Dice la vicegobernadora santafesina: "En Santa Fe no se habla de lo que aprenden nuestros chicos, hablamos solamente de los salarios". ¡Hablemos, entonces!
Dice la vicegobernadora santafesina: "En Santa Fe no se habla de lo que aprenden nuestros chicos, hablamos solamente de los salarios". ¡Hablemos, entonces!
Primero, la calidad se ve empañada porque la escuela está sobredemandada. En "La cocina de la política educativa", Cecilia Veleda explica lo siguiente:
"La escuela debe responder a distintas demandas. Lograr que los chicos adquieran los saberes fundamentales y la educación sexual integral, digital, vial, ambiental y financiera. Motivar a los estudiantes a leer, aprender y estudiar en un mundo en que los estímulos instantáneos nos saturan. Construir autoridad, mientras los padres y los políticos la pierden. Formar para el trabajo y contribuir con el desarrollo en un país con crisis económicas recurrentes. Contener los efectos del aumento de la pobreza, las desigualdades, la segregación territorial y el deterioro cultural. Consolidar la democracia y educar en ciudadanía".
Como señala Emilio Tenti Fanfani, entre tantas demandas, se está haciendo difícil garantizar los conocimientos y capacidades fundamentales. La calidad educativa se deteriora porque vivimos en un país donde la pobreza y la indigencia se expanden hacia todos los puntos cardinales sin discriminar barrios.
El Observatorio Social de la UCA informa que la población en situación de indigencia pasó del 9,6% en el tercer trimestre de 2023 al 14,2% en diciembre de 2023 y al 15% en enero de 2024. Y el nivel de pobreza subió del 44,7% observado en el tercer trimestre de 2023 al 49,5% en diciembre y al 57,4% en enero. Muchos niños que recibimos en la educación pública son hijos del hambre, las drogas, la delincuencia, el desempleo, el cirujeo o la prostitución.
En dicho contexto, la escuela atiende lo urgente y "contiene". Contener como sinónimo de: soportar, bancar, resistir, asistir, auxiliar, emparchar, amparar, etc. A esto lo sabe la vicegobernadora cuando dice: "La escuela es la oportunidad para que muchos chicos puedan estar en un lugar de contención, donde tengan un vaso de leche o una posibilidad concreta de darles un futuro en el peor momento que seguramente vivamos los argentinos que va a ser este año".
¿Alguna vez, lector, probaste estudiar con la panza vacía o mal dormido porque en tu cuadra se tiroteaban los soldaditos de los narcos? ¿Intentaste, lector, realizar una actividad intelectual después de una "guerra" familiar? ¿Probaste hacer la tarea de Lengua a la luz de una vela, sobre una mesa plagada de críos y después de vender flores en los bares? Si la escuela "contiene", deja en segundo plano la matemática, la literatura o la historia. ¿Quién quiere saber Historia si lo único que importa es sobrevivir hoy?
Por estos días, el ministro de Educación de la provincia, José Goity, encabezó una conferencia de prensa en la que se realizó la convocatoria para impulsar un "Acuerdo Santafesino por la Alfabetización". Esta es una propuesta sumamente interesante pero insisto: ¿Cómo alfabetizar a las panzas vacías? No hace falta ser médico para comprender que el crecimiento inadecuado del cerebro explica por qué los niños que fueron malnutridos como fetos y bebés, con frecuencia, sufren déficits duraderos de comportamiento y cognitivos, como desarrollo más lento del lenguaje y las habilidades motoras finas, cociente intelectual más bajo y aprovechamiento escolar deficiente.
Repito: la escuela está sobredemandada. Aunque los y las docentes pongan el pecho a la adversidad, no son mártires, apóstoles o "segundas mamás" omnipotentes. Son trabajadores que ejecutan políticas educativas en las que tienen escasos voz y voto. Hacen lo mejor que pueden con los recursos que tienen y en edificios viejos, deteriorados y/o saqueados por los delincuentes. Esta sobre exigencia los "quema" a corto o mediano plazo.
Sostiene Veleda en su obra de referencia:
"Si bien todos somos un poco responsables, el gobierno tiene un lugar central. La educación es un problema colectivo frente al cual el gobierno tiene la máxima responsabilidad. De él dependen la definición de las prioridades y estrategias, la designación de las autoridades y los equipos ministeriales, la distribución de los recursos, la implementación de políticas a escala, la coordinación de múltiples actores, la negociación y resolución de conflictos, la sistematización de la información, y el monitoreo".
