"No pienses que el dinero lo hace todo o acabarás haciéndolo todo por el dinero"
"No pienses que el dinero lo hace todo o acabarás haciéndolo todo por el dinero"
Voltaire
A los grandes medios argentinos les encanta hablar sobre el dólar, los argentinos, la gran masa de argentinos, están habituados a consultar en cuanto cotiza día a día el verde billete norteamericano, esa moneda que sería algo así como el tan anhelado ingreso al poder económico vernáculo, destinado cada día a cada vez más pocos. Se cobra en pesos, se piensa en dólares. A saber, ese billetito importado, llamado Dólar, es la moneda oficial norteamericana que fabrica la Oficina de Grabado e Impresión de Estados Unidos para la Reserva Federal, que son quienes controlan y dirigen la política monetaria.
Toda esta parte técnica no debería importarnos, pero sí, acá importa, y mucho. Se ve cada día, a cada hora, en cada medio informativo, y en grande y explosivos títulos. La realidad es que existen muchas realidades. El dólar, ese billete tan ansiado en estos días, no es solamente un billete, no es solamente un papel de color verde, que no es solo verde; sino que además, tiene un valor equivalente conforme a su textura, color o al mando gubernamental que le oficia diferentes valores, algunos de nombres irrisorios, para poder desmantelar el intercambio ilegal del mismo, llamado "Dólar blue".
¿Es ilegal? Sí, el dólar blue es ilegal, ya que opera fuera de las redes bancarias que son las que deberían controlar el intercambio monetario… Pero no es necesario aclarar cómo se mueven los bancos con respecto a las normativas de cambio y los vericuetos y normas que sufre aquel que quiere comprar o vender dólares de manera legal o en blanco, porque sabemos, este país funciona a contramano de lo que debería funcionar cualquier país del mundo, pero así somos, parte de nuestra identidad es justamente readaptarnos a las condiciones adversas utilizando las energías en pos de sacar provecho a lo poco que tenemos, pero con mucha inteligencia. Es así, que desde hace ya décadas, se constituyó la figura del "arbolito"
Estos personajes, que con ingenio y astucia, se paran cerca de las casas cambiarias (que son las encargadas de comerciar el billete extranjero y que trabajan dentro del marco legal) para suplir la ausencia de control. Se les dice arbolitos porque están parados en una esquina, con sus verdes billetes, ofreciendo el cambio supuestamente ventajoso, sin firmas; sin declaraciones juradas; sin recibos y claro, sin garantías. Pero es una transacción conveniente para aquellos que no quieren dejar rastros de sus operaciones, con el solo objetivo de ganar un par de pesos más al finalizar el día con la posesión, o no, del verde billete. Si al interesado le gusta la oferta, en algunos casos la transacción se hace en otro lugar (dependiendo de la cantidad) y como siempre se está operando fuera de la legalidad, tanto el arbolito y el cliente se encuentran en una "cueva", que es donde se lleva a cabo la operación, lejos de los ojos indiscretos.
Así trabaja el dólar blue, dólar ilegal que, "¡oh, paradoja!", es el que conduce los caminos de la economía argentina. El dólar blue termina siendo la célula nerviosa de un sistema nervioso – económico, que está enfermo y sin cura aparente, cuyo mayor síntoma y que más daño hace, es la inflación. Y por más que a lo largo de tu vida no viste siquiera un dólar, es ese billete el que está manejando tu vida; es quien pone el aumento en la compra diaria en el supermercado, que por las dudas y ante cada corrida, sus responsables le meten un aumento a todo antes que aumente lo demás; es ese billete que hace que la nafta de tu moto o auto cada vez sea más cara; es el billetito ese, que hace que tu sueldo siempre corra de atrás, y pierda varios ceros en una carrera desigual.
"Yo no tengo dólares, así que no me preocupo". Preocupate, sí, porque lo que no se produce aquí, se compra afuera, y lo que se compra afuera, se paga en dólares. Pero, a la inversa, lo que se produce aquí, se vende en dólares, y esos dólares… ¿A dónde van? ¿Cómo puede ser que a la vista de los órganos que deberían controlar el flujo de la moneda extranjera se genere tanto movimiento y que es lo que determina y condiciona todas las variables económicas en esa diaria transacción ilegal de billete contra billete? Es la pregunta que no tiene respuesta. Dos más dos es cinco. Claro que es una visión acotada y simplista, hasta naif, de un observador del día a día. Evidentemente el problema es muy mayor y muy complejo, nuestra historia nos demuestra qué desde hace décadas, este gran problema termina devorando ministros de economía, gabinetes enteros y hasta presidentes.
Es así que desde una simple interacción dentro de un marco que no regula ni castiga, pero que es consciente que sucede y no hace nada al respecto, vivimos en ascuas, tengamos dólares o no, en querer saber ¿cómo cerró el dólar hoy? También nos enteramos que los dólares ahora se dividen en cara chica, cara grande o azules, y que cada uno tiene un precio diferente, o sea que ya no es solo el valor nominal, sino que se valora dependiendo de las características del mismo. Lo inédito es que el dólar en cualquier lugar del mundo es de curso legal, pero aquí no, ni que fuésemos parte del Tesoro Nacional de Estados Unidos, imponiendo las reglas de cambio e imposiciones al comprador/vendedor.
Desde hace años nuestra sociedad sufre los dolores del dólar. Hace unos años se había viralizado un video de uno de los monólogos del ya desaparecido humorista Tato Bores, con su ácido y lúcido humor ponía blanco sobre negro (peso sobre dólar) el razonamiento argentino con respecto al dólar. Ese video captura un programa del año 1962. Tato, entre otras cosas, decía esto:
"Fíjese que nosotros en lugar de pagar el dólar 50, 60, 70, 80, 90 mangos, lo estamos pagando a 135. Y si nos mojan la oreja lo vamos a pagar a 200 porque somos tipos ricos. Todos compramos y todos juntamos. Y el día que tengamos muchos dólares podemos pegar un golpe fantástico. Cuando tengamos todos los dólares del mundo ese día vamos a ir a los Estados Unidos con la guita de ellos y nos van a tener que entregar el país. Ahora, en lugar de gastar los ahorritos en poner una fabriquita, un tallercito, un gallinerito, como hacen en los países pobres, los argentinos están todos parados frente a las pizarras de las casas de cambio en la calle San Martín. Obreros, albañiles, peones, músicos, sastres, de todo hay ahí. Tipos que antes trabajaban como locos de repente se han vuelto economistas y están parados ahí con un paquetito de dinero y en cuanto se mueve la cotización entran todos en patota a comprar dólares - y se van a otra casa y, antes de que cambie la pizarra, se meten y los venden. Y se pasan todo el día así, comprando y vendiendo".
Pasaron 61 años de ese monólogo. Era otra Argentina, eran otras realidades; pero nada cambió.
Cambio, cambio… ¿necesita cambio señor?