Miércoles 11.12.2024
/Última actualización 21:39
El presidente Javier Milei va a tener que reconsiderar seriamente las ideas del economista austríaco Friedrich Hayek (1899-1992) y su utilidad para nuestro país. Además, otro aspecto en el que tendrá que ponerle mucha atención es que lograr un superávit fiscal no va a solucionar por sí solo todos los problemas económicos de la Argentina. Está bien bajar el gasto público, pero debería ponerse un mayor énfasis en bajar sueldos a los empleados estatales con mayores ingresos, como ser los embajadores -que cobran entre 10.000 y 15.000 dólares mensuales- y el de los empleados en el servicio exterior de la nación, cuyo número en ocasiones es excesivo. Debería publicarse la nómina completa del personal del servicio diplomático del país con sus respectivos salarios para evaluar esa situación.
Por otra parte, en concordancia con lo anterior, tendría que implementarse una quita salarial y reducirse a lo necesario el personal en las embajadas. Y si existen embajadas en países con los cuales no se comercializa, cerrarlas para disminuir gastos al estado y posibilitar bajar gradualmente los impuestos; igualmente tratar de revertir el déficit de empresas públicas o privatizarlas, preferentemente a consorcios nacionales que no remitan sus utilidades al exterior como lo harían consorcios de capitales extranjeros, que envían sus utilidades a sus casas matrices y eso genera un desequilibrio en la balanza de la cuenta corriente.
Está muy bien que se vaya bajando la inflación reduciendo el gasto público, pero no está bien que se reduzca el presupuesto a las universidades y no haya un incremento salarial para los docentes universitarios e investigadores que están cobrando salarios bajísimos y ni qué hablar de no invertir en investigación científica y tecnológica. Esto está trayendo como consecuencia que muchos docentes e investigadores se están radicando en otros países en los cuales se les paga mejores salarios y se les financia adecuadamente sus investigaciones.
Pareciera que el presidente quiere desmantelar el sistema científico tecnológico argentino porque su gran aliado no ve con simpatía como decía el economista Aldo Ferrer que nos desarrollemos científica y tecnológicamente .Recordemos que en los 90, George Bush padre, por aquel entonces presidente de Estados Unidos, le exigió al presidente Carlos Menem que desguace el proyecto Misil Cóndor y lo envíe, junto con los planos, a España. La misma exigencia le hizo al gobierno de Brasil, pero los brasileños se negaron y continuaron desarrollando un proyecto similar al Cóndor y hasta han hecho luego acuerdos internacionales de cooperación espacial incluso con Estados Unidos y ahora están en condiciones de lanzar en 2025 un satélite con cohete propio.
Hay que preguntarse qué potestad tiene el gobierno de Estados Unidos para exigirnos que desmantelemos un proyecto tan costoso sin pagarnos un centavo de indemnización. El presidente Menem humilló a la Argentina -que nunca fue su patria, sino que fue un títere de Estados Unidos, aparte de ser un corrupto sin límites- y a todos los científicos abocados a ese proyecto. Además, fue también un desaliento para el resto de la comunidad científica del país y la ciencia de Argentina, que es de un nivel de excelencia, excepto para Milei que tiene una ignorancia lastimosa respecto de la importancia de la investigación de esta clase para los países en desarrollo (e ignora la obligación de los estados de apoyarla y financiarla, incluso con un mayor porcentaje del PBI de lo que se hace en la actualidad).
No hay que descartar la posibilidad de que Milei también sea un títere de Estados Unidos, que haya financiado su campaña electoral y le haya delineado la estrategia para ello y poder de ese modo llegar a ser presidente. Los argentinos debemos estar alertas que no quiera hacer lo mismo que Menem de desarticular todo el aparato científico tecnológico como está tratando de hacerlo ahora restringiendo al máximo el presupuesto para las Universidades y la investigación para que empiecen a emigrar nuestros científicos como ya se está observando. Tenemos que luchar sin descanso para que se otorgue a las Universidades el presupuesto que soliciten y tratar de ir mejorándolo progresivamente a medida que se pueda.
