Tal vez una de las características que distingue al pensador argentino es su afán por contar su verdad (su versión) sobre los hechos que vivió o aquellos que, más allá de la contemporaneidad, le interesan.
Tal vez una de las características que distingue al pensador argentino es su afán por contar su verdad (su versión) sobre los hechos que vivió o aquellos que, más allá de la contemporaneidad, le interesan.
Está claro que hay un curso de los acontecimientos, de la historia y que, por tanto, en esa continuidad buena parte de lo que sucede tiene antecedentes y será, a la vez, parte integrante de lo que vendrá.
Un acontecimiento que ilustra sobre esto, la historia por varias partes y la versión de cada quien, es la Batalla de Punta Quebracho versus la batalla de La Vuelta de Obligado. Esta última tiene canciones y una épica y fue una batalla perdida, la de Punta Quebracho fue exitosa y devolvieron lo saqueado pero, ay, Mignogna tenía razón: la historia la escribieron los que ganaron, los que ganaron fueron los de Buenos Aires y su centralidad. Calidad de relato, volvieron epopeya una derrota y callaron un triunfo de "provincias". Entender no es aceptar, es simplemente mantener los ojos abiertos.
Donde el asunto se convierte en cuestionable, en parte de un escorzo que quita naturalidad al obvio devenir, es cuando se toma la propia certeza como un dogma y, además, se la trata como tal, esto es: la propia mirada como un dogma que es, por construcción, irrefutable.
La historia, las historias, se transforman en relatos, en memorias personales que, como corresponde, son aquello que se elige recordar (memoria es "recuerdos elegidos en el inmenso desván donde descansan nuestros ayeres". Don Ata)
Una memoria es un relato y está bien que así sea. Una memoria no es una historia, es apenas privada, íntima, no es sino una historia personal que exige imponerse, esa imposición, cuando tiende a lo colectivo tiende a la equivocación y cuidado: desvía los ejes. El eje, lo central, aquello que es imprescindible sostener.
Mataron 6 millones de judíos o un poco menos. Los mataron. Es el eje. Fue un genocidio a los armenios… sí.
Fueron cien mil personas las que murieron en aquello o un millón. El número es una muralla contra el olvido. Mientras se discuta el número el acontecimiento no pasará al anaquel mas lejano. Deberían tener esto muy presente los enfermos de superchería.
Hay, sin embargo, cuestiones que han ido lentamente al sitio sin memoria del ayer cerrado y oscuro. Don Ata habla de un cantor anarquista, Don Luis Acosta García, y dice una bella frase, eso, una frase. "Lo fue topando al olvido…y el olvido lo tapó".
Sería un buen ejercicio preguntar, repreguntar qué queda de los muchachos del 1880 y el partido fundado sobre 1890. Qué queda de aquello. De Moisés Lebensohn y la convención de Avellaneda, tan distinta de la Convención de Gualeguaychú. Pero de aquello…¿Qué queda? Podría, quien desee aplazar a la memoria colectiva del radicalismo, requerir data sobre Illia, Balbín y el abrazo y Alfonsín.
De este lado de la corredera es necesario revisar, no reversionar, el Golpe de Estado del 4 de junio de 1943, la plaza del 1945 y febrero del 1946. También la constitución 1948/49 y, de hecho, una proscripción de 18 años por decretos que nadie resolvió con facilidad.
Aquellos liberales del Partido Demócrata en el principio del siglo XX. Del Partido conservador. Todos los movimientos autonomistas de las provincias.
Una lectura sobre las bases del liberalismo pondría muchas cuestiones en otro sitio, acaso aparecería la mas importante: las libertades individuales y el sujeto colectivo. Qué se pensaba y que se piensa. Hay teoría y práctica de liberalismo.
Está claro que el fin de una Era (Hiroshima y Nagasaki, 1945) reposiciona el pensamiento colectivo y que la Unión de Naciones define un mundo (ya había al menos dos mas, URSS y China).
Vivir sin anteojeras es reconocer la lejanía. No dejar fuera el pensamiento colectivo que ofrece miradas tan complementarias como necesarias. Negar a Sartre y burlarse de Fukuyama. Desdeñar "las sociedades liquidas", las que se acostumbran a cualquier recipiente, no es quitar a Sygmunt Bauman del medio, es negarse a la propia respiración colectiva.
Argentina, sus grandes centros urbanos, no pueden terminar allí. Deben agregar al Che Guevara y a Fidel. La caída del Muro es de todos, idolatrar una casa donde vivió varios días un bebé es parte de nuestra metodología del disparate ideológico.
Nos divide del mundo, con claridad, un exceso. Todo, absolutamente todo, se ha ido tiñendo de otra cuestión, de otra mirada, de una cuestión que define Argentina: la corrupción, la coima.
El Aeropuerto Ministro Pistarini (Ezeiza) fue pensado sobre un bañado, un bajío, una zona inundable y, por la humedad y el entorno, espesa de neblinas. Ezeiza no fue construida en el mejor lugar sino donde la coima lo decidió.
