Por Nanci Noemí Alario
Por Nanci Noemí Alario
Prof. de Educación Primaria; Prof. y Lic. En Cs de la Educación U.N.R; y Especialista en Alfabetización Inicial.
En el artículo anterior hicimos un breve recorrido explicando sobre la función que los adultos y adultas, responsables de la crianza y la educación, tenemos respecto al pasaje de la cultura que hacemos a las generaciones venideras. Donación, pasaje, soportes que posibilitan el desarrollo de las infancias en constitución. Las infancias y las niñeces están a cargo nuestro, no como posesión, sí como responsabilidades compartidas: somos autores y gestores del mundo afectivo, cultural, social y político que les brindamos como lugar posible.
De todos los aspectos que hacen al desarrollo infantil vamos a tomar la forma que tenemos para ayudar a crecer a partir de hacer soportes simbólicos (1) que cooperan en la ampliación de las capacidades del lenguaje, como atributo de la especie humana, sobre la base material de la lengua materna oral.
Una manera de acompañar el crecimiento es ayudándoles a desplegar la expresión oral. Es decir, aportándoles palabras nuevas que puedan hacer el soporte para expresar una pregunta y ayudarles a “contar algo”. Son maneras que ayudan a comprender el mundo que les rodea y es la materia prima sobre la que se organiza el pensamiento atribuyendo sentido a las palabras y lo que éstas representan en el contexto de la charla o del juego. Con este entramado de significantes, desde que son bebés, se comienza a organizar lentamente la estructura narrativa del lenguaje. La misma es el soporte de aprendizaje de la lengua materna oral como la primera lengua que envuelve a las infancias. Graciela Alisedo (2014) la denomina Lengua 1.
Un contexto rico de imágenes, palabras y oportunidades para expresar y hablar es el abrazo tierno que se desplaza y extiende la mano para que den sus primeros pasitos en el devenir de lectores interesados.
Nos podemos preguntar ¿será muy pronto para pensar en ello? Consideramos que es oportuno y enriquecedor para la crianza tenerlo en cuenta. Para dar un ejemplo: en el momento que respondemos con la mirada a las sonrisas y gestos del bebé, estimulando el balbuceo, hablándoles estamos enseñándole sobre el funcionamiento de la comunicación y el fluir del lenguaje mediante la oralidad y el lenguaje corporal. A partir de estas instancias es importante apasionarles con la observación y la escucha para ir introduciendo el relato a modo de juego. Acciones que en todas las culturas van de la mano con la función del adulto (2) Siendo ésta soporte de la constitución subjetiva (3) para el desarrollo de la capacidad de simbolización propia de la especie humana y que requiere de un trabajo del entorno de crianza para su expansión.
Con la marcha, es decir cuando empiezan a dar sus primeros pasos, y el acompañamiento con la palabra se hace fluido, empieza el aprendizaje de la lengua materna. He aquí otra etapa de crecimiento que se inicia. Estamos hablando ya de primeras infancias que ya pasaron el primer año de vida . Los procesos son singulares; no obstante hay hitos o acontecimientos puntuales y significativos que marcan un momento importante en el desarrollo de un proceso o en la vida de una persona.
En este tiempo les encanta que les cuenten relatos armados con su participación y por supuesto aquellos que se presentan gráficamente a través de libros u otros materiales impresos, y aunque son muy atractivas las pantallas, los libros álbums son especiales para estos eventos porque se instala el formato libro y la posibilidad de construir y reconstruir con ellas y ellos el relato.
Estos pequeños y pequeñas ya están en tiempo de iniciar sus primeros pasos por el jardín maternal y luego en las salas inaugurando el proceso de alfabetización inicial. He aquí la función de continuidad que tomarán sus maestros y maestras haciéndose receptores atentos de esa subjetividad infantil emergente. Entre la marcha y la palabra, los juegos corporales, los relatos y la puesta en juego de la expresión gráfica estamos en un proceso de socialización secundaria posibilitando instancias relevantes de expansión sociocognitiva.
Con diferentes modalidades didácticas y pedagógicas, según las edades de los niños y niñas, y dentro de coordenadas comunes que ofrecen las actividades del nivel, se promueven movimientos de sentido y placer que llevan al territorio del papel o la hoja para dibujar. ¡Algunos observando, preguntando y copiando escriben sus nombres y muchas cosas más!
Las rutinas pedagógicas son fundamentales para crear la tan deseada articulación entre el nivel inicial y primario.
La literatura posibilita un trabajo altamente subjetivante con las infancias y está vinculado a formar lectores literarios desde las salas de dos en adelante. Entre las salas cuatro y cinco continúa un tiempo para el desarrollo primordial. A esta altura entra en juego la dialéctica del proceso alfabetizador por lo cual se necesitan objetivos de enseñanza y aprendizaje claramente definidos.
Por cierto: ¡cuánto antes empecemos mayores oportunidades tendrán!
Las rondas literarias son una gran oportunidad y posibilidad de encuentro cooperativo con la cultura escrita. El adulto muestra libros, los hace circular, les lee en voz alta, se detiene en una pausa de silencio…espera… les observa, espera… Acciones que parten de la didáctica habilitando la circularidad de la expresión oral siempre desde un texto literario. En la dinámica de la ronda las niñeces se organizan para escuchar. Introducen sus propios relatos e inventan nuevos partiendo de los elementos que ya tienen, es decir mediante sus “autorreferencias”. Permitir el despliegue de “lo autorreferencial” es un valioso anclaje entre las niñeces y los textos literarios: mi mundo entra en otros mundos.
Que estas dinámicas se realicen metódicamente como un ritual, es vital, logran encender el placer y la curiosidad.
La literatura abre ventanas y puertas a los mundos imaginarios. Posibilita establecer relaciones transferenciales y jugar con ellas. En la ronda, de alguna forma u otra, todas y todos participan aportando sentido a la construcción de la comprensión colectiva. Este trabajo es pensado desde la certeza que el proceso de escolarización tiene que poder incidir potenciando el desarrollo infantil.
La educación inicial en articulación con la educación primaria cuando logran focalizar y apuntalar los objetivos pedagógicos ayudan en la constitución de los sujetos infantiles desde el logro de “aprender”. Las buenas intervenciones pedagógicas y didácticas son claves. Para muchos niños el trabajo consigo mismo y con los otros que les posibilita la educación formal será un complemento que enriquecerá la expansión de un proceso iniciado en el ámbito familiar. No obstante, para muchos otros niños y niñas, será el soporte primordial para la constitución, el armado psíquico y el devenir subjetivo. Es la incidencia de lo que Silvia Schlemenson, en su libro “el aprendizaje un encuentro de sentidos” (1995), llama “la segunda gran oportunidad”, que les espera en la escuela cuando ésta logra funcionar como institución atravesada por el conocimiento.
Las infancias y las niñeces crecen cuando desarrollan capacidades afectivas y sociocognitivas que les permiten avanzar en los procesos de socialización secundaria (4). Logran expresar emociones y pueden representar situaciones puestas en palabras para hablar de lo que les sucede; construyendo herramientas que permitirán tener las amarras para un crecer saludable.
Otra de las capacidades notorias es el desarrollo psicofísico por eso es muy oportuno trabajar en dinámicas corporales, lúdico y expresivas que luego se deslicen al desarrollo gráfico. El grafismo, mediante sus dibujos, permite movilizar y poner de manifiesto la capacidad representacional o simbólica juntamente con la expansión del pensamiento y lenguaje. Es un despliegue que avanza y empuja la oralización con nuevas palabras que incorporarán a su repertorio léxico porque necesitan explicar lo que acontece.
Iniciarse en el acto de tomar un libro y ya hacer “como sí estuvieran leyendo” usando sus propias interpretaciones: es un paso previo a la lectura convencional. Animarles a observar libros; reconocer dónde está escrito; hipotetizar sobre lo que puede decir e intentar comprender las imágenes, que posiblemente estén relacionadas al texto o no siempre como ocurre con los libros albúm, es otro hito o marca constitutiva del crecimiento que se lee a través del interés por aprender.
Esto jugará un importante papel a la hora del encuentro con la escritura como objetivo de aