Luis Petri es el nuevo ministro de Defensa. Radical, joven, cercano a Patricia Bullrich y Alfredo Cornejo. Un perfil que, principalmente con sus apreciaciones en los debates de los candidatos a vicepresidente de la Nación, dista mucho del actual funcionario a cargo de esa cartera: Jorge Taiana. Ese contraste, anticipan sus allegados, se verá reflejado principalmente en la gestión que comenzará a desarrollar a partir del 10 de diciembre. A partir de ello, tendrá una serie de temas a resolver para demostrar lo que más aspira en su creciente carrera política: capacidad de gestión.
En épocas donde cuestiones territoriales en la Patagonia o acuerdos internacionales como los todavía vigentes en la Antártida cobran vigor, el apoyo que la nueva administración logre en el personal retirado, en actividad y de los veteranos será imprescindible para alcanzar cada problemática vigente y objetivo buscado. Incluso, nombrar a algunos militarse en puestos relevantes dentro del organigrama del ministerio de Defensa no solamente daría mayor calidad de gestión por el conocimiento que tienen en el tema, sino que también contribuiría al tan deseado “ajuste” en la política.
A continuación, un acotado racconto de cuestiones de base que están en la agenda del personal militar y que necesitan prontamente ser encarados por el nivel político para, una vez superados, aspirar a buscar mayor nivel de desarrollo de medios, tecnología y conocimiento.
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Sería un grosero error que el flamante gobierno comience su gestión en materia militar prometiendo misiles de largo alcance, la compra de cazas y de portaaviones de última generación. No solamente porque la economía y la promesa de ajuste hace que eso suene a una locura, sino porque las necesidades básicas de los miembros de las Fuerzas Armadas no son cubiertas y demandan respuestas concretas. Desde los salarios que aún esperan equiparación con las Fuerzas policiales; la falta de racionamiento; la reducción de horas de adiestramientos y ejercicios técnico-profesionales; el deterioro edilicio de los cuarteles; el desgaste de los uniformes militares; la falta de insumos para la atención médica y hasta llegar a todas las necesidades que vive un soldado en su día a día como militar, la gestión tendrá que tratar de dar la mayor cantidad posible de soluciones para poder, en segundo término, apostar a búsquedas de desarrollo más ambiciosas.
Mandos militares
La designación de los mandos militares y del ministerio de Defensa será el primer desafío. No se pueden retrasar los nombramientos. Se tratan, las Fuerzas Armadas, de un conjunto de organizaciones complejas, con objetivos sensibles a los intereses vitales de la Nación Argentina y que demanda tiempo para ajustarse a un nuevo esquema de objetivos políticos. Esto significa que demorar el cambio de las cúpulas militares y civiles retrasará el cumplimiento de los objetivos que el nuevo gobierno busca a través de las Fuerzas Armadas para el sostenimiento de la soberanía, la relación internacional con organismos que tienen aristas militares para el sostenimiento de la paz, el desarrollo científico y armado nacional, y el apoyo a la comunidad.
Para cumplir el término anterior, antes será indispensable una tarea de selección minuciosa para definir a las personas que ocuparán los cargos de relevancia principales: jefe del Estado Mayor Conjunto y jefes de las distintas Fuerzas Armadas. Al mantenerse los mandos en las mismas promociones durante 4 años, hubo poco interés en algunos casos (Por ejemplo: del Ejército, respecto a las mismas promociones de la Fuerza Aérea) en exigir los ascensos militares en tiempo y forma, por lo que la nueva administración intentará promover los acuerdos necesarios en el Senado para regularizar esa situación. Por otra parte, la relación personal entre las jefaturas actuales y el ámbito político de turno hizo que aquellos que tenían una mirada objetiva de la situación militar argentina sean corridos de la gestión o puestos en situación de retiro. Esto hace que la gestión de Javier Milei pueda elegir apostar a jefes de las FFAA que aún no sean Generales; Brigadieres o Almirantes o que lleven muy poco tiempo con esos grados, lo que implica – también – la necesidad de rodearlos de los más capacitados y aptos para afianzar el desarrollo de esa gestión, al tiempo que tengan el carácter suficiente para desarrollar ese rol. En este punto se hace indispensable mencionar que aquel que ocupe el rol de Jefe de Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas sea un General con la experiencia y actitud necesaria para asegurar los cambios que la nueva gestión exige para mejorar el instrumento militar y el bienestar de su personal.
