"Soy yo, Cristina, pel…" La frase, con el tono alto con el que suele hablar en la intimidad la describe. Es un audio robado a alguna escucha telefónica real, legal o no, esa es otra cuestión. Fue emitido por días y días. En mi "computadora" está entre lo audios para diversiones en los programas radiales donde participo. Archivo básico. Hay muchos y muy divertidos. Todos ilegales, supongo. Somos parte de un país donde el límite es parte del juego.
Cuando digo que así se la oye hablar en intimidad, en rigor digo intimidad profanada por las escuchas. No suele ser sencilla, apacible e íntimamente sosegada la vida de los personajes públicos. Sin siquiatría o sicologismos, que no son fáciles sin conocimientos científicos, se puede aventurar, tal vez "novelear", que no hay día ni sitio donde no esté su rol en juego. Actora a tiempo completo de un personaje que no tiene sosiego ¿Cuándo descansa el personaje?
Cristina Elisabet Fernández de Kirchner, la muchacha del arrabal platense es lo que aparenta de modo permanente. Lo que uno se imagina es lo que nadie puede quitar del imaginario, del colectivo nacional.
Ese comportamiento (colectivo) en el juicio para con CFK, es el que viene de la suma de sus actitudes, más los secretos descubiertos, los imaginados y los hechos públicos.
Re pregunta: ¿hemos descubierto sus secretos? Hum… De Cristina hay hechos públicos por lo menos desde 1990. La construcción es pública y con testigos pero bien puede existir un rostro sin pinturas y una cara sin rictus y unos esternocleidomastoideos relajados que alivien cuello y hombros. Pueden, deben o deberían… misterio. Los músculos son delatores y, también, acopiadores de las tensiones y los comportamientos.
En el segundo semestre del 2015 la publicación de un libro: "La Señora Presidente", textos de una columna semanal donde me ocupaba de sus actos y sus gestos, contenían algunas reflexiones apresuradas, irreverentes, atrevidas y, por tanto, equívocas. Hoy se me aparece revelador.
Hay un eje. Su tendencia al relato del pasado, recomponiéndolo. Parecía -parece- que en ella, con ella, se vivió otra Argentina, otros amigos/enemigos y diversas interpretaciones de un mismo hecho. Esa vida paralela aún hoy se conserva. CFK no se confunde. Habla y vive en ese universo especular, tan Lewis Carrol que deslumbra.
Una conclusión disparatada es la que rescato de aquel libro: "Cristina no vive en el futuro", eso sostuve en aquellos años. Todos sus anuncios son sobre el ayer y las consecuencias que traerá. Una rara tarea re interpretar el pasado para explicar el presente según otras coordenadas. Si se vive en el otro lado del espejo es otro el resultado.
En la lógica de CFK toda la secuencia del proceso racional es rara. No se anuncia qué se hará mañana. Se advierte que, debido a los hechos del ayer, el hoy es un fracaso. Ah… mañana veremos, nada se dice. Tampoco nada se supone.
La política de los hechos consumados como culpables de esta realidad pone a quien los mira como relator externo. Sucedió. Lo vi, yo lo vi. Lo advierto. Ustedes sabrán qué hacer. Explotó una bomba. Cómo escapar al hecho consumado. CFK fabrica, sobre este hecho, una interpretación donde el contrafactismo salvaba a todos y el simple suceso, la bomba explotó, es culpa de otros. Desde fuera vienen las pestes, lo malo, el oscuro designio que nos hunde. Aleluya.
El futuro no existe, pronto será pasado y lo juzgaremos. El proceso tiene una barrera. Los hechos verdaderamente trágicos no deben ser incorporados, tratados o enfrentados. Inundaciones, choques de trenes, bombas en Embajadas deben llegar al pasado sin nuestro nombre a cuestas. Nunca debemos estar incluidos en las tragedias.
Hoy estamos en mitad de una tragedia que suma hechos internacionales, desatinos nacionales sobre los mismos, y la suma de ineptitudes personales. La Peste. La economía. La estratificación social. La invasión rusa, el desequilibrio. El Estado Narco. La Corrupción estructural. El poder delegado. El relato como fantaciencia y plan de gobierno.
Todo cuanto se enumera cabe en el descubrimiento: comenzó el Siglo XXI, que exige un tratamiento colectivo y el ejemplo de CFK es perfecto y, por tanto, asimilado por toda la clase política. Allá está el mal, acá nosotros. Ante el juicio estamos tranquilos. Ante las consecuencias disculpen… no se de qué me hablan…
Infobae no es diario, no es radio, no es revista, no es canal de televisión, es un portal que enseña cómo es el negocio de los portales a muchos ignaros del periodismo Siglo XXI.
Infobae es… escritura, temas, relatores, esas sus armas. En el domingo 20 de marzo, casi en el otoño del hemisferio sur, Mariana Dahbar firma una nota / reportaje donde un periodista rosarino, afincado en Buenos Aires, incorpora su percepción, muy personal, sobre CFK. Este es el "textual" de ese fragmento de la entrevista:
"Yo digo siempre que vi a una mujer que no reconoce pares. Sentí que es una mujer que está convencida. Después discutimos si es verdad o no que ella está siempre por encima de, incluso, los que la rodean y en los que debería confiar. Yo vi el trato que les daba a las personas que estaban con ella.
-¿Cómo era ese trato?
-Con una distancia de jefe a subordinado. No vi nunca a nadie que ella reconociera en su paridad. No sentí que le importara la mirada de nadie más que la suya propia. Grave. Para mí, la pinta tal cual es. Vos la ves en el ejercicio del poder en los últimos días, en los últimos tiempos, en las cosas que han pasado, sus cartas: 'Vengo yo a explicarles cómo es la cosa', su off diciendo 'Yo, yo, yo hice' habla de una persona que no reconoce, que tiene una veta narcisista heavy."
La mirada de Luis Novaresio incorpora una pregunta a quienes leímos esa nota y advertimos, en la existencia en la política argentina, por lo menos desde 1990, de la muchacha del arrabal platense un sujeto insoslayable ¿si ella vive con un sentimiento que no puede parar, donde iremos a parar…? Parece obvio: donde quiera Cristina.
Hagamos un ejercicio irónico del sujeto gramatical: "Hola Alberto, cómo estás…".
El binomio presidencial es un sujeto único, compuesto de un actor político que se corresponde con el foro porteño y el entretejido de alianzas y hábeas corpus antes del atardecer en el bar de moda, y una actora política dueña de un sentimiento tan visible como inmodificable que, además, nos avisó que existía. No la podemos juzgar, la juzgará la historia.
Por si no se entendió, nosotros no somos la historia. Sobre cuánto nos sucede tendremos que aprender. Ella está fuera, por encima. Distante. Inmodificable.
¿Pasa algo en Argentina…? Culpemos a Fernández, que quiso ser testigo ocasional de tanta inmortalidad que nos permiten testificar. Cuidado. Ahora ambos son inolvidables, damos fe. Mucha fe.
Hay un eje. Su tendencia al relato del pasado, recomponiéndolo. Parecía -parece- que en ella, con ella, se vivió otra Argentina, otros amigos/enemigos y diversas interpretaciones de un mismo hecho.
Esa vida paralela aún hoy se conserva. CFK no se confunde. Habla y vive en ese universo especular, tan Lewis Carrol que deslumbra.