Viernes 25.10.2024
/Última actualización 23:37
Hago una mención, solo como un mero dato referencial, de época si se quiere. De 1930 a 1943 nuestro país transitó por la denominada "Década infame" y el inicio de un deterioro económico que nos perjudicó largamente. Stop. Mi loca idea de navegar en las profundidades de las letras de tangos, me hace echar anclas en un tango bisagra, "Acquaforte", que data precisamente de 1931.
"Cabaret", acrílico sobre madera del artista plástico santotomesino Luis Milocco. GentilezaEsta historia desnuda el trasfondo de una obra producto de la creación de la dupla compuesta por Marambio Catán y Pettorossi, quienes estaban en la antesala del formateo de un nuevo tango, cuando sobrevino ese angustioso episodio económico/financiero que menciono al principio. El primero de ellos, Juan Carlos Marambio Catán (1895-1973), fue un cantor, letrista, escritor, docente y actor nacido en Bahía Blanca. De espíritu viajero, sólido y experto, en el particular ambiente de los personajes del género musical de la época, el tango, fue solo su viveza publicitaria la que le abrió el camino a la popularidad.
¿Por qué se preguntarán? Los memoriosos, aquellos que vemos teñirse de plata nuestros cabellos, o palpamos cómo el pelo simplemente se nos pianta del mate, no nos podemos olvidar de la caricatura del señor con alfileres en la cabeza, el de la propaganda de Geniol, acompañada –justamente- con la pintoresca frase de Marambio Catan que se volvería un popular eslogan: "Venga del aire o del sol, del vino o de la cerveza... cualquier dolor de cabeza, se quita con un Geniol".
El acompañante de Marambio Catán en la creación de "Acquaforte" fue Horacio Pettorossi (1896-1960), apodado "El Marqués", artista de más trayectoria y pergaminos, que viendo las dificultades de supervivencia en la Argentina, decidió emigrar con su amigo buscando horizontes más redituables. Así fue como, aprovechando quizás el auge que el tango estaba tomando en Europa, llevó consigo una letra gestada en nuestro país, pero a medio terminar.
Inquietos y trotamundos ambos, intentaban acusar el fracaso en su suelo natal, viéndose tremendamente derrotados, vencidos, sin retorno y desconsolados. Esa partida al viejo continente los cargó de rebelión y hambre de triunfo, pero sabiendo que en cualquier lugar del mundo encontrarían situaciones similares de pobreza, dificultades e injusticia. Aun con ese panorama a cuestas, nada los detuvo. Triunfaron en El Cairo, Egipto, pero decidieron festejar ese ansiado momento de felicidad en Italia, concretamente en Milán, aterrizando en el Excelsior, un reconocido cabaret de dicha ciudad.
Sin temor a equivocarme, diré que en la elucubración de sus pensamientos afloraba su amor propio, porque rondaba en ellos la absoluta seguridad y el convencimiento de poder triunfar y decir "esta noche es nuestra, la rompemos". Pero no fue fácil, el cabaret dejaba al descubierto una atmósfera decadente, la ruindad y la miseria de los faranduleros de turno. En síntesis, las mismas y descarnadas imágenes que les ofrecía nuestro país al momento de emigrar, con ricachones y farabutes que copaban la parada:
"Es media noche/ El cabarete despierta/ Muchas mujeres, flores y champán/ Va a comenzar la eterna y triste fiesta/ de los que viven al ritmo del gotan/ Cuarenta años de vida me encadenan/ blanca la testa, viejo el corazón/ hoy puedo ya mirar con mucha pena/ lo que en otros tiempos miré con ilusión".
No fue equívoco aquel presentimiento, el de "esta noche es nuestra", porque realmente el lugar les ofrecía lo que necesitaban para terminar el tango que habían empezado en Buenos Aires. Y entonces pusieron manos a la obra; punto y coma… y tango terminado. Así surgió "Acquaforte". Increíble, un tango argentino, que en un par de años cumplirá un siglo, con pasaporte italiano. Y dos veces increíble también, porque fue uno de los pocos tangos, de los que han trascendido mucho, cuyo escenario no era Buenos Aires.
A la distancia, la interpretación que personalmente hago es que si este tango se hubiera terminado en nuestro país difícilmente hubiese llevado el título bien italiano que lo distingue, "Acquaforte". Entiendo e interpreto que se llama así porque "nació" en Italia y el ambiente milanés ameritaba recurrir a la bebida espirituosa que habitualmente transitaba por el Excelsior. Pero eso, repito, es mi interpretación.
Ahora bien, no todo era color de rosas para nuestros amigos Marambio Catán y Pettorossi. La comunidad italiana, enardecida, plantó su protesta. Eran tiempos en los que el dictador italiano Benito Mussolini (El Duce) estaba empeñado en mostrar una sociedad "limpia", sin explotadores ni explotados. La letra no le era favorable al tirano y con una contundente frase lo prohibió: "Cose quelle raccontate in questo tango succedono solo in Argentina, non in Italia". Al cabo de un tiempo El Duce demostró cierta benevolencia y lo autorizó, pero eso sí, previo a su interpretación debía aclararse lo siguiente: "Edera obbligatorio che quando veniva eseguito, dovevano annunciarlo precedentemente como 'Questo é un tango argentino' (...)"
El Excelsior era un cabaret "caté". A él no asistían los "secos", aunque el ambiente no gozaba de cierta pulcritud. Por lo general lo frecuentaban los jovatos "emplumados", que dejaban todo por una noche de festichola y para que, por un rato, la vejez pasara desapercibida. Sin importarles absolutamente nada, ni el vendedor de diarios o la mujer que vende flores para arrimar un mango a la mesa familiar:
"Un viejo verde que gasta su dinero/ emborrachando a Lulú con su champán/ hoy le negó el aumento a un pobre obrero/ que le pidió un pedazo más de pan/ Aquella pobre mujer que vende flores/ y fue en el tiempo la reina de Montmartre / me ofrece con sonrisa unas violetas/ para que alegren tal vez mi soledad./ Y pienso en la vida/ las madres que sufren/ los hijos que vagan sin techo ni pan/ vendiendo La Prensa... ganando dos guitas/ que triste es todo esto/ Quisiera llorar".
Para terminar la entrega de hoy, hago mío los versos del tema "Mis consejos", de Héctor Marcó: "Cuando encanece la testa/ y entra a fallar el timón,/ burros, timbas y quinielas,/ farras, copas y damiselas,/ son placeres de ocasión".