Acuerdo parlamentario y presupuesto
Al mencionar la situación militar y la necesidad de trabajo parlamentario, resulta menester recordar la cuestión presupuestaria. No hay margen para ajuste en Defensa, donde la mayor parte de la partida asignada se evapora en salarios; guarda poco espacio para sostenimiento y prácticamente nada para inversión y desarrollo. Para ello, la comunicación que se lleve adelante sobre el cuadro de situación será importante para que los actores parlamentarios apoyen un presupuesto que realmente revalorice el accionar castrense, más allá de las siempre presentes negociaciones políticas entre el partido gobernantes, sus aliados y la oposición. Así como en el caso de los ascensos, la cuestión presupuestaria también requerirá un rol importante de los afiles oficialistas en el Congreso de la Nación, especialmente de la vicepresidente Victoria Villarruel.
Educación
En una mirada específica, se pueden mencionar dos elementos que merecen especial atención. Primeramente, la educación se politizó en niveles históricos. A través de la UNDEF y la designación de aliados kirchneristas en la Escuela Superior de Guerra Conjunta y en las específicas, se llevaron adelante planes educativos modificatorios que atentan contra el libre pensamiento y contra la esencia de esos establecimientos educativos como profesionalización de los mandos medios y la relación con el mundo civil a través de la oferta académica militar. Mientras eso ocurre, se utiliza a los centros de formación como semilleros de futuros cuadros militares que representen la ideología del gobierno de turno puertas adentro de los cuarteles. Para eso, el oficialismo saliente ya dispuso una serie de nombramientos (y otros que quedaron en el tintero) en otros institutos como el Colegio Militar de la Nación, que la nueva conducción dejaría sin efectos inmediatamente para preservar la formación técnica profesional de las nuevas generaciones, por encima de cualquier otra tendencia. En otra medida, la cuestión ideológica también afectó incluso a instituciones medias como los Liceos Militares que, mientras algunos aspiran a cerrarlos, sus comunidades educativas luchan por mantener la esencia y espíritu con que fueron creados.
Inteligencia
La inteligencia es otro punto a revisar, aunque parezca tabú. Otra vez, será muy importante la selección de los distintos directores de esta especialidad, ya que se ha desmantelado a la inteligencia militar y se mutó a la aplicación de tareas que rozan el incumplimiento del marco legal actual. Esto, nuevamente, fue para reforzar las actividades políticas, y pudo verse con los planes para nuevas plantas de escucha; simulación de ejercicios que comprometieron las relaciones internacionales del país y la conformación de “mesas militares” para trabajar mancomunadamente con el poder político de forma no convencional. El rol que Luis Petri y Patricia Bullrich quieran darle a la AFI y a las Fuerzas Armadas en cuestiones vinculadas a roles que hoy son exclusivos de las Fuerzas de Seguridad, también será materia de discusión para las determinaciones a tomar en este ámbito.
Ciberdefensa
Un espectro que todavía parece lejano para muchos que sueñan con Fuerzas Armadas más desarrolladas y que ni siquiera forma parte de la agenda de algunos que incluso tienen algún poder de decisión en la materia. La protección de la soberanía en el mundo virtual e informático es uno de los ítems que merece volver a ponerse sobre la mesa, como se intentó en la gestión de Macri con especialistas en la materia. Algunos hackeos muy básicos en los últimos tiempos dieron cuenta del estado de situación en el entorno. En el orden de problemas que tienen las FFAA, sin embargo, hablar hoy de ciberdefensa para otros tantos resulta casi tan lejano como hablar de una Fuerza Aeroespacial en Argentina.