¡Y las políticas educativas dejan mucho que desear en nuestro país! Sobre todo, porque no hay un plan a largo plazo. Tomo un par de ejemplos aleatorios: en Santa Fe, la gestión de Claudia Balagué propuso las tertulias literarias como dinámica para la promoción de la lectura y posibilitó la formación en ejercicio de los docentes con el programa "Escuela Abierta". Ambos proyectos eran valiosos. En particular, la propuesta didáctica de las tertulias implicaba una formación continua de los educadores (con talleres virtuales y presenciales) y la provisión de libros de primera calidad (uno para cada alumno) desde jardín hasta la secundaria. ¿Qué pasó con esto? Llegó la gestión perottista y echó por tierra con esto. ¡Borrón y cuenta nueva! Con Adriana Cantero a la cabeza y la pandemia de por medio, se implementaron políticas erráticas donde la cultura del "trabajito práctico" echó raíces y se promovió una suerte de "asistencialismo educativo".
Ni hablar de lo que acaba de suceder con los recortes de Javier Milei: ¡Chau, incentivo! ¡Chau "Hora 25", a días del inicio de clases! ¿Lo peor de todo? Educación es una secretaría que depende del Ministerio de Capital Humano a cargo de la periodista Sandra Pettovello, ex-productora de Luis Majul. ¡Una vez más, Educación queda en segunda línea y está en manos de gente que no es del palo! ¡Estas decisiones son las que verdaderamente tienen de "rehenes" a los estudiantes, docentes y familias año tras año!
Por si fuera poco, no hay (hasta el momento en que redacto esto) paritaria nacional docente a la vista: el Estado se achica a su mínima expresión en el afán de liberar el mercado y desregular. Sin esa referencia importante: ¿Cuánto debería ganar un maestro para superar la línea de pobreza? ¡Otra vez el salario!
¿Por qué pagar salarios dignos a los docentes?
En conclusión, aquí se detallan algunas de las principales razones.
Reconocimiento de su importancia social: Los docentes desempeñan un papel fundamental en el desarrollo de las habilidades y conocimientos de las futuras generaciones. Son responsables de formar ciudadanos críticos, informados y capaces de contribuir positivamente a la sociedad. Un buen salario refleja el reconocimiento de la importancia de su trabajo.
Calidad educativa: Para atraer y retener a los sujetos más calificados en el campo de la educación, es esencial ofrecer salarios competitivos. La calidad de la educación está directamente relacionada con la calidad de los docentes; por lo tanto, asegurar buenos salarios es una inversión en la calidad educativa.
Motivación y satisfacción laboral: Un salario justo y adecuado contribuye a la motivación y satisfacción laboral de los docentes. Esto se traduce en un mayor compromiso y dedicación hacia sus estudiantes, lo cual es esencial para crear un ambiente de aprendizaje positivo y efectivo.
Estabilidad económica: Los docentes, como cualquier otro trabajador, merecen una estabilidad económica que les permita concentrarse en su trabajo sin tener que preocuparse por cuestiones financieras. Un buen salario asegura que puedan dedicarse plenamente a su labor educativa sin la necesidad de buscar empleos adicionales que podrían disminuir su energía y atención hacia la enseñanza.
Desarrollo profesional: La educación es un campo que está en constante evolución, lo que requiere que los docentes se actualicen continuamente en metodologías de enseñanza, tecnologías y conocimientos específicos de su área. Un salario adecuado permite a los docentes acceder a oportunidades de desarrollo laboral, lo cual beneficia tanto a los educadores como a sus estudiantes.
Equidad: La enseñanza es una profesión que requiere un alto nivel de educación, dedicación y habilidad. Un buen salario asegura que los docentes sean remunerados de manera justa y equitativa en comparación con otros empleos con niveles similares de formación y responsabilidad.
Reducción de la rotación de personal: Un salario atractivo y competitivo ayuda a reducir la tasa de rotación de docentes, lo cual es beneficioso para las instituciones educativas y los estudiantes. La continuidad del personal docente permite una mayor coherencia y estabilidad en el proceso educativo.
¡Hasta el próximo paro, estimado lector!