"El buen líder sabe lo que es la verdad; el mal líder sabe lo que se vende mejor"- Confucio
"El buen líder sabe lo que es la verdad; el mal líder sabe lo que se vende mejor"- Confucio
"Álea iacta est" (la suerte está echada) es una frase latina que el historiador y biógrafo romano Cayo Suetonio atribuye al por ese entonces general Julio César, antes de tomar la decisión final de cruzar el río Rubicón en el norte de Italia, región que limitaba a Roma con la Galia. La historia cuenta que el acto de cruzar ese límite natural con las legiones era considerado y declarado un acto de rebeldía contra el Senado. No se sabe si en realidad si la frase fue dicha fehacientemente, pero aparece en la obra de Suetonio titulada "Vida de los doce césares".
Ningún general podía cruzar el límite y mucho menos con sus soldados. Pues la historia nos cuenta que en la madrugada del 12 de enero del año 49 A.C., el militar romano caviló unos instantes, dudó otro tanto, y embalado por la sed de poder y gloria venidera, hundió sus pies en el río y tras posarse en la otra orilla, henchido de orgullo gritó a viva voz a sus legiones la frase en cuestión: "La suerte está echada".
Verdadero o falso; mito o no; si César lo dijo en latín o en griego, aquí la cuestión es el acto en sí mismo. La comprensión previa antes de cometer un hecho a toda vista ilícito (en este caso en la ley romana de la época), el acto de tomar una decisión consciente de las implicancias ulteriores, los riesgos y responsabilidades que eso suscita… se termina encomendando a la suerte, muy ligada al destino. Las cosas serán como tienen que ser.
La suerte está echada es algo así como sacarse la responsabilidad de encima y dejar todo en manos del destino; atarnos a los hilos conductores invisibles de la existencia; de los caprichos del tiempo y del espacio; someter nuestros libres espíritus a las deidades superiores que guían nuestra terrenal y finita vida. Nuestros humanos actos no tienen consecuencias, dejamos las inferencias a la divinidad: "Dios proveerá".
A lo largo de la historia la frase está atada ineludiblemente al riesgo de tomar decisiones de las cuales no se podrá dar vuelta atrás. Independientemente del resultado, sea positivo o negativo, la determinación y la fortaleza al tomar esas decisiones límites pueden llegar a cambiar nuestras vidas para siempre.
Traspasar el límite, forzar al destino para que haga lo suyo, es un acto premeditado, ni más ni menos es lo que en la calle se le dice jugárselas. Pero, dependiendo del momento, también es un acto desesperado. Y se sabe, las acciones desesperadas tienen consecuencias inesperadas.
Los argentinos en general, y los políticos en particular, estamos acostumbrados a tomar decisiones permanentemente. Ejemplo uno, del argentino medio, o medio pobre: vas al supermercado, la yerba que siempre tomas está a un precio inalcanzable, pero la otra, esa que te da acidez, que se ablanda y tiene mucho palo, poca consistencia y sabor a humedad, se adapta más al bolsillo… ¿Cuál comprás?
Ejemplo dos: en el mismo supermercado, vas a pagar la magra compra semanal, encarás la fila de efectivo, que seguramente en dos minutos estás libre para seguir tomando decisiones teñidas de dramatismo… ¿Haces esa larga fila para pagar con débito, que te da el beneficio del "Programa de Devolución de IVA" o para pagar con la billetera virtual que te da un descuento en las compras al contado con la App? O si tenés Billetera Santa Fe y aún te queda un saldito como para achicar un 30% de efectivo y te da un poquito de aire para ir a comprar cualquier yerba para seguir con otra tan argentina costumbre que es el mate pero que se adapte a tu condición económica y financiera… ¿Qué haces?
Y así podría seguir explotando ejemplos que nos estallan en la cara cada día a cada hora y por cualquier canal. Y sí, en cualquier canal están rotando las mismas caras casi al unísono. Uno que sabe de esto, se termina preguntando como es que hacen para estar en todos los canales capitalinos a cualquier hora y en cuestión de minutos saltean programas y eventos, y ciclos y debates, y todo eso en tan solo un puñado de horas.
Medidas desesperadas y electoralistas por un lado; desmedidas promesas ya prometidas y nunca llevadas a cabo por el otro, y "marketineros" enojos despeinados completan la triada electoral que despachará directamente a uno/a de ellos/ella al despacho presidencial en La Rosada. ¿La suerte está echada?
En poco menos de un mes, el 22 de octubre, tenemos el derecho y el deber de ir a votar por quienes van a tomar las decisiones futuras en nuestra tan hermosa y descuidada Argentina. Se me ocurren muchos adjetivos más, pero… ¿Para qué? Cada uno sabe que horma del zapato cabe. Hablando de zapatos… No hay muchos colores disponibles, los modelos difieren muy poco; pero cuando estés por tomar la decisión de tal o cual, fíjate bien a largo plazo. No compres por comprar. Tampoco compres compulsivamente, sabemos de sobra que el enojo no es un buen consejero.
Está bien, me dirás, el enojo vende, claro que sí, y mucho más cuando se pone en palabras y acciones frente a cientos de cámaras y con la complacencia de todas las redes sociales haciéndose la fiesta de memes. Ya sé, me vas a decir que también sabemos cómo terminó todo con un modelo abúlico y aburrido. Es que no había muchas opciones, a veces más de lo mismo es peor que el cambio que se repite a sí mismo y que no cambia nada, o al "vesre".
Y así estamos, tomando decisiones a ultranza; desde que nos levantamos hasta que nos acostamos pensando si es mejor dormir boca arriba o boca abajo. Pero estamos ante una gran decisión, el destino de nuestras vidas argentas estará sumido en la extrema decisión encarnada en una boleta, hasta que pase el Rubicón, encarnado en una urna.
Alea iacta est,… ¡Andá pa´ llá, boba!