Los gastos del Estado son una permanente preocupación en esta columna. Hoy abordaré el tema de la deuda con el FMI y los demás acreedores que tiene la Argentina. Pero lo haré desde el punto de vista de lo que realmente tiene un impacto en nuestro déficit institucional y según nuestro entender debe ser el principal motivo de preocupación en lo que a la negociación respecta: me refiero a los intereses de dicha deuda, ya que significan un incremento en los gastos del Estado de suma importancia.
Hace dos años que el actual gobierno negocia un arreglo con el FMI, pero a la hora de transmitir los avances, lo hace a través de una doble vara de información.
Los tiempos se acortan y en medio de urgentes advertencias de default, el propio presidente de la Nación anuncia que se ha llegado a un acuerdo; que, a la sazón, aun no se firmó.
Para tranquilidad de los ciudadanos, debo advertir que no hay dudas de que el FMI va a arreglar. Les hará firmar a nuestros representantes un acuerdo en el que se comprometen a bajar el gasto público y a no gastar más de lo que ingresa. Quienes están en el ejecutivo, con el aval del legislativo, lo van a firmar a sabiendas de que no van a cumplir. El FMI es consciente de esta situación, pero no se transforma en un conflicto, porque mientras tanto, nos otorgan un nuevo préstamo que nos endeuda más.
El FMI siempre va a arreglar porque no les interesa cobrar, su verdadero incentivo son los intereses que sus préstamos generan (los que significan el futuro sudor de nuestro trabajo). Es por esto que ambos negociadores se las ingenian para no informar el verdadero costo de los intereses.
Un economista manifestó que la deuda de nuestro país con el porcentaje que le debemos al FMI respecto de la deuda total que tenemos como país es del 12%, mientras que el 88% restante se lo debemos a una variedad de acreedores con los que también debemos cumplir.
La pregunta que nos deberíamos hacer los ciudadanos es quiénes son los funcionarios y legisladores que aprobaron los préstamos de los últimos cuarenta años y solicitarles que expliquen en qué invirtieron el dinero recibido y por el cual deberán pagar las futuras generaciones.
Hoy es noticia la renuncia de un diputado del oficialismo a la presidencia de su bancada en la Cámara Baja. Lo hace levantando la voz en contra del arreglo, en un intento irrisorio de demostrar al pueblo subyugado una posición anticapitalista (siendo que este diputado en el manejo de sus bienes es muy capitalista; viene como anillo al dedo el dicho del General, que decía "los compañeros, ponen el guiño a la izquierda y doblan a la derecha", o sea, los conocía a los muchachos). Este diputado nacional sabe perfectamente que no hay alternativa y que se debe firmar el arreglo, y su puesta en escena es solamente una actitud demagógica para hacer creer una postura de patriotismo populista, mientras vienen desangrando a la patria en nombre del pueblo. Gracias a los gobiernos de los últimos cuarenta años -fundamentalmente a quienes lo hicieron los últimos veinte años- el 50 % de nuestro pueblo se encuentra sumido en la pobreza, somos los subcampeones del mundo en los índices de inflación, somos noticia por la inseguridad, los índices de narcotráfico, por la falta de institucionalidad y de justicia.
Tal vez vale la reflexión criolla, "el pueblo tiene el gobierno que se merece". Pero, ¿será verdad que el pueblo trabajador, los hijos y nietos de nuestros abuelos inmigrantes, esos que hicieron grande a nuestra patria, nos merezcamos semejante mochila?
Somos un país deudor consuetudinario, no tenemos la capacidad de administrar los bienes del Estado, vivimos pidiendo la escupidera; nuestra cultura es tener deudas y pagar intereses importantes en virtud de la cantidad de deudas que tomamos y esa conducta es directamente proporcional a la pobreza que registramos.
Sería bueno conocer el total de la deuda discriminada por acreedores y el costo de los intereses. ¿Alguna vez serán honestos quienes gobiernan y la oposición y reconocerán que son los responsables de lo que nos acontece? ¿Se harán cargo de la decadencia a la que han mandado a la patria en los últimos cuarenta años, y fundamentalmente en los últimos veinte? ¿Alguna vez se harán cargo del 50% de pobreza que tuvimos en el año 2021? Para los más irónicos, propongo que hagamos un Prode, a ver cuantos más pobres vamos a gnerar en el 2022.
Se me ocurre, los que gobiernan podrían presentar un plan a futuro, así el pueblo sabrá a qué atenerse… y si no son capaces de planificar a futuro, deberían renunciar. Oportunamente el pueblo salió a la plaza y pidió "que se vayan todos", ahora deberíamos decir "que renuncien todos". Y… no se preocupen, el pueblo va a saber qué hacer.
Para terminar quiero hacer una alegoría. Los que nos gobiernan son los Isidoritos -sobrino del coronel Cañones, personificado por el FMI-, que quieren vivir sin trabajar a costilla de los que trabajan y de las deudas que pueden tomar. Más claro es echarle agua. Finalmente terminaremos haciendo lo que ya hicimos cerca de 1860, cambiamos empréstitos depositados en la Bolsa de Londres, por tierras en la Patagonia. ¿O somos tan ingenuos que creemos que esto no va a volver a ocurrir?
Hace dos años que el actual gobierno negocia un arreglo con el FMI, pero a la hora de transmitir los avances, lo hace a través de una doble vara de información.
Los ciudadanos nos deberíamos preguntar quiénes son los funcionarios y legisladores que aprobaron los préstamos de los últimos cuarenta años y solicitarles que expliquen en qué invirtieron el dinero recibido y por el cual deberán pagar las futuras generaciones.