Viernes 7.6.2024
/Última actualización 23:45
Estimados lectores hoy quisiera brindar una opinión para definir las que a mi entender serían las acciones básicas y fundamentales de cada uno de los tres poderes del Estado. Y sus funciones, en el marco de la vida en democracia, o en el desarrollo de una república regida democráticamente, es decir a través de instituciones democráticas. Esos poderes, se sabe, son el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.
El Poder Ejecutivo es el responsable absoluto de gobernar la Nación, a través de lo que yo llamo un "sistema unitario". El Poder Legislativo es el responsable de generar leyes, por iniciativa propia o por medio del Ejecutivo. Y el Poder Judicial es el encargado de la función de resolver por sí o por no cuando les llega una denuncia de un hecho, aunque nunca detecten lo que no está bien (al menos eso es lo que yo veo).
Con esta estructura, el pueblo, es decir los ciudadanos -nosotros, los que no tenemos voz-, no somos ni arte ni parte. Estamos a la deriva, porque el Legislativo supuestamente hace y deshace en "nombre" del pueblo, pero si el pueblo quiere hacer una denuncia sobre el accionar de cualquier poder, debe ir acompañado por un abogado, al que uno debe pagarle los honorarios. Ninguno de los tres poderes atiende al pueblo, a los ciudadanos.
Ahora pregunto: ¿Si en la construcción de la democracia, una de las tres patas es la Justicia, que sirve para remediar los conflictos, en qué momento actúa? ¿Lo hace cumpliendo con su obligación, o por una denuncia realizada por otro órgano democrático o por un ciudadano (ojo, ya está dicho, si va un ciudadano, no lo atienden)? Pero, lamentablemente, lo que queda claro es que nunca la Justicia actúa motu proprio, a pesar de que cuenta con fiscales para hacer esa tarea. ¿Y cuándo actúan por su cuenta? Sabemos la respuesta: nunca.
En el funcionamiento de la democracia existe en realidad un "cuarto poder" y es el que encarna el periodismo, pero es bien notorio que muchos de sus referentes no son neutrales. Unos están a favor del gobierno y los otros en contra, aunque el periodístico es el único medio por el cual nos enteramos de algo. Ante esta evidencia… ¿Nosotros, el pueblo, los ciudadanos, de dónde podemos informarnos con evidencias reales?
A la democracia debiera manejarla el pueblo, usando su capacidad de discernimiento, pero caemos en lo común: criticar a lo que nos queda más a mano o podemos hacer "visible", el Ejecutivo y el Legislativo, ya que de alguna manera u otra siempre recibimos alguna información de parte de ellos. Pero de lo que no nos enteramos nada, nunca, es del Poder Judicial. Por eso es bueno aclarar determinadas cosas, si es que esto ayuda en algo para conocer las responsabilidades que les compete a cada poder.
Al Ejecutivo y el Legislativo los eligen los ciudadanos, con un determinado período en sus funciones. En cambio, los integrantes del Poder Judicial son nombrados por los otros dos poderes de la democracia. Eso transforma a sus miembros en funcionarios públicos (empleados del Estado) y perduran en su puesto hasta los 75 años. Es un poder que en ese sentido tiene una total independencia del gobierno de turno, puesto que el Ejecutivo puede dejar cesante un ministro, pero no puede dejar cesante a un juez.
Los jueces se asignan su sueldo, sin generar un ingreso; no tienen un gremio que les haga un paro; no se jubilan a los 65 años como el común de los ciudadanos y no sé cómo andan con el pago de impuestos… Entonces me pregunto, como ciudadano, si ellos son la reserva de la democracia, qué garantía tengo después de ver el accionar que demuestran algunos de ellos, que mantendrán vigentes el contralor que debe generar la Justicia. Sigue todo dependiendo del aguante del pueblo, que en estas circunstancias es un convidado de piedra.
Para darles algo de trabajo, propongo que las leyes aprobadas por el Poder Legislativo vayan a la Corte Suprema, para que allí verifiquen que las mismas estén acordes a la Constitución y a las normativas vigentes. Lógicamente deberíamos determinar un tiempo para que dictaminen, porque si los dejamos con sus tiempos no tendríamos leyes. Así, en cambio, los veríamos trabajar como lo hacemos los ciudadanos: día a día.
En definitiva, deberíamos pensar cómo se puede perfeccionar la democracia. Y sería digno empezar por reconocer que lo que estamos viviendo no sea quizás una "verdadera" democracia, sino un buen "simulacro" de ella. Por eso, como digo siempre: ¡Me duele la Patria!