Los contratos de La California Argentina. Todo lo que se formuló durante los golpes militares. El enojo con Illia por la Ley de Medicamentos (aquí nunca "los genéricos").
Desde "los pollos de Mazorín" al "negociado con El Trigo Candeal", vamos: el PRODE y el PAMI, los dos inventos de Manrique. Las Obras Sociales Gremiales y sus hospitales. El voto traicionado o peor, el voto entregado a quien jamás dijo que haría lo que verdaderamente hizo y la cuestión central, el hiper presidencialismo (ojo, que sigue y ha empeorado). Nosotros entregamos el voto.
Cuando Argentina se redefine (Reforma de la Constitución en 1994) aparecen todos los actores que terminan por destrozar un andamiaje (salvo algunas muertes, los actores de aquella Reforma aún actúan o, acaso, aún molestan o peor: aun inciden).
Che: hicieron una Reforma y no cerraron "el tema". El tema es Fondos Coparticipables. Sigue abierta la discusión de Nación/Provincias/Dependencia.
Argentina se sostiene con/por los viejos esquemas de construcción de una sociedad finisecular, no hay un plano nuevo de un edificio que prevenga el mañana, ni se han reforzado las columnas del que existía.
No es sólo la Obra Pública, que hoy se puede cerrar por decreto porque era/es/fue siempre mas coima que cemento.
No es la Burocracia a la que todos maldecimos, aún cuando sostiene la República.
Es el "quedantismo", es haberse quedado en la discusión si los Montoneros y Santucho fueron o no fueron asesinos, y si a Videla había o no había que hacerle un reportaje por su carácter: asesino condenado.
Detrás de esta senda serpenteante no se vislumbra ningún poste que señale dirección o destino. Esa incertidumbre es, en si misma, un fenómeno cultural. Es un hecho de comportamiento social el vaivén y el fin de las ideas políticas de los frentes (reparemos en el punto central: frentes, ya no hay partidos).
Hay muchos observadores, desde fuera del país, como desde la torrecita de cristal, que niegan que se trata de un fenómeno cultural. Repito la mas vieja definición a la que adhiero. Todo lo que no es obra de Dios es de los hombres: eso es Cultura.
Convivir en Rosario con las bandas atomizadas del narcotráfico (de vendedores del narcomenudeo) abastecido por los mayoristas, que cobran el peaje por la droga que marcha hacia otros sitios, es un hecho cultural. Economía, si. Cultura también, qué embromar. Convivencia.
La presencia de un presidente que subió hasta el sillón mas alto sin biografía expurgada, sin placard rigurosamente vigilado, sin examen de conciencia ante la opinión pública no habla tanto de él, que puede ser un loco lindo, un loco peligroso, alguien que se hace el loco o, acaso sea un impecable personaje fiel a si mismo y por tanto asimilable al perfil que brindan las redes y los 240 caracteres. Cultura de redes.
Milei es el emergente de un patrón cultural que estalló. Los que nacieron después de Malvinas/1982 son la mayoría.
Para los del Mundial 1978 y 1986 el mundo fue demasiado rápido y llegó el Tercer Mundial.
Este presidente con su novia (que va a visitarlo a Olivos los lunes, cuando no tiene función en un espectáculo de imitación de personajes, para lo que es buena, una de las mejores) es filmado saltando (un "pogo", un mini "pogo"… y no me pregunte qué es "pogo") mientras alguien en el escenario… imita a Sandro (Roberto Sánchez).
Negar que ha sucedido algo con la cultura, con las manifestaciones de los hombres, que estos acontecimientos no se corresponden a los hechos de Dios (eso si Usted cree) y la programación de la Naturaleza agredida, es negar que la cultura es un canto rodado.
Nada es inmutable, parecería decirnos la realidad. El Papa ha dicho: "Sin complicidades del poder político, policial, judicial, económico y financiero no sería posible llegar a la situación en la que se encuentra Rosario" (Texto tapa papel diario La Capital de Rosario, día 27 de marzo) El viejo cura militante de Guardia de Hierro refiere a las circunstancias (y los hombres, no olvidar a Ortega) de Rosario.
Podemos extrapolar. Sin la situación que existía en Argentina no sería posible concebir un presidente como Milei.
Discutir entre los certificados de defunción y los muertos imaginarios para eso, para un imaginario colectivo, da la medida de los pasos perdidos. "No hay revoluciones tempranas", cantaba Zitarrosa. No hay revoluciones en Argentina, pese al entusiasmo de los manifestantes del peor día, el día de la muerte de la democracia, el 24 de marzo del 1976.
Permitámonos copiar frases de otros: discutir el presente con la mirada en el pasado nos hace cerrar los ojos al porvenir. Discutiendo el pasado llegó Milei. Que apabulló con sus votos. Por algo será.