Nos escribe Carmela (27 años, Mar del Plata): "Hola Luciano, te quiero preguntar sobre otra cosa que no sea parejas. ¿Puede ser? El tema es que tengo una nena muy chiquita y pasa que tiene miedo de quedarse sola en su cama. Tengo miedo de haberle generado dependencia al dormir conmigo durante los primeros años, ahora tiene cinco y me da cosa de que no se quiere quedar a dormir ni en lo de mi hermana, que vive al lado de mi casa. Te agradezco la oportunidad de escribirte y ¡te felicito por el nacimiento de tu hijo! Me da confianza escribir a un profesional que también es padre".
Querida Carmela, muchas gracias por tu mensaje. Primero que nada: ¡por supuesto que podés preguntarme por otra cosa que no sea parejas! Es interesante lo que planteás, porque es cierto que en el último tiempo las cuestiones de pareja fueron las principales, pero no es que esta columna esté restringida a ese tópico. El punto es que –te (y les) cuento– la pareja es el tema sobre el que más se consulta, pero por eso está muy bien que llegue una consulta como la tuya para que podamos cambiar de rumbo.
Por otro lado, bienvenido el tema que traés, porque es uno de los más frecuentes en la consulta temprana. Pienso que hay muchas cosas que no podré decirte, para tu caso puntual, dado de que me faltarían muchísimos detalles de tu historia. Entre otras cuestiones, me llama la atención tu edad –dado que hoy no es tan común que gente joven tenga hijos; pero este otro cantar y la observación es solo para ejemplificar que, si conociera más de tu vida y del deseo que trabajo al mundo a tu hija, podría decirte más.
Ahora sí vamos a tus palabras. Para comenzar, llamo la atención sobre la expresión con que presentaste el problema: "Tiene miedo de quedarse sola en su cama". Preguntaría: ¿por qué quedarse sola? Sí, ya sé, porque no estarías vos, pero fíjate cómo lo escribiste; porque en tus palabras se desliza la idea de que la estás dejando sola. Mejor dicho: si de antemano que ella duerma en su cama es algo interpretado como un abandono, entonces no solo a ella le va a costar, sino que le va a costar porque a vos te cuesta.
Pienso que esto último se relaciona con lo que decís a continuación, me refiero al temor que sentís de haberle generado una suerte de dependencia. En tus palabras creo que se percibe el efecto de una transposición, como si tu miedo se hubiera transformado en el miedo de la niña. Esto es bien interesante. Los padres tenemos la costumbre de funcionar un poco como sedes de la angustia de nuestros hijos. El riesgo es que, sin darnos cuenta, al angustiarnos (de eso se trata tu temor) con la angustia de ellos, les creamos una inseguridad, porque no les damos la fuerza suficiente como para que puedan valerse por sí mismos. Creo que esto es lo que está en el reverso de lo que llamás "miedo de haberle generado dependencia", que no es tal –te diría que te quedes tranquila en este punto– sino todo lo contrario: estaría bueno pensar cómo apuntalar su crecimiento, porque quizás ella ya está en condiciones de dormir por su cuenta y en su cama.
En este punto, como te dije antes, hay diversas cosas que precisaría preguntarte para dar una respuesta más precisa. Por ejemplo, ¿por qué durmió con vos los primeros años? Seguro me darías una explicación consciente, pero mi atención no estaría puesta en un argumento, sino en tratar de establecer si dormían juntas por un proceso ansioso tuyo. Pienso esto a partir de lo que decís que te "da cosa". Las expresiones ambiguas o indeterminadas suelen ser muy importantes en la escucha psicoanalítica; por una cuestión de método, no puedo menos que suponer que ahí se trata de algo más que el significado de las palabras, es decir, a través de la vaguedad se busca ocultar una inquietud personal.
¿Quizás ese "me da cosa" tiene la función de encubrir cierta culpa? Si lo fuera, no hay de qué preocuparse. Todo esto tiene solución y, como dije al principio, es un tema frecuente de consulta. Por ejemplo, pienso en lo siguiente: ¿será que ella no se siente segura para irse a dormir o que teme dejarte sola a vos? Lo que me interesa de estas preguntas no es tener razón sino abrir una conversación; no busco la verdad, sino introducir un punto de vista que permita tomar decisiones y salir de la impotencia y la inhibición.
Para ir concluyendo, muchas gracias por tu saludo y las felicitaciones por el nacimiento de mi hijo. Valoro mucho que personas que no conozco personalmente me tiren buena onda en este momento. Y con respecto a lo que planteás de tener hijos, yo nunca creí que para dedicarse a ciertos temas sea preciso haber pasado por una experiencia semejante, si no, para atender a un adulto mayor habría que ser viejo, lo que me parece un disparate.
Sin embargo, hay un punto en el que creo entender a dónde vas. O al menos, lo interpreto de este modo: por lo general, de un tiempo a esta parte vemos proliferar miles y miles de discursos sobre la infancia, escritos por personas que no viven a diario con niños y que más bien parecieran identificarse con ellos, en lugar de ocupar el lugar de adultos. Esta clase de discursos, que se atribuyen poder decir mejor que los niños lo que estos necesitan, suelen terminar en moralinas que para nada ayudan a los padres reales que tienen que ocuparse de la difícil tarea de educar.
Para terminar, te doy tres consejos, que no espero que sigas literalmente, sino que sean la oportunidad de reflexionar sobre el vínculo con tu niña: si duermen juntas, evitar lo más posible el contacto físico; si algo de lo que hablamos en esta columna te resuena, quizá pueda ser una buena ocasión de iniciar una consulta profesional; por último, como ya desarrollé en mi libro "Más crianza, menos terapia", recordemos que no hay padres perfectos, que buscar ser ideales es una manera de no tolerar nuestros tropiezos, que son el verdadero aprendizaje.
(...) Los padres tenemos la costumbre de funcionar un poco como sedes de la angustia de nuestros hijos. El riesgo es que, sin darnos cuenta, al angustiarnos (de eso se trata tu temor) con la angustia de ellos, les creamos una inseguridad, porque no les damos la fuerza suficiente como para que puedan valerse por sí mismos. Creo que esto es lo que está en el reverso de lo que llamás "miedo de haberle generado dependencia", que no es tal –te diría que te quedes tranquila en este punto– sino todo lo contrario: estaría bueno pensar cómo apuntalar su crecimiento, porque quizás ella ya está en condiciones de dormir por su cuenta y en su cama.
(...) De un tiempo a esta parte vemos proliferar miles y miles de discursos sobre la infancia, escritos por personas que no viven a diario con niños y que más bien parecieran identificarse con ellos, en lugar de ocupar el lugar de adultos. Esta clase de discursos, que se atribuyen poder decir mejor que los niños lo que estos necesitan, suelen terminar en moralinas que para nada ayudan a los padres reales que tienen que ocuparse de la difícil tarea de educar.
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