Comunicación
La comunicación es un factor fundamental. Actualmente los 4 ámbitos militares son cuatro ejemplos distintos del manejo de la información: el Estado Mayor Conjunto utiliza sus redes para emitir continuamente la opinión personal de su comandante sobre hechos que incluso superan la cuestión militar; tras la llegada de una nueva gestión interna, el Ejército perdió el rumbo en el camino que seguía para aggiornarse a los nuevos códigos comunicacionales y tampoco logró transmitir efectivamente las ideas necesarias ante cada tragedia que debió afrontar en los últimos tiempos y la Fuerza Aérea aún no cuenta con los medios tecnológicos y las capacidades necesarias para producir y publicar presentaciones de buena calidad. El caso de la Armada es el único con resultados sobresalientes y la clave fue la contratación de un equipo de comunicación externo a la Fuerza (con sus propias herramientas, equipos y conocimientos) al que se le entregaron una serie de objetivos, una hoja de ruta y el pago pertinente por el cumplimiento de lo requerido, resultando en piezas audiovisuales y potenciación del engagement en redes sociales en niveles inéditos para ese espacio.
Ante la situación descrita, las autoridades apelarían a la unificación de modelos, criterios, formas y objetivos comunicacionales en el entorno militar. Para eso, una opción será apelar a expertos en la materia y dejar atrás el modelo arcaico de toma de decisiones por grado y no por capacidades o conocimientos reales en la materia. Si aún es pronto para aspirar a eso, al menos debería fomentarse el asesoramiento por parte del personal civil o técnico de los distintos departamentos de comunicación y que esas opiniones sean realmente consideradas.
Más allá de la estrategia de comunicación en general, la gestión entrante tendrá que presentar a la familia militar y a la sociedad en general el resultado de los últimos cuatro años de administración. Lo hecho con el presupuesto regular, con el FONDEF y con resultados de distintas medidas será imprescindible para presentar el cuadro de situación de las Fuerzas Armadas al 10 de diciembre. Qué terrenos se cedieron (incluso en gestiones previas a la actual), qué actitudes se tomaron ante los eventos judicializados o de coyuntura y qué intercambios políticos se dieron entre la conducción militar y la civil en los últimos años será importante para fundamentar las determinaciones que se tomen a partir del 2024 para mejorar la situación.
Finalmente, pero no menos importante, deberán crearse (o cumplir con) los mecanismos necesarios para que las preocupaciones y voces del personal subalterno sean escuchadas y consideradas para mejorar su calidad de vida. Esto elevará la moral de la tropa, generará un mejor clima de trabajo, devendrá en motivaciones para profesionalizarse aún más y se generarán mejores resultados en los objetivos buscados. En el mismo camino se recuperará la cadena de disciplina y el cuidado de los valores y perfiles buscados para la vocación militar en Democracia.
Reestructuración y Reservas
En medio de discusiones sobre el rol de las Fuerzas Armadas, el nivel político determinará a comienzo de gestión si realmente planteará un cambio en la doctrina y empleo del instrumento militar, ya que su implementación llevará a discusiones, debates, consultas y procedimientos que demandan un tiempo prolongado. En paralelo a ello, la situación del personal de reserva de las FFAA es un gris que aún no ha sido resuelto: desde las fuentes de generación; el empleo en tiempo de paz; su situación formal y marco legal; los recursos asignados y el rol esperado de cara al funcionamiento interno de las FFAA, pero también hacia la sociedad civil.
Historia y futuro
Institucionalizar la historia de las Fuerzas Armadas y sus integrantes, con los principales acontecimientos y acciones a reconocer, de forma tal que permanezcan inamovibles pese a los normales (y necesarios) cambios de signos políticos en el poder. Eso dará reconocimiento a quienes pertenecieron a las filas, pero también previsibilidad y una guía a quienes lo hacen desde ahora, para darles certidumbre sobre qué efectos tendrán sus acciones en el futuro.
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