Domingo 17.4.2022
/Última actualización 18:31
El martes pasado, una "medida interina" (Sic) precautelar del juez federal de Paraná, Daniel Alonso, quien se consideró competente a tal fin, prohibió al Congreso cumplir un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Diputados y Senadores postergaron la elección de representantes por la minoría al Consejo de la Magistratura, el órgano encargado de seleccionar o de destituir a los jueces. De un solo plumazo, y por pedido del diputado nacional kirchnerista Marcelo Casaretto, Alonso se dio atribuciones para revisar un fallo de la Corte Suprema y de judicializar actos del Legislativo antes de que sean cometidos. Un despropósito tan absurdo como ilegal.
¿Acaso Cristina Fernández acepta mansamente que Diputados y Senadores dejen de ser jueces de sus propios actos políticos soberanos? Si estuviera en un buen momento de la relación, podría pedirle a Alberto Fernández que aplique la teoría de la relatividad en aquello de no llevar la política a tribunales para que la justicia no salga por la ventana. El presidente es muy versado en contradecirse con vergonzante naturalidad.
Eficacaz en acrecentar pobreza e inflación, la Casa Rosada tiene por ventaja no tener al peronismo en la oposición; eso evita -en parte- que el helicóptero se lleve algo más que un fracaso. Atada a la suerte del gobierno de Alberto Fernández (incluso para no perder los fueros que la protegen de eventuales preventivas) Cristina ha responsabilizado al dueño de la lapicera por los fracasos, aunque le ha advertido al mismo tiempo que bastón y banda -símbolos de la institucionalidad- no bastan para ejercer el poder.
Soldado que huye, ¿sirve para nuevas batallas? Los "pibes para la liberación" se retiraron -a la voz de Máximo- del acuerdo con el FMI, pero estuvieron para aclamar a Cristina en su discurso ante Eurolat, la reunión de parlamentarios del viejo y del nuevo continente. Allí, quien ya dictaminó la obsolescencia de la división de poderes, disparó una pregunta que también respondió, sin necesidad de dialécticas históricas o teóricas.
"¿...qué tipo de Estado necesitamos para hacer frente a un mundo que no tiene nada que ver con cuándo se construyeron los Estados que hoy gobiernan el mundo". Ante una audiencia cautiva por el protocolo -y atónita por la falta de condena a Vladimir Putin- Cristina señaló: "Mercados, monopolios, oligopolios… nada de eso figura en nuestras constituciones".
Dictaminó que "lo que se está traduciendo en muchos lados en las elecciones es la insatisfacción de las democracias. Eso debería obligarnos a todos a repensar nuestra ingeniería institucional".
La vicepresidenta ya se ha iniciado es esos menesteres. En 2006, cuando era legisladora, ingenió un Consejo de la Magistratura en el que el estamento partidario volvió a tener predominio en el dispositivo de promoción o remoción de los jueces, a pesar del precepto constitucional para limitarlo. Con esa espada blandiendo sobre los magistrados, dictaminó desde el banquillo de los acusados su absolución a nombre de la historia, y obtuvo terrenales sentencias exculpatorias… sin juicio previo.
Que el máximo tribunal de Justicia de la Nación haya encontrado inconstitucional ese diseño cristinista del Consejo de la Magistratura, y que eso suceda justo cuando las elecciones no convalidan las escribanías parlamentarias, es todo un desafío penal. Sin poder nombrar tres jueces federales en Comodoro Py ni poder conformar una cámara federal a imagen y semejanza de la ingeniería sin división de poderes, Cristina afronta causas que la preocupan más que la marcha de la economía y la suerte de la sociedad.
Cambios en el reglamento del Consejo de la Magistratura, elección desproporcionada de académicos para favorecer a amigos del oficialismo, precautelares que revisan fallos de la Corte, promoción de Oscar Parrilli como representante de una minoría parlamentaria... el kirchnerismo no se va a quedar esperando con los brazos en jarra. Por el camino institucional o forzando su trazado si es necesario, escalonando la enorme crisis económica y social si hace falta, la nueva institucionalidad se hará notar.