Dady es Brieva, claro. Y es un gran humorista, y un muy buen actor, claro. En cierto punto, es un orgullo santafesino. Los que escuchamos sus monólogos en Santa Fe nos reímos mucho. Porque a pesar de sus 30 años de porteño, sigue teniendo la jerga de Villa María Selva.
Pero a veces, se le va la olla.
¿Tiene derecho Dady a opinar? Claro, sin ninguna duda y sin ningún límite. Salvo los límites que tenemos todos: la ley. ¿Y qué es la ley? Eso que acordamos para poder convivir. Eso que, justo o injusto, nos termina dando reglas para ordenarnos y transitar la vida con un poco menos del caos que por naturaleza tenemos. Y Dady disfruta del caos. Le da viento. Y el viento no nace (solamente) de sus convicciones, sino de la pasión. Y la pasión, sabemos todos, a veces provoca desastres.
Dady ironizó: “Si vamos a ser Venezuela, seamos Venezuela, pero ahora”. Lo dijo desde la certeza de que el gobierno de Alberto se está quedando a mitad de camino. Que no está yendo a fondo en lo que “ellos” esperaban. Y puso como ejemplo, ejemplos que no son precisamente ejemplos.
“Siguen hablando, siguen tirando piedras, se van y vuelven cuando quieren, opinan. Y nosotros como si nada” Y explica que todo eso que es – siempre desde la metáfora- el natural ejercicio de la democracia, ese equilibrio delicado que contiene a las mayorías sí, pero especialmente a las minorías, no está bien. “No es lo que queremos”
¿Estás diciendo que no querés que se cumplan las reglas, Dady? ¿En el nombre de quién?
Alberto no puede mandar preso a nadie, Dady. No está contemplado entre sus atribuciones hacerlo. Denunciar, puede. Pero el resto es trabajo de los fiscales, de los jueces y de los tribunales. PORQUE LO DICE LA LEY, no porque Alberto no quiera.
La oposición, corrupta o no, tiene derecho a seguir hablando. Es un asunto que jode, lo entiendo. Pero es un derecho inalienable de cada ciudadano. Y los medios de comunicación, por parciales que sean, pueden reproducir lo que dicen los opositores. Y los opositores, por fascistas que sean, pueden manifestarse y movilizarse, y levantar banderas que sí, pueden ser horribles, pero pueden levantarlas. Y los canales, los “hegemónicos” y los otros también, pueden mostrar esas manifestaciones.
¿Que mienten los medios? ¡Claro Dady! Mienten, se equivocan, dicen la verdad, aciertan, juegan con unos, después con otros, viven de la pauta pública, de la privada, del rating, en fin: los medios, además de naturales canales de comunicación, son negocios. Y en eso no se puede excluir a nadie. Ni al Grupo Clarín, ni a los medios de Cristóbal, ni a los de Electroingeniería, ni a ninguno que haya tenido, como tuvieron y tienen, relaciones carnales con el poder de turno.
¿Hay que censurar, Dady? ¿A quién hay que censurar? ¿Cuál es el 11-S que los argentinos no podemos ver?
Podemos ver todo, Dady. Al final, cada uno elige qué ver y qué escuchar. Y si no, mirá las planillas del rating. Y fijate como la gente va moviéndose, libremente. Y los que ayer ganaban, hoy pierden. ¿Sabés por qué? Porque eligen. Y sí, jode que elijan a otros. Pero eligen. Como cuando elegían a Midachi en las boleterías de Mar del Plata, antes que a Alfredo Alcón. ¿Y? Elegía. Y la elección de la gente, es sagrada.
SI LOS MEDIOS MIENTEN INTENCIONALMENTE, HAY QUE IR A LA JUSTICIA, porque están cometiendo un delito. Y ese es el límite. ¿Entendés? Y ya sé, son los mismos jueces. Pero son los que ponen los gobiernos, con los votos de todos en el Concejo de la Magistratura. EL mismo Concejo que se encarga de removerlos si incumplen con sus funciones. ¿Y cómo se gana en ese concejo? Con votos. Que no son solo los votos del presidente, sino los que se repartieron entre opositores, en los colegios de abogados, en las Universidades. En todos los lugares donde existe gente que tiene, a priori, autoridad para opinar. ¿Quién lo dice a eso? La ley, DADY. Esa que tácitamente firmamos todos, con esos tipos que nos representan en el Congreso.
Cuando decís “Seamos Venezuela, ya” y más allá de las ironías… ¿De verdad querés que vayamos a Venezuela? No, Dady. Al primero que le jodería la vida vivir en Venezuela es a vos. Porque en Venezuela manda uno solo, o dos, o tres. Y nadie les pone límites. Y los medios, me consta, sólo hablan de lo que quiere el gobierno. Y vos, a la segunda opinión que no le guste al que manda, no hablás más en Venezuela. Como hablás acá. Siendo oficialista u opositor, siempre hablás.
Y no te gustaría volver a tu casa y enterarte que el Jefe mató a los sobrinos de tus amigos porque los “confundieron con ladrones” y vos sabés que eran opositores. Y que por eso los mataron.
Y no, es mentira que te gustaría ver a la gente comiendo de la basura, como dijiste durante el MACRISMO, porque en Venezuela comen de la basura- si es que hay basura- millones de personas, todos los días. Y no tienen luz, ni agua, ni hospitales públicos, ni Universidades, ni elecciones libres, ni el maravilloso encanto del disenso y la divergencia.
No, Dady, no. Te guste o no, lo que nos pasa es la democracia. Con todos sus defectos y todas sus carencias. Y lo que te jode a vos, es lo mismo que nos jode a todos: no tener las mayorías absolutas para imponer lo que pensamos. Y eso, en democracia, no se pude. Nunca se puede. Porque por suerte, las repúblicas resguardan a las minorías con representación. Y las leyes, salvan a los débiles- supuestamente- de los abusos de los dueños provisorios del poder.
Que no Dady, que Alberto no es el Profesor del Pic-Nic. Es el presidente. Y lo será por cuatro años solamente. Salvo que lo vuelvan a elegir por segunda vez. Y si la sociedad quiere- Dios no lo permita- Macri puede volver a ser presidente. Porque es la gente la que decide, y nadie, absolutamente nadie, viene a quedarse para siempre en el poder. Incluso los que llegaron por la vía de la fuerza y los golpes pudieron quedarse para siempre. Tarde o temprano, la sociedad retoma el poder, y el poder está dividido en tantos matices como pensamientos haya. Y eso jode, molesta, pero es lo único que tenemos. Es el acuerdo. Es lo que tenemos que respetar por encima de todas las cosas
Dady, el juego tiene reglas. Y si se borran las reglas, no hay juego. Si se hace trampa, se anula. Y si se pierde, se pierde. Y si se gana, se gana. Por ahora, por este tiempo. Hasta que el juego vuelve a empezar.
Dady, te entiendo. El corazón pide cosas, pero no siempre lo que pide el corazón es posible.
Podés tener razón, qué se yo. Nadie sabe quién la tiene si es que alguien la tiene. Lo único que sé es que por más que la tengas, te tenés que bancar lo que la gente quiere. Te tenés que bancar las líneas de cal, la dimensión de las áreas, y la ley del off side, y el VAR, y la cancha embarrada. Y los árbitros parciales. En fin, Dady… Es la democracia. Y está bueno cada tanto, recordarnos que está vigente.
Y que por afuera de ella, nada. Aunque duela, Dady. Es la democracia.