Queridos Amigos. Muy buenos días. ¿Cómo están? Hoy en toda la Iglesia celebramos el Domingo de Ramos, iniciando solemnemente la Semana Santa.
Queridos Amigos. Muy buenos días. ¿Cómo están? Hoy en toda la Iglesia celebramos el Domingo de Ramos, iniciando solemnemente la Semana Santa.
Como el pueblo judío hace dos mil años acompañaba a Jesús en su entrada triunfal a Jerusalén, hoy nosotros nos congregamos en los templos y en las plazas, para aclamar a Jesús como nuestro único Rey.
En el centro del relato de la Pasión del Señor se encuentra un grito desgarrador de Jesús: "Eloí, Eloí, lemá sabactaní", que significa: "Dios mío, Dios mío porque me has abandonado". Lamentablemente, esto no es una página del pasado, sino actual. Hoy, en los labios de muchas personas aparece también el grito de Jesús: "Dios mío, Dios mío"...
Este grito desgarrador se hace presente en la boca de las madres ucranianas que escaparon de la guerra; aparece en la boca de las niñas violadas por soldados rusos, de los ancianos asesinados por tropas invasoras; aparece en tantas familias desocupadas, en las personas afectadas por la inseguridad, las catástrofes naturales y por el narcotráfico.
¿Por qué un hermano mata a otro hermano, por qué un hermano agrede, humilla a otro hermano, lo insulta, maltrata, ofende? ¿Por qué después de 2000 mil años de Evangelización, también los cristianos nos seguimos engañando, mintiendo, robando y faltando a nuestros principios humanos?
Qué lejos estamos del principio teológico fundamental: "el otro es mi hermano y debo amarlo y quererlo como hermano". Son muchas las preguntas que hay que plantear y responder.
Mis queridos amigos: es verdad que hay situaciones difíciles de explicar, como las inundaciones, los terremotos, las sequías, el mal, el dolor, la muerte. Todas ellas tienen sus causas naturales.
Pero hay otras situaciones causadas por el hombre como la corrupción, el fraude, la mentira, el robo, los homicidios, tienen causas concretas y autores bien identificados tal como dice Jesús: "…de adentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, robos, homicidios, adulterios, engaños, envidia, calumnias, orgullo …"
En el Domingo de Ramos, muchos cristianos saludamos a Jesús gritando, "Hosanna el que viene en el nombre del Señor", pero después con frecuencia lo tomamos al margen de la vida, lo ignoramos, lo negamos, o simplemente vivimos como si Dios no existiera.
En nuestra Patria, hace tiempo que venimos sacando a Dios de nuestras escuelas, de los contenidos curriculares. ¿Qué curioso? en la educación hay lugar para las ideologías ajenas, lejanas, extrañas a la fe cristiana, pero lamentablemente cada vez hay menos lugar para Dios.
Me pregunto: ¿Por qué Dios al hombre de hoy, molesta tanto? ¿Por qué el Evangelio de Jesús que nos propone el camino de la felicidad, tiene tan poca aceptación en nuestra sociedad? Sorprende aún más que, en nuestro país, en su mayoría cristiano, se haya permitido la legalización del Aborto, contando con la colaboración de nuestros legisladores, muchos de ellos cristianos.
Pensemos por unos minutos: ¿qué hacemos o qué vamos a hacer para que a Jesús lo descrucifiquen?, pues, la "Pasión del Señor" lamentablemente hoy continúa.
Jesús sigue sufriendo en los niños desnutridos, en los alumnos adoctrinados o sin escuela, sufre en los adolescentes afectados por la droga; en las familias inundadas, en innumerables personas sin trabajo, en los jóvenes sin rumbo que no encuentran sentido a sus vidas.
Mis queridos amigos: al contemplar la Pasión del Señor, hoy no podemos quedarnos solo con los aspectos puramente dolorosos, pietistas, devocionales. Los invito a dejarnos interpelar por lo que pasa en nuestra sociedad y en la vida de nuestros hermanos, verdaderos rostros de Jesús.
La "Pasión" de Cristo –como ya dijimos- no es una página del pasado, sino de nuestro presente, pues, donde el ser humano sufre, el mismo Dios sufre. El Dios de Jesús no es una estatua de mármol, de madera, de yeso; el Dios de Jesús tiene piel, tiene carne, tiene huesos y toma mil rostros del que no tiene rostro.
En este día tan especial para nosotros, que nos acompañe la afirmación de San Cayetano que decía: "Con Jesús Eucarístico me encuentro en el Templo, pero con "Cristo real" me encuentro en la calle o junto a la cama del enfermo".
Que Dios nos bendiga y que la Semana Santa para todos nosotros sea nueva y renovadora…
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