El complejo delta del Orinoco con sus múltiples vías de agua y el golfo de Paria, en un mapa de 1897.
El complejo delta del Orinoco con sus múltiples vías de agua y el golfo de Paria, en un mapa de 1897.
Transcurridos más de cinco siglos de su muerte, la figura de Cristóbal Colón se vuelve cada día más enigmática. Después de haber obtenido el reconocimiento de la historia en un mundo erizado de monumentos que lo evocan en distintos continentes, en las últimas décadas, el navegante afronta severas borrascas de opinión sobre su persona. En algunos casos, la contra ola es producida por juicios ideológicos que lo condenan con criterios actuales -como la calificación de genocida-, sin el beneficio de análisis históricos contextuales. En otros, distintos estudiosos indagan a mayor profundidad en sus Memorias, intercambios epistolares, testimonios de época, documentos de los archivos españoles y vaticanos, en busca de una verdad más cercana a su verdadera naturaleza.
En estas breves líneas intentaré una aproximación a las creencias del marino, porque pueden echar alguna luz sobre sus propósitos, acciones y empeños. Diversos estudios de los últimos años vuelven sobre su discutido origen, que tanto reclaman españoles e italianos -en rigor, genoveses- aunque ahora con menos énfasis. Es que en los tiempos en que era glorificado, todos aspiraban a que hubiera nacido en sus respectivas tierras. En el centro de la principal ciudad ligur, se alza un muñón edilicio restaurado en el siglo XVIII, al que se señala como el sitio natal de Cristoforo, nacido del matrimonio formado por Domenico Colombo y Susana Fontanarrosa. Los hispanistas, a su turno, han acumulado pruebas en contrario para hacerlo suyo. Y en las últimas décadas, han acrecido las investigaciones de autores españoles y judíos que argumentan el origen hebreo del almirante.
Pero no sólo eso, las nuevas indagaciones también ponen en crisis la imagen romantizada de Isabel la Católica desprendiéndose de sus joyas para financiar el viaje náutico de Colón hacia el oeste. En este sentido, se sabe que dos judíos conversos, Luis de Santángel y Gabriel Sánchez, le dieron al marino un sustancial préstamo de 17.000 ducados, sin intereses, para ayudarlo a concretar el proyectado viaje, al que también contribuyó Isaac Abravanel o Arbabanel, importante rabino y empresario judío que prestó servicios a las coronas de Portugal, Castilla y Nápoles. También, a la Serenísima República de Venecia, en la que luego de la segregación de los judíos que rechazaban la conversión forzada por España, se afincará una importante colonia de la etnia expulsa.
Isaac fue en su tiempo un notorio personaje de la corte portuguesa, donde desempeñó el cargo de tesorero del rey Alfonso V, en tanto que su abuelo Abraham había cumplido la misma función en España, durante los reinados de Enrique II y Juan I de Castilla. En sus días, Isaac les prestó a los reyes católicos abultadas sumas de dinero para financiar la costosa guerra que concluyó con la caída de Granada y el final de Boabdil, último sultán del reino nazarí.
Por añadidura, era el padre de León Hebreo (o Judá Abravanel), filósofo, poeta y médico judeo-portugués, autor de la obra "Diálogos de amor", que influyó en importantes autores europeos, como Miguel de Cervantes, quien exaltó la traducción del italiano que, de aquella obra, realizara el Inca Garcilaso de la Vega, ya trasplantado a la España andaluza. Pero más allá de las vinculaciones de hombres notorios de distintos orígenes en el espacio europeo, lo relevante es que, hasta su expulsión de España por rechazar su conversión al catolicismo, esta poderosa familia de la nobleza hebrea bregó ante la corte a favor del viaje trasatlántico de Colón. También está comprobado, que después de su primera navegación hacia occidente, de regreso en España, las primeras cartas escritas por el marino fueron dirigidas a Santángel y Sánchez, a quienes agradeció su apoyo con precedencia a las que envió a los reyes católicos.
Investigadores de la fundación judía Samson Trust, afirman que el aporte económico de la comunidad judía residente en España hasta su expulsión fue determinante en el financiamiento de la expedición marítima de Colón, y que, para concretarla, el almirante, caracterizado como católico convencido, recibió el apoyo de influyentes judíos cristianizados.
Antes, en la etapa preparatoria, Colón había accedido en la afamada universidad portuguesa de Coimbra, a los más avanzados conocimientos de cartografía, matemática y astronomía. Asimismo, se había imbuido de las teorías del matemático y cosmógrafo florentino Paolo Toscanelli, ligado a integrantes de esa casa de estudios, quien había teorizado sobre la esfericidad de la Tierra y calculado las distancias a las islas de la especiería, Cipango (Japón) y Catay (China) en una navegación desde Europa hacia el poniente, proyecciones plasmadas en una cartografía desaparecida, a la que, sin embargo, Colón tuvo acceso.
De modo que el marino, atrapado en las entretelas políticas y religiosas de un tiempo violento, habría maniobrado entre aquellas fuerzas, escondiendo incluso su origen, para lograr su objetivo. Lo que parece quedar fuera de discusión es su condición religiosa, fuera, como quieren algunos investigadores, un judío oculto; u otros, un ferviente católico. La contraposición de credos la acentúa, en todo caso, de un lado y del otro. Y él la confirma en sus Memorias, cuando cree descubrir en la desembocadura del río Orinoco el camino de agua hacia el Paraíso Terrenal, un momento en sus viajes que le produce genuina emoción.
Escribe al respecto (se conserva la grafía): "Grandes indicios son estos del Paraíso Terrenal, porque el sitio es conforme a la opinión de estos santos e sanos teólogos (referencia a autores clásicos) y asimismo las señales son muy conformes, que yo jamás leí ni oí que tanta cantidad de agua dulce fuese así adentro e vecina con la salada; y en ello asimismo la suavísima temperancia. Y si de allí, del Paraíso no sale, parece aun mayor maravilla, porque no creo que se sepa en el mundo de río tan grande y tan fondo" (cita extraída de la "Relación del Tercer Viaje").
Quienes sostienen que Colón era un criptojudío, son proclives a creer en la hipótesis de que el motivo profundo de sus viajes, más que hallar una ruta nueva y más corta a las islas de la especiería, era encontrar un refugio seguro para los judíos que eran expulsados de España. Otros van todavía más allá, y afirman que el almirante buscaba encontrar en Asia el oro que le permitiera financiar una campaña para recuperar Jerusalén y reconstruir el segundo templo, destruido en tiempos del emperador Tito, para así esperar la llegada del Mesías.
Entre tanto, lo único comprobable es su condición religiosa, cualquiera fuere su sesgo, y su intuición respecto de la existencia terrenal del Paraíso en la sección norte (Venezuela) de lo que más adelante se denominará América del Sur. Lo demás, pese al empeño de los actuales investigadores, permanece en un mar de dudas.