I
I
El título justo e ideal para esta nota sería: el poder fue condenado. Para ser más preciso, una de las exponentes más sólida, más consistente, más protegida por el poder fue condenada a seis años de prisión por un tribunal integrado por jueces de carrera, con larga y honorable trayectoria judicial y, como para darle un toque de ironía a los acontecimientos, designados en tiempos de Cristina por un Consejo de la Magistratura con mayoría kirchnerista. Podrían haber sido doce años; o nueve. Fueron seis. Pero en todos los casos, lo que importa es la decisión de condenar. Y de condenar -y nunca se va a insistir demasiado- a alguien que ejerce la vicepresidencia de la nación, aunque todos sabemos que en realidad es la presidente real. El martes 6 de diciembre no fue declarado culpable un marginal, sino la política que, a juzgar por las opiniones de sus leales y adversarios, es la política más importante del país. El principio de igualdad ante la ley esta vez se ha cumplido: los poderosos también pagan. Por lo menos a veces lo hacen. No se trata de estar alegres sino políticamente satisfechos. Se hizo justicia, y se hizo justicia contra quien hizo lo imposible y lo imposible, recurrió a todas las tretas, intrigas y conspiraciones posibles para asegurar su impunidad. Insisto: hubo justicia, no venganza. Cristina corrió la suerte de los ladrones cuando los descubren. Si suponía que por portación de apellido iba a zafar, ahora la realidad le demuestra que estaba equivocada. Error de cálculo que le dicen. Algo parecido le pasó a Fujimori, a Sarkozy, a Craxi.
II
Lo sucedido el martes a las seis de la tarde es un primer paso hacia un país normal con una justicia decidida a juzgar a los poderosos cuando los poderosos delinquen y se comportan como una banda. A los argentinos este soplo de justicia nos hacía falta. A pesar de nuestras desdichas cotidianas, es posible creer. Si la justicia es posible hay razones para creer que Ezeiza no es el destino fatal de nuestros hijos. La muralla de la impunidad ha sido horadada. Falta mucho por hacer, pero el primer paso fue dado. A muchos les parece injusto que la persona considerada como la operadora más corrupta del país sea condenada a seis breves años. Millones de dólares robados y la misma condena que la de un ladrón de autos viejos. A los que así piensan, a los que con toda la razón del mundo suponen que no es justo una condena tan benigna, les recuerdo que la lucha contra el poder nunca fue sencilla. Haber logrado que los jueces se pronuncien por una condena es un cambio cualitativo en la política argentina. Esto no termina, esto recién empieza. Los jueces le han puesto el cascabel al gato y se han animado a decir que la reina está desnuda.
III
Los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola apelarán, porque consideran que hay lugar para la asociación ilícita. Y a nadie se le escapa que las causas de "los cuadernos" y Hotesur-Los Sauces esperan su turno. La condena a Cristina y sus cómplices no fue una decisión súbita. Las denuncias están formuladas desde hace casi quince años. El peronismo movilizó todas sus influencias para que los expedientes duerman el sueño de los justos. Pudieron demorar, pero no pudieron impedir que finalmente se hiciera justicia. Ahora lo saben los poderosos: podrán valerse de sus investiduras para someter, dominar, humillar y robar, pero a partir de esta semana también saben que pueden ir presos. A muchos nos asedia el interrogante de por qué dos de los jueces consideraron que no había lugar para la asociación ilícita. No desconozco los matices de los procedimientos legales y la ley, pero en nombre de una lógica ciudadana pregunto: ¿cómo es posible defraudar al estado o a la administración pública sin contar para ello con la acción eficaz de una banda? No lo sé. Si las palabras poseen un significado, "asociación ilícita" significa asociarse para delinquir. Para asaltar un banco es necesario una banda y una banda que prolongue su accionar durante un tiempo determinado ¿Qué otra cosa han hecho Néstor, Cristina, Lázaro Báez, Julio De Vido, José López, Ricardo Jaime? ¿No es acaso la banda perfecta? ¿Puede haber alguna duda al respecto? Presento mis disidencias, pero los jueces decidirán porque es lo que corresponde en un estado de derecho donde los que absuelven o condenan son los jueces.
IV
Conclusión: no sabemos si la historia absolvió a Cristina, pero sabemos que los tribunales la condenaron. Ella ahora lo sabe. Y no se resigna a creerlo. ¿Cómo pudo ser posible? ¿Cómo nos pueden hacer en Comodoro Py lo que nunca se animaron a hacer en Santa Cruz? ¿Cómo nos pueden condenar si somos los titulares del poder, si controlamos el Congreso, el Consejo de la Magistratura y disponemos de la adhesión de una platea que no será mayoritaria pero es ruidosa? ¿Cómo nos pueden condenar si somos nacionales y populares y luchamos por causas nobles y justas? ¿Cómo nos pueden condenar, jueces a los que les hemos hecho tantos favores y a los que hemos intimidado con todos los recursos que nos brinda el poder? ¿Cómo nos pudo pasar esto? "Estado paralelo", es una de las respuestas de Cristina. Y algo de razón tiene. Por lo menos, desde su lógica algo de razón le asiste. Cristina llama "estado paralelo" a un Poder Judicial que se esfuerza en ser independiente. ¿Dónde está Oyarbide? ¿Dónde está Zaffaroni? ¿Dónde está Canicoba Corral? ¿Dónde está Taiano? ¿Dónde están los jueces que nos lustraban los zapatos y nos besaban la mano? Lo que Cristina no soporta es lo mismo que no soportaba su marido ni en Río Gallegos ni en Buenos Aires: una justicia independiente, jueces que investiguen, juzguen y condenen respetando todas las garantías. Porque esto también hay que decirlo. Cristina dispuso de todas las garantías que reconoce el estado de derecho. Seis jueces y tres fiscales pasaron por su causa. Dispusieron de todas las oportunidades para probar su inocencia. No lo lograron. Y no lo lograron porque las pruebas en su contra son demoledoras.
V
¿Y qué hará el peronismo a todo esto? Si mal no lo conozco, bancar. Bancar a Cristina se entiende. Lo harán con menos o más entusiasmo, pero lo harán. Puede que haya algún rezongo perdido, puede que alguno hable en voz más baja o en otro horario, pero sospecho que el peronismo va a estar más cómodo criticando a los jueces del lawfare, al Poder Judicial independiente, a Mauricio Macri, a Lionel Scaloni y a la sinarquía internacional. Todos serán más o menos culpables, menos Cristina. Como se dice en estos casos, ojalá me equivoque, pero la sumisión corporativa es un principio anímico muy fuerte en el peronismo. Por lo pronto, los principales jefes del peronismo ya lo han hecho. Empezando por el presidente de la nación, Alberto Fernández, y el ministro de Economía, Sergio Tomás Masa. Los piqueteros, los sindicalistas, los intendentes ya lo están haciendo. En realidad, al defender a Cristina se defienden ellos porque no todos, pero muchos, saben que mañana o pasado pueden estar en el mismo lugar que ahora está Cristina