I
I
Según las mediciones, Cristina Kirchner cada vez tiene menos votos, pero esa información, supuestamente avalada por saberes académicos, se contradice con las expectativas políticas que despierta cada vez que decide participar en un acto público y hacer uso de la palabra. No me consta que todos los argentinos estén pendientes de su palabra, pero sí es verdad que en el campo político, oficialista y opositor, su palabra es escuchada, a veces con temor, a veces con esperanza, a veces para confirmar juicios y prejuicios alrededor de su personalidad y su liderazgo. En todos los casos, convengamos que esa influencia, esa gravitación o esas expectativas que ejerce merecen ser estudiadas desde el campo de la política. Y sobre todo indagar acerca de cómo es posible que la dirigente rechazada por el setenta por ciento del electorado ejerza esta centralidad política. La respuesta a este interrogante, o a esta contradicción, tal vez nos permitiría a los argentinos entender cómo funcionamos como sociedad, cuáles son nuestras preferencias y nuestros rechazos en un país con inflación, con pobreza, inseguridad y, de acuerdo a las últimas informaciones, con una sociedad en la que la mitad de sus miembros carecen de algunos de los servicios básicos.
II
Estoy escribiendo el viernes a la mañana y debo entregar la nota antes de las dos de la tarde, por lo tanto no debería opinar sobre lo que la Señora todavía no dijo, aunque conociendo el paño es muy probable que los temas sean "Los Copitos" y los "revolucionarios federales", la inflación, más alguna cachetada para el presidente que ella se ocupó de instalar en el sillón de Rivadavia. Puedo equivocarme en detalles, pero sí dispongo de la certeza de que las palabras de la Señora serán escuchadas con indiferencia por el hombre de la calle, con atención por los opositores y con miedo en el peronismo. ¿Raro no? La dirigente más destacada del peronismo inspira más miedo que afecto, convalidando aquel anuncio que hiciera cuando era presidente, advirtiendo a sus oyentes que, además de temer a Dios, hay que temerle a ella. Sus paradójicos aliados con las intervenciones públicas de la Señora somos los periodistas, quienes por razones profesionales debemos sostener la relación con la opinión pública, un campo social que incluye a esa minoría tan respetable como influyente, integrada por quienes desde los más diferentes lugares opinan sobre la "cosa pública".
III
¿Habrá o no PASO? ¿Logrará el kirchnerismo derogar esta disposición legal instalada por ellos hace más de diez años, cuando consideraban que eran convenientes a sus aspiraciones políticas, del mismo modo que ahora consideran que no le resultan útiles? La verdad sea dicha, puede que las PASO merezcan más críticas que reconocimientos, pero no es ése el tema en debate en la actualidad, sino un elemental concepto republicano que los populismos suelen desconocer cuando no despreciar: no se cambian las reglas de juego en la proximidad de las elecciones. El otro tema es el intento de asesinato a la actual vicepresidente. ¿Es el operativo perpetrado por una banda de lúmpenes o una conspiración que compromete a las altas esferas de la oposición? El peronismo y su corriente interna hegemónica, el kirchnerismo, se salen de la vaina para probar que "Los Copitos" fueron operados por Mauricio Macri, Patricia Bullrich o alguien parecido. Todo es posible en la dimensión desconocida, pero hasta la fecha los hechos los contradicen porque todo pareciera empezar y terminar con "Los Copitos". Yo lo siento mucho por Cristina y los K, no solo porque sus hipótesis están más cerca del delirio que de la verdad, sino que de alguna manera los rigores de la realidad hieren su autoestima nacional y popular. Para el imaginario populista es algo desconsolador que el intento criminal haya sido perpetrado por lastimosos lúmpenes. Más interesante para la épica nacional y popular, sería una conspiración tramada por la CIA, el Mossad, el Foreign Office y de ser posible la KGB. Insisto: lo siento por ellos. Tenemos que lidiar no con el Chacal o James Bond, sino con Brenda Uliarte y Sabag Montiel. Una deshonra para una causa aguerrida y una líder que supone que el mundo está pendiente de cada uno de sus actos. Corresponde agregar, como para continuar con esta suerte de culebrón trágico, que la oposición de Juntos por el Cambio es la más interesada que Cristina Kirchner goce de buena salud y sea la principal referente del peronismo, por el simple hecho de que su vigencia asegura ser la garantía más firme para asegurar la derrota del peronismo.
IV
Toda la Argentina política condenó el atentado contra la vicepresidente, con una unanimidad que lamentablemente no existió cuando fue asesinado el fiscal Nisman. Orilla en el delirio la consigna kirchnerista acerca de empresarios que financian a los terroristas, jueces que los dejan en libertad y periodistas que le dan el micrófono. Delirio o manipulación política. La gran enseñanza de la democracia recuperada en 1983 es que en política todo puede estar permitido menos asesinar en su nombre. No es una consigna arbitraria en un país en el que desde los lugares más antagónicos se afirmó que el crimen era un acto liberador. Esta verdad histórica a favor de la vida fue conquistada con dolor, pero no quiere decir que está garantizada para siempre. No está escrito en ninguna parte que en algún momento histórico se afirme con fe de fanático que el "Viva la muerte" vuelva a ser una consigna justa. Porque la defensa de la vida no es una verdad ganada para siempre, es que importa ser cuidadosos con los signos o señales que aparecen marginalmente invocando esos espectros. En nombre de estos escrúpulos es que reprocho el silencio por el asesinato de Nisman, como también de la maniobra intelectualmente infame de informar sobre el asesinato de Andrés Blaquier, no como un crimen perpetrado por chorros canallas que, dicho sea de paso, deberían haber estado entre rejas desde hace tiempo, sino vincularlo familiarmente con Pedro Blaquier, procesado por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el ingenio Ledesma. ¿O es necesario recordarles a kirchneristas y supuestos defensores de los derechos humanos que juzgar y condenar en nombre del vínculo de sangre es un hábito practicado por nazis, estalinistas y fascistas? Pareciera que sí, que es necesario recordarlo.
V
En una entrevista televisiva a Manuel Mujica Lainez, el periodista le preguntó acerca de la censura de la Iglesia Católica a su obra "Bomarzo". Manucho, exhibiendo su sonrisa más irónica, respondió que les deseaba a todos los escritores que los censuraran como lo hicieron con él, porque gracias a esa censura "Bomarzo" adquirió un inesperado reconocimiento internacional. Valga la anécdota, para compararla con lo que acaba de hacer el gremio de los porteros de edificios contra la serie "El encargado" y su principal actor, Guillermo Francella. Palabras más, palabras menos, la serie se va a seguir dando y el portero, Eliseo, continuará haciendo de las suyas, pero lo que los burócratas sindicales han logrado con sus declaraciones es triplicar o cuadruplicar la platea, porque hasta las monjitas de clausura quieren ver "El encargado". Ahora bien: ¿qué pasa por la cabeza de sindicalistas (cuyo titular, dicho sea al pasar, es un empresario multimillonario) que no saben distinguir las relaciones entre ficción y realidad? ¿O es que en "El encargado" estos burócratas más que ver una ficción vieron un espejo? Interesante hipótesis la del espejo. Tal vez es la que tuvo presente Hugo Moyano cuando puso el grito en el cielo por la serie interpretada por Julio Chávez, "El Tigre Verón". Aunque en homenaje a la verdad, el Tigre Verón al lado de Moyano era un tierno corderito. Y hasta es posible que Eliseo, comparado con algunos de quienes ahora lo atacan, sea una dulce palomita.