Leandro González
Leandro González
Es usual que en momentos de crisis como los que atravesamos, la incertidumbre, el temor y la angustia se hagan presentes. Sin embargo, si algo sabemos hacer los santafesinos es trabajar codo a codo y superar los obstáculos y las dificultades para crecer y superarnos. Está en nuestra historia, la que nos legaron nuestros abuelos que llegaron desde tierras lejanas y que a fuerza de trabajo forjaron un futuro mejor para sus familias.
Con ellos entendimos que el trabajo en equipo hace la diferencia y que, si nos ponemos metas comunes, es sólo cuestión de tiempo para cosechar los resultados. No casualmente el deporte inculca esos mismos valores: objetivos comunes, trabajo en equipo, solidaridad y esfuerzo compartido son la fórmula que el deporte nos enseñó para poder cumplir nuestros sueños.
Si bien es innegable que en los últimos años ha crecido la tendencia de los deportes en la vía pública, como correr, caminar, andar en bici, y otros saludables hábitos que impactan positivamente –como lo señala Organización Mundial de la Salud- en la calidad de vida de los vecinos, los santafesinos nos caracterizamos históricamente por generar un fuerte vínculo identitario con los clubes de barrio.
La crítica situación que atraviesa desde hace ya un tiempo el Club Social y Deportivo "El Clásico" -que afortunadamente estaría en vías de solución- volvió a poner una vez más en la agenda pública el presente y el futuro de los clubes de barrio.
Muchos de nosotros crecimos en este tipo de instituciones que, además de ámbitos para la práctica deportiva, son un importante espacio de socialización y de formación, en donde los vecinos se conocen entre sí, los niños y jóvenes forjan lazos de amistad que perdurarán toda la vida e internalizan los valores del deporte, y las familias disfrutan de espacios de ocio y recreación en un clima de tranquilidad y seguridad. Una notable función de socialización que, por cierto, atraviesa generaciones: el club de barrio es el lugar donde corretean los más chicos detrás de una pelota, pero también donde los adultos mayores pasan sus tardes recordando viejas y hermosas anécdotas.
Por ello no tengo dudas de que si perdemos a los clubes de barrio, estaríamos resignándonos a perder un patrimonio cultural y social muy importante para nuestra ciudad, un pilar de nuestra identidad como santafesinos y un importante espacio de socialización y transmisión de valores positivos para nuestros jóvenes.
En estos tiempos de crisis es imprescindible que generemos nuevas herramientas para asistir a los clubes. Con ese objetivo, en 2018 el Concejo aprobó una ordenanza de mi autoría que contó con un amplio consenso de todos los espacios políticos, y que plasmó el principio de que donde hoy hay un club, tiene que haber un club en el futuro.
Así, con la implementación de esta norma ya vigente, podríamos no sólo garantizar que estas emblemáticas instituciones deportivas y sociales de nuestra ciudad puedan enfrentar las dificultades que la realidad les plantea, sino también evitar que la especulación inmobiliaria y el mero lucro los convierta en otro "Luna de Avellaneda", aquel club que terminaba extinguiéndose para dar paso a un hipermercado en la exitosa película homónima de Juan José Campanella de 2004.
A lo largo de nuestra historia como ciudad, los clubes nos formaron, nos contuvieron y fueron casi nuestra segunda casa. Hoy es tiempo de que todos cuidemos a los más de 80 clubes que están distribuidos por los barrios de nuestra querida Santa Fe.