embargo mostrando el camino hacia la democracia transnacional. Los ciudadanos italianos que residen en el exterior están autorizados por la ley italiana para elegir sus propios representantes, representando el “distrito electoral extranjero” en el Parlamento italiano. De esta manera, el demos, o pueblo italiano, sin importar donde resida, puede participar de la kratia o gobierno italiana (aún cuando referir con palabras griegas a una idea latina puede sonar raro).
Actualmente, el mundo está regido por una serie de instituciones internacionales que no son democráticas, sino tecnocráticas. Ninguno de nosotros ha votado por el presidente del Fondo Monetario Internacional, ni por el director ejecutivo del Banco Mundial, ni por los miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Sin embargo, las decisiones tomadas por estas organizaciones internacionales son impuestas sobre todos nosotros.
¿Podremos encontrar el camino hacia el establecimiento de instituciones globales democráticas? Nuestros vecinos de Santa Fe, San Francisco, Melbourne, y Rabat, que han votado para elegir a sus representantes “extranjeros” en el Parlamento italiano el último marzo, nos están mostrado este camino.
(*) Abogado (UNL), Doctor en Derecho (UNR), Profesor de Derecho Internacional Privado (UNL). Entre 2004 y 2015 trabajó en la Oficina de Asuntos Jurídicos de las Naciones Unidas, en Viena y Nueva York.