"Cada persona es el reflejo de la música que escucha" John Lennon
"Cada persona es el reflejo de la música que escucha" John Lennon
El ritual mensual de la Peisadilla me encuentra siempre desenchufado, en modo "unplugged", sin energías y con esa tan argentina costumbre de llegar al fin de mes como peces fuera del agua, boqueando. Acostumbrados a vivir a mil, a buscar variantes y variables que nos suavicen la aspereza del diario trajinar, me siento frente al monitor brillante de mi notebook, buscando desandar el tapiz blanco que simula ser la hoja para llenarlo de letras y símbolos.
Es necesario en tal ritual el de encender unos sahumerios para tener la mente despejada (no sé si es así, pero al menos el aroma atrapa los sentidos y perfuma el ambiente) y, lo más importante, la música de fondo. Sí, lo más importante, la música acompaña siempre. No importa la hora, no importa el día, pero lo primero que suelo hacer al despertar, es prender el equipo de música; apagarlo al salir (si me acuerdo) y apenas subido al auto, la misma costumbre de tener la música prendida, mover la perilla del volumen y a disfrutar el viaje. Antes de salir del auto verifico, y apago dos veces, el mecanismo electrónico del cierre, dos veces, ni más ni menos, quizás un TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo), son comportamientos mecánicos, repetitivos; como un autómata hago lo mismo al despertar, al ascender al auto y al bajar.
Sin la música, no soy yo. Y usted se preguntará: ¿Qué me importa lo que haga cada día este hombre? Pues bueno, es que quiero hablar de música, le importe a quien le importe. La música, desde hace milenios, es parte del aire. Hoy le voy a dar la importancia necesaria que tiene para mí la belleza de los sonidos ordenados sistemáticamente. Escribiré sobre música. ¡Bah! Sobre algunas cosas de la música, en realidad, pues no se puede abarcar tanto arte por todos escuchado en casi 7.000 caracteres. Pero es sobre ella, la música, porque desde el momento en que el hombre es hombre, bípedo y racional, ha estado acompañado por los sonidos rítmicos de la naturaleza y construyendo herramientas y objetos para hacer sonidos musicales.
Desde tiempos inmemoriales que el hombre se acompañó de la música, transmitida de generación en generación, por bardos, juglares y trovadores, que embellecían con su voz o sus instrumentos musicales la ardua tarea de vivir en épocas remotas. Se sabe que en excavaciones pasadas se han encontrado huesos ahuecados y agujereados, cuernos, maderas y otros enseres para hacer música. Tallados, manipulados, con formas precisas dieron muestra cabal que aquellos primeros humanos se deleitaban con ritmos y sonidos… ¿Haciendo música? En la realidad todo tiene musicalidad, la cadencia de las olas, la lluvia, una gotera, el tic-tac del reloj, y primitivamente, los primeros humanos desarrollaron la habilidad de captar esos ritmos (se dice que emulaban los sonidos de la naturaleza, de animales, aves, truenos, lluvias)
Las tribus ancestrales aún conservan el tempo y la cadencia de rituales milenarios que con su ritmo adornaban sus ceremonias de iniciación, de ofrendas, de pedidos; ceremonias íntimamente arraigados a su cultura y tradición en donde desplegaban y recreaban a través del baile, del canto, de las danzas y actuaciones, toda su cosmovisión. Ayudados por instrumentos de percusión, por sustancias alucinógenas y en estado de trance, danzaban alrededor de una fogata al ritmo de los sonidos recreados de la naturaleza.
Si bien se desconoce el inicio de la música, algunos investigadores sostienen que comienza con el lenguaje, argumentando que la música nace al elevar y alargar los sonidos del lenguaje. El habla tiene musicalidad. Sin ir tan lejos… el cantito "cordooooobé" es un ejemplo de ello. Si bien la música, o el concepto de la misma, tienen varias acepciones, la más simple y acorde a lo que estamos acostumbrados a oír, indica que la música es combinar una variedad de sonidos en una sucesión temporal.
Claramente, si no es Roma, es Grecia; ya en la Antigua Grecia se hablaba de música. En palabras de Platón: "De la misma forma en que la gimnástica sirve para fortalecer el cuerpo, la música es el vehículo para enriquecer el ánimo". Platón nos habla de ánimo. ¿Cuántas veces hemos escuchado decir que escuchar tal o cual música refleja nuestro estado de ánimo?
Y como siempre, como la historia nos ha demostrado, y la tradición confirmado, no podía ser de otra manera que la gran difusión de la música se haya dado gracias al catolicismo (griegos y/o romanos, siempre ellos). Gracias a la música litúrgica, a los cantos gregorianos, las grandes multitudes de creyentes entraban en contacto con la música.
Pero mi intención aquí, en esta Peisadilla de Viernes, no es hablar de la música en sí y de su historia, sino de la importancia de la misma en todos nuestros actos mundanos y transcendentales. La música es parte nuestra, todo está musicalizado, cada asunto y parte de nuestra vida. Hablar es música. Es parte del arte de existir.
El 9 de octubre pasado John Lennon hubiese cumplido ochenta y dos años. Lo mataron cuando tenía 40 años apenas cumplidos, el 8 de diciembre de 1980. Y yo recuerdo ese día, porque la música quedó grabada en mi corazón y aun me estremezco al recordarlo. Fue un martes, yo bajaba de la habitación de la casa de mis abuelos maternos y mi abuelo Ñato de Olazábal estaba frente al televisor, conmocionado, mirando la noticia a través de un televisor color ITT de 14 pulgadas, con 8 botones de canales.
La imagen difusa y lavada mostraba a cientos de personas jóvenes reunidas con velas, llorando; con carteles de ese flaco de pelo largo y anteojos redonditos. Todos lloraban y el sobreimpreso del noticiero informaba "Mataron a John Lennon". Sonaba "Imagine", ese himno a la paz y a la igualdad, tan simple, efectivo y bello. De vez en cuando, y porque era la época navideña, algunos sonidistas ponían "Happy Xmas - War is over" (If you want it).
Sólo música, sí, pero desde aquella mañana la conexión siguió intacta. No hay vez que no escuche algunas de esas canciones en las que no me emocione. Yo tenía 8 años recién cumplidos; había escuchado, como todos, a The Beatles. Lo básico para esa edad: "Submarino amarillo", "Ob-La-Di, Ob-La-Da" y un puñado de canciones más. Pero fue la conmoción que produjo ese hecho a nivel mundial (y personal) lo que hizo que mi curiosidad se disparase a conocer algo más de la obra de aquel personaje que con su muerte había conmovido a todo un mundo.
Con su asesinato, John dejaba huérfano a millones y millones de hijos y nietos de su música, dejaba sin ilusiones a una generación que soñaba con ver reunir a la banda de música más grande, famosa y respetada del mundo; con su prematura desaparición, privaba a sus seguidores de la claridad y la precisión de sus letras y canciones. Hombre de profundas convicciones y grandes contradicciones, fue uno de los grandes hombres que marcaron la cultura contemporánea. John pasaba a la inmortalidad dejando su música como legado para toda la humanidad.
Y sí, es sólo música… ¿pero es solamente música? No, rotundamente no.