Una de las especulaciones que circularon hace un año, cuando la pandemia de coronavirus arrasaba en Europa y Estados Unidos sin que nadie supiera bien como mitigar sus consecuencias, era que el capitalismo iba a declinar, resetearse o volverse más humano, lo que no ocurrió ni da indicios de que vaya a suceder en las próximas décadas porque hasta ahora nadie tiene una alternativa superadora.
Lo que si pasó, sobre todo a partir de la derrota de Trump y la consiguiente pérdida de peso en las decisiones de Estado de personajes vinculados a la derecha más extrema, es el regreso de ideas que se suponía enterradas para siempre desde principios de los 80, cuando Reagan y Thatcher aprovecharon el deterioro del socialismo para imponer sin piedad ideas racionalizadoras y tecnocráticas que terminaron el período de bienestar social más prologado del siglo XX, iniciado al terminar la segunda guerra mundial.
El miércoles a la noche Biden hizo un discurso con motivo de cumplir 100 días en el gobierno que, según lo calificó según el influyente medio de comunicación "Político" , fue "la declaración ideológica más ambiciosa hecha por cualquier presidente demócrata en décadas, expresada en un lenguaje que lo hizo sonar como si no estuviera haciendo un argumento ideológico en absoluto ".
El presidente de los Estados Unidos, escoltado por primera vez en la historia por dos mujeres, Kamala Harris y Nancy Peloso, dijo entre otras cosas:
-"Hay buena gente en Wall Street pero Wall Street no construyó este país, la clase media construyó este país y los sindicatos crearon la clase media".
-"La economía del derrame nunca funcionó. Es tiempo de hacer crecer la economía desde abajo y desde el medio hacia arriba".
-"Todas las inversiones dedicadas a crear puestos de trabajo tendrán un principio base: comprar productos nacionales",
-"No voy a aumentar los impuestos a nadie que gane menos de U$ S 400.000, pero es momento de que el 1% más rico comience a pagar lo que es justo".
-"Se suponía que el recorte de impuestos de 2017 se pagaría a sí mismo y generaría un vasto crecimiento económico, pero agregó U$ S 2 billones al déficit. Resultó en enormes ganancias para las corporaciones que en vez de invertir en aumentar salarios o en investigación y desarrollo, puso miles de millones de dólares en el bolsillo de los CEOs".
-"La brecha entre los CEOs y sus trabajadores es la más grande de la historia. Los CEOs ganan 320 veces más que un trabajador promedio cuando supo ser de menos de 100".
-"Los dólares de los impuestos estadounidenses pagarán los trabajos de los estadounidenses para el pueblo estadounidense".
También habló del control de armas, la necesidad de asistir a los millones de estadounidenses pobres y prometió que con el programa "American Rescue Plan" va reducir la pobreza infantil en su país a la mitad este año.
Apenas asumió, Biden cumplió con su promesa de campaña y envió al Congreso un proyecto de incentivos para la economía por 1,9 billones de dólares que fue aprobado sin el apoyo de los republicanos. Ahora están pendientes de aprobación un plan para modernizar y ampliar la infraestructura nacional de 2,3 billones de dólares, un plan nacional para crear trabajos y un plan para las familias estadounidenses.
Se trata del plan de estímulos más grande de la historia, para tener una dimensión calculan que agregará un 1% adicional al crecimiento de la economía mundial, y que según las encuestas es apoyado por 3 de cada 4 estadounidenses.
"Termina con cuarenta años de reaganismo" tituló el diario británico The Guardian, cuando el plan fue aprobado por el Congreso. Se trata de la "legislación más progresista de la historia" lo calificó, por su parte, la Casa Blanca.
Más allá de como cada uno quiera interpretar por que Biden dijo lo que dijo o buscar comparaciones con otros presidentes de Estados Unidos que hayan tenido una agenda social como la que planteó el miércoles -la mayoría de las opiniones lo hace con Lyndon Johnson que presidió el país en la década del 60 tras el asesinato de Kennedy- hay que celebrar el regreso a la agenda pública de cuestiones que habían sido excluidas y reemplazadas en nombre de ideas económicas que solo empeoraron la calidad de vida de la mayor parte de las personas.
Y más importante aún es que esto lo haya hecho el presidente del país más poderoso del mundo, que aún sigue siendo el más influyente en esta parte del planeta y donde surgieron las ideas cuyas consecuencias fueron una desigualdad de ingresos nunca vista antes, la exclusión y la pobreza de millones de personas, la desregulación financiera que provocó la financiarización de la economía en desmedro de la productiva, la idea de que quienes no triunfan son culpables de ello y por eso viven como viven y la glorificación del individualismo por sobre las ideas de comunidad y responsabilidad social.