La Junta Provincial de Estudios Históricos comienza, con el presente artículo, la recordación de aquellos acontecimientos de la memoria histórica de los cuales se cumplen aniversarios relevantes en el 2022.
Se trata de uno de los pactos preexistentes que los constituyentes de 1853 mencionaron en el preámbulo de la Constitución Nacional.
La Junta Provincial de Estudios Históricos comienza, con el presente artículo, la recordación de aquellos acontecimientos de la memoria histórica de los cuales se cumplen aniversarios relevantes en el 2022.
El primero es el bicentenario del tratado del Cuadrilátero, uno de los pactos preexistentes que los constituyentes de 1853 mencionaron en el preámbulo de la Constitución Nacional.
Es muy oportuno -para la memoria argentina-, recordar los acuerdos que, aunque transitorios, permitían una salida en paz a un tiempo complejo de enfrentamientos interiores, generados por visiones y expectativas diferentes sobre cómo debía ser la organización nacional. El entendimiento era además un requisito para enfrentar unidos un riego exterior, problema que, recién ahora, inquietaba al gobierno de Buenos Aires, a cargo de Martín Rodríguez y el Ministro Bernardino Rivadavia, cuya visión estratégica llegaba tardíamente.
El año 1821, fue conflictivo. En Córdoba se iban reuniendo, poco a poco los diputados, con el objetivo de dictar una constitución, convocatoria que contaba con el desembozado rechazo de Buenos Aires. En otro orden se sumaban, el levantamiento de Ramírez, que pretendía expandir su República de Entre Ríos y ocupar a Santa Fe y la lógica reacción para detenerlo llevada adelante por Estanislao López y Juan Bautista Bustos, hasta su derrota y muerte, campañas que dejaron en pésima situación a las provincia litorales. Se sumaba a ello la afirmación del dominio portugués en la Banda Oriental, adonde ya nadie le ofrecía resistencia y hacía temer que enfocara su meta expansionista hacia el Río de la Plata.
El peligro exterior movilizó al gobierno de Buenos Aires a reafirmar la política de pactos, convocando a las provincias litorales, que constituían la frontera caliente con la ahora llamada Provincia Cisplatina. Entonces llegaron a Santa Fe, en el mes de enero, pleno verano, entre el 15 y el 25 los representantes de las aquellas, Francisco Fernández de la Cruz, por Buenos Aires; Juan Francisco Seguí, por Santa Fe; Casiano Calderón, por Entre Ríos; Juan Nepomuceno Goitía, por Corrientes, quienes sesionaron en el Cabildo santafesino.
Se suscribieron dos Tratados del Cuadrilátero, el público con 17 artículos y otro reservado, con sólo cuatro. En éste último constaba: el auxilio mutuo y alianza defensiva ante el peligro de invasión extranjera española o portuguesa; la indemnización por los daños ocurridos durante las luchas previas, en especial el levantamiento de Francisco Ramírez, mediante la entrega de una importante suma de dinero y ganado a las tres provincias afectadas, para que superaran las pésimas condiciones en las que se hallaban y finalmente el compromiso de ellas de detectar e impedir cualquier nuevo levantamiento de los leales a Ramírez. Las rentas nacionales eran una vez más usadas por Buenos Aires para lograr sus fines.
En el articulado que se hizo público las firmantes se comprometían a atraer a las otras provincias a adherirse al pacto. Se establecieron límites "provisorios" entre Corrientes y Entre Ríos, reconocidas ahora como provincias autónomas -si bien, en su artículo 1º se salvaba el reclamo de Santa Fe al territorio entrerriano en base a los antiguos títulos, cuestión cuya resolución definitiva se postergaba hasta el Congreso general. El territorio de Misiones quedaba libre para formarse su gobierno y para reclamar la protección de cualquiera de las provincias contratantes.
Además se comprometían al libre comercio entre las signatarias, ratificando los tratados previos y Buenos Aires compartiría con las firmantes los ingresos que monopolizaba, a la vez que le perdonaba a Entre Ríos y Corrientes las deudas de guerra.
Con respecto al libre comercio marítimo acordaron que lo fuera en todas las direcciones y destinos en buques nacionales, sin poder ser obligados a mandarlos abonar derechos, descargar para vender sus mercaderías o frutos por pretexto alguno por los gobiernos de las cuatro provincias, cuyo puertos subsisten habilitados en los mismos términos; sólo si, por obviar el perjudicial abuso del contrabando, podrán ser reconocidos por los guarda costas respectivos, como sus licencias, guías y demás documentos con que se deban navegar, siendo decomiso lo que venga fuera de ellos.
Finalmente se consignó que debido al estado de indigencia y devastación en que están envueltas las provincias de Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes por dilatadas guerras civiles que han soportado a costa de sangre, desembolsos, ruinas y sacrificios de todo género, su concurrencia al diminuto Congreso reunido en Córdoba, menos conveniente a las circunstancias presentes nacionales, y al de separarse la de Buenos Aires, única en regular aptitud respectiva para sostener los enormes gastos de un Congreso, sus empresas marciales y en sostén de sus naciente autoridad, quedan mutuamente ligadas a seguir la marcha política adoptada por aquella en el punto de no entrar en Congreso por ahora, sin previamente arreglarse, debiendo en consecuencia la (de) Santa Fe retirar su diputado de Córdoba.
Lograba entonces la dirigencia porteña darle el golpe final al Congreso de Córdoba y con ello dejaba al Gral. San Martín sin oportunidad de que se discutiera la ayuda para concluir la campaña. Queda claro en el artículo que por disponibilidad de fondos y autoridad era Buenos Aires la que debía convocar y costear cualquier reunión general.
Puede inferirse que el pacto ratificó el reconocimiento a las autonomías provinciales como tales, al mismo tiempo, el concepto de unidad nacional y la solidaridad entre sí ante el riego exterior. Pero sostuvo la preeminencia de Buenos Aires y le asignó nuevamente el inmerecido manejo de las relaciones exteriores habida cuenta de los innumerables errores que la dirigencia porteña había cometido en los años previos, por su visión localista, acarreando serias consecuencias, entre ellas la ocupación portuguesa de la Banda Oriental.
(*) Contenidos producidos para El Litoral desde la Junta Provincial de Estudios Históricos.
El año 1821, fue conflictivo. En Córdoba se iban reuniendo, poco a poco, los diputados con el objetivo de dictar una constitución. Se sumaban, el levantamiento de Ramírez y la afirmación del dominio portugués en la Banda Oriental.
El peligro exterior movilizó al gobierno de Buenos Aires a reafirmar la política de pactos, convocando a las provincias litorales que constituían la frontera caliente con la Provincia Cisplatina. En enero, sus representantes sesionaron en el Cabildo santafesino.