Desde hace un tiempo, las parejas en la capital de la provincia de Santa Fe, en Argentina, caminan por el puente colgante “Marcial Candioti” sobre la laguna Setúbal, para dejar en sus barandas o antenas los “candados del amor”, como ocurre en otras ciudades del mundo.
Si bien en Santa Fe la costumbre es reciente, en ciudades como París el peso de los cerrojos generan problemas en las estructuras del Puente de las Artes, y esta práctica ya cuenta con detractores. El hábito se hizo popular a raíz del relato en la novela “Tengo ganas de ti” del italiano Federico Moccia y luego adaptada al cine, pero existen también otras leyendas de su inicio.
La mayoría de los candados de diferentes formas y tamaños, llevan el nombre, las iniciales de los enamorados o una frase y la fecha de compromiso o pacto de la unión y luego, la llave es arrojada al agua para de este modo simbolizar que no se separarán jamás.Por su parte, la arquitecta Anabella Cislaghi que suele correr sobre el puente colgante argumenta: “Los modos de apropiación que los habitantes hacen de sus ciudades son múltiples, diversos y en muchos casos, fuera de norma. Los espacios de referencia construyen no sólo identidades urbanas, sino también tramas entre los ciudadanos. Estos actos de pertenencia, organizan intercambios entre memorias individuales y colectivas. Son estos gestos urbanos los que colaboran en nuestra definición de ciudadanos, con lo positivo y negativo que esto implica.
Existe experiencia corporal en lo urbano. En el caso del Puente Colgante es intensa, representativa y abiertamente participativa. Desde su imagen simbólica hasta las posibilidades que brinda su estrecha circulación peatonal, requiere de cuidados: caminantes, deportistas, estudiantes, turistas y pescadores lo experimentan cotidianamente. Las diferentes modalidades de contacto que genera su recorrido nos llevan a repensar el lugar que “el otro” tiene en nuestra construcción; así como también que tan respetuosa, abierta y considerada puede ser lo otorgado. Los candados abren y cierran también estos modos de apropiación”.
El ingeniero civil Leandro Berros comenta que “Las cargas con las que se diseñan las veredas de los puentes con barandas de seguridad..., dependen del reglamento de cada país u organismo que lo regula, para nuestro caso se tiene en cuenta una carga distribuida de 400 kg/m2 en la vereda (de arriba hacia abajo) y una fuerza horizontal colocada en el pasamanos de la baranda de 150 kg por metro lineal para diseñar la baranda propiamente dicha y también una carga de 80 kg en el mismo lugar para tenerla en cuenta en el diseño el tablero del puente.
Suponiendo que un candado promedio pesa 300 gramos = 0,3 kg (presumiendo también, que una pareja enamorada intentará colocar un candado acorde, es decir, no tan pequeño, si mediano o grande), y que, de máxima se colgaran 200 candados por metro lineal de baranda, con lo cual se tendría una carga total por metro lineal de baranda de 200 candados por 0,3 kg/candado = 60 kg. Dicha fuerza es vertical hacia abajo por ser un valor proveniente del peso gravitatorio de los candados, y con un valor para nada despreciable, si se tienen en cuentas las fuerzas reglamentarias en la vereda del puente que se utilizan para el diseño de la baranda y del tablero del puente (150 kg para diseño de baranda y 80 kg para el tablero respectivamente). La carga de los candados, la cual actúa en forma permanente, no como la carga de los vehículos por ejemplo que son cargas variables en el tiempo, es decir, en un instante están y luego ya no. Dicha carga permanente, podría afectar estructuralmente la baranda con algunas deformaciones diferidas en el tiempo si dicha fuerza no fue prevista por el ingeniero calculista, tal como pasó con la baranda del Pont des Arts en París, Francia”.
En la ciudad de México, autoridades gubernamentales les dispone a las parejas un espacio público para recrear esa escena tan genuina, y puedan depositar la llave en un gran buzón. Las ceremonias aumentan en fechas como el 14 de febrero. Aunque también, a pedido, se han visto a cerrajeros quitando candados para romper las promesas de amor eterno.
En cambio, en la ciudad de Nueva York, sobre el puente de Brooklyn, las parejas están migrando a otras costumbres, en vez de cerrar solamente los candados, sujetan los cables de los auriculares, enlazan cintas de distintos colores o atan los cordones del calzado.
Una práctica que avanza, ¿se la considerará solamente como una acto de enamoramiento o será un llamado de alerta temprana para las gestiones públicas locales? En fin, mientras que algunos pensarán que es una ridiculez, otros se preocuparán por la contaminación, muchos seguirán cerrando candados teniendo como fiel testigo al histórico puente colgante de Santa Fe.
La mayoría de los candados de diferentes formas y tamaños, llevan el nombre, las iniciales de los enamorados o una frase y la fecha de compromiso o pacto de la unión y luego, la llave es arrojada al agua para de este modo simbolizar que no se separarán jamás.
Si bien en Santa Fe la costumbre es reciente, en ciudades como París el peso de los cerrojos generan problemas en las estructuras del Puente de las Artes, y esta práctica ya cuenta con detractores.