La primera ordenanza que aprobó el Concejo local, una vez que retomó las sesiones mixtas en formato presencial-virtual, fue la declaración de la emergencia sanitaria en la ciudad. La urgencia apremiaba por lo que estaba llegando y llegó, finalmente: la escalada de casos de coronavirus. Otras normas relacionadas con cómo pilotear el Covid-19 en la ciudad se sancionaron de forma unánime. La pandemia no generó grietas: deberá afirmarse entonces que el Concejo estuvo a la altura de las excepcionales circunstancias.
El Legislativo le aprobó todos los mensajes al intendente Emilio Jatón, desde el primero hasta los últimos, entre ellos los más importantes: el Presupuesto 2021 y la Ordenanza Tributaria Anual (aquí hubo algunas manos alzadas pidiendo abstenciones y haciendo constar votos en contra), dos herramientas clave para la administración financiera municipal.
Ante esto, algún trasnochado podría pensar que el Concejo se volvió este año "una escribanía del Ejecutivo", como solía fustigar, casi en modo de muletilla, un veterano concejal del PJ años atrás. Más aún teniendo en cuenta la cercana relación entre el presidente del Cuerpo y el titular del Ejecutivo, Emilio Jatón, y que el interbloque oficialista tiene primera mayoría. Sería poco válida esa conjetura, y para confirmarla o no habrá que esperar unos años más de gestiones legislativas (se insiste en que el 2020 que se va fue excepcionalmente atípico). También habrá que esperar la próxima conformación, tras la renovación de ocho bancas el año próximo.
Lo dicho antes: ni la pandemia -ni otros dos temas muy recurrentes en la agenda legislativa 2020, como la movilidad urbana y la lucha contra la violencia de género- dividieron las aguas políticas. Sí lo hicieron los temas nacionales: se debatió mucho sobre, por ejemplo, la toma de tierras en el predio de la familia Etchevehere y la figura de Juan Grabois, o la gestión del Presidente Alberto Fernández, entre muchos otros tópicos. Los unos, con cierta porfía nostálgica macrista ("el dolor de ya no ser"), apostaron a cuestionar las administraciones nacional y provincial, ambas peronistas; los otros, con el envalentonamiento de estar en el poder, las defendieron a capa y espada.
Hubo así dos grietas: la primera entre el bloque UC-PJ y el del UCR-Pro-Juntos por el Cambio, marcada por críticas versus ponderaciones a la actual gestión nacional; y la segunda, quizás más interesante: los aliados de la anterior administración municipal versus el bloque oficialista, que se abroqueló en una férrea defensa a la figura de Jatón. Fue el cruce entre la "herencia recibida" que "se carga sobre las espaldas" contra "todo lo bueno" que se hizo en los ocho años del ex intendente José Corral. Aquí sí hubo chicanas políticas ríspidas.
Pero el interrogante que surge es, ¿por qué el Concejo debatió más de temas de la política nacional? "Porque primero y antes que nada, somos sujetos políticos", dijo una vez en el recinto un edil kirchnerista. Dése vuelta la pregunta: ¿Por qué no se debatió más sobre los problemas propios de la ciudad que afectan de lleno al santafesino de a pie, como la falta de servicios básicos en amplios sectores del ejido urbano, los pliegos para licitar el servicio de transporte por colectivo, el desempleo, etcétera? Sólo hubo un debate -muy rico, huelga admitir- tras la renegociación de los contratos con las empresas prestatarias del servicio de recolección de residuos.
Es posible que a la actual composición legislativa le falte maduración política (algo que siempre demanda tiempo, vale decir). Pero lo cierto es que el Concejo santafesino pudo trabajar y legislar en un momento de época cruzado por una pandemia que quedará en los libros de historia para las generaciones venideras. Y eso es meritorio.