Además, decir que en las universidades son todos una "manga de chorros", es una ofensa y una calumnia. Y son palabras inapropiadas que inculcan odio a ciertos sectores de la población hacia los hombres de ciencia, que puede traducirse en agresiones a investigadores como ya se observó en Mendoza. Milei no tiene ni idea de cómo han trabajado en Santa Fe personalidades como el doctor Alberto Cassano, que fue el creador junto a su equipo de trabajo del Parque Tecnológico Litoral Centro de Santa Fe, una obra de ingeniería genial.
El terreno donde se construyó era inundable y ellos lo dragaron para que no se inunde más. ¿Con qué draga lo hicieron? Con una vieja draga abandonada ya existente, a la que repararon y adaptaron para que funcione con energía eléctrica. ¿Y quién pagó la energía? A la electricidad se la cedió gratuitamente la Empresa Provincial de Energía (EPE). Esto último, como retribución por una asesoría técnica que el mismo equipo de trabajo del ingeniero Cassano había brindado a la EPE.
El parque tecnológico tiene unas 29 hectáreas, tal vez algo más, las que hoy tienen un valor inmobiliario millonario en dólares y, esto es más valioso aún, es una invalorable incubadora y gestora de empresas a las cuales suministra asesoramiento tecnológico para su desarrollo y sustentabilidad. Y en el parque tecnológico se han instalado numerosas empresas de alta tecnología que exportan sus productos y generan importante ingreso de dólares al país. Este es solo una mención a la labor patriótica y desinteresada que han hecho los científicos del Conicet en Santa Fe. Es imposible mencionar más ejemplos porque la lista es interminable si empezamos a mencionar logros no sólo en Santa Fe, sino en el resto de sus filiales
Hay que encontrar una solución inmediata a la situación crítica que están pasando las universidades y sobre todo los investigadores en ciencia y tecnología que impulsan el desarrollo empresarial y económico del país que además de sus bajísimos salarios carecen de financiación para sus proyectos de investigación. Hay que recordarle a Milei que el país solo podrá crecer, y desarrollarse, con el crecimiento de las empresas existentes y la creación de cientos o miles de emprendimientos nacionales nuevos, que generen puestos de trabajo para sacar a la gente de la desocupación y la pobreza en que vive.
Hay que incrementar las exportaciones hasta llegar a un superávit de la balanza comercial de al menos 80 mil millones de dólares anuales, que permita pagar cómodamente la deuda externa, que podría saldarse en un lapso de diez o quince años. Un logro de este tenor traería un gran alivio para el país, pero -además- permitiría formar más científicos, e invertir más en el desarrollo de nuevas tecnologías altamente rentables, mejorar la calidad de la educación en todos los niveles y aliviar el bolsillo del contribuyente. Asimismo, al bajar la desocupación se podría ahorrar muchísimo dinero en planes sociales, todo lo cual generaría un estímulo mayor al desarrollo económico.
Todo esto solo podría lograrse con el esfuerzo de los profesionales del área científica y tecnológica que formen las universidades, para planificar en forma estratégica el desarrollo económico del país. De esta forma se establecería un vínculo armonioso entre los organismos estatales, como el Ministerio de la Producción (al que debería incorporarse un grupo calificado y multidisciplinario de especialistas en las distintas áreas del conocimiento científico y tecnológico), el Conicet, las distintas industrias y las empresas, a los fines de elaborar y concretar el mejor plan estratégico de desarrollo industrial.
Para lograr eso hay que poner patriotismo, honestidad, pasión, compromiso y convicción, para que podemos desarrollarnos sin ningún tipo de complejos de inferioridad en cualquier disciplina tecnológica, como hizo Japón, que dio cátedra al mundo sobre cómo planificar el desarrollo industrial y económico de una nación. Ningún país en el mundo de los que han logrado éxito y desarrollo económico lo han hecho con las ideas de Hayek y las que tiene Milei. Mucho menos tratando de destruir a las universidades, al Conicet y a la Arsat, que son instituciones de gran prestigio y reconocimiento internacional, e imprescindibles para el desarrollo del país. No se debe permitir que lleve a cabo dichos propósitos.