La desaparición de Cecilia y su probable asesinato, descorrió el velo. Seguramente tenía que ser una muerte más, así tal vez lo habrían planeado, de las tantas sobre las que no supimos nada y tal vez nunca sabremos.
La desaparición de Cecilia y su probable asesinato, descorrió el velo. Seguramente tenía que ser una muerte más, así tal vez lo habrían planeado, de las tantas sobre las que no supimos nada y tal vez nunca sabremos.
¿Qué pasó con Cecilia? ¿Por qué movilizó al Chaco y al país? El conocimiento de su desaparición sacudió las estructuras sociales y políticas del poder provincial. Se sacudieron las placas tectónicas, crujían y siguen crujiendo y todavía es prematuro decir cuáles serán las consecuencias definitivas de esta cruel y aberrante desaparición.
Hubo muchos abogados que luego renunciaban, produciendo más o menos ruido según las explicaciones que daban. Existen siete detenidos vinculados y sospechados por los fiscales de ser presuntamente los autores y responsables de la desaparición de Cecilia. Lentamente los medios locales y nacionales comenzaron a tener una activa participación en la difusión del caso y en la información, que por supuesto, tenían sus matices e interés en profundizar el tema.
Lentamente también comenzaron a sentirse cimbronazos, grietas, y raros ruidos producidos por las placas en movimiento. Que la justicia está actuando con suma lentitud, que habría un interés evidente en dejar pasar el tiempo y que éste diluyera los reclamos. Pero las placas se movían y seguían produciendo ruidos característicos, los típicos crujidos que no dejaban pasar fácilmente al olvido. Paralelamente crecía la figura de una madre que reclama y pide tener el cuerpo de la hija para cerrar el caso y mitigar, si se puede, su inmenso dolor acompañada por marchas populares de miles de personas.
Esos crujidos debilitaban el poder de muchos sectores que preocupados por el futuro comenzaron a producir algunos hechos que evidenciaban que algo está cambiando en el Chaco, y que quizás, no tengan otra alternativa que investigar a fondo y enjuiciar y condenar a quienes durante los primeros días se trató de proteger. Los crujidos de las placas en movimiento en los subsuelos del Chaco tal vez produzcan el nacimiento de otra provincia, visibilizando complicidades y corrupción ligadas al poder político y ser juzgadas dentro de las normas y herramientas que la democracia y la Constitución nos dan, y que, esta vez, fueran respetadas.
No hay dudas que este hecho es político, tal vez no por el motivo de la desaparición de Cecilia que por ahora desconocemos, pero si por el grupo sospechado de haberlo producido, por sus ligazones de años con el poder político, por los beneficios de todo tipo obtenidos, por la impunidad que siempre tuvieron, y que estaban seguros que aún la tienen, o tenían, por las preocupaciones que originaron en algunos sectores del poder provincial y nacional. Todo en un momento de discusiones políticas y elecciones de todo tipo. La necesidad de muchos candidatos de que las placas dejen de crujir lo antes posible y que las elecciones encuentren la justicia movilizada en búsqueda de la verdad.
La desaparición de Cecilia motivó además que aparecieran las miserias de la política. Organismos que dicen defender los Derechos Humanos guardaron un ruidoso silencio, funcionarios nacionales que tendrían que haber expresado su repudio y brindado apoyo y solidaridad, desaparecieron, organismos que se dicen defensores de la mujer guardaron un silencio que atronó tanto como los crujidos.
Los cimientos del Chaco crujen, Cecilia está provocando un terremoto social, y el terremoto es una de las posibles consecuencias del movimiento de las placas. En algún momento las placas se volverán a ubicar y cesarán sus crujidos. Deseamos todos que ese reacomodamiento signifique que se hizo justicia, que se demostraron las culpabilidades y que comenzarán a desaparecer los beneficios indebidos y la gran corrupción. La provincia lo necesita. El país todo lo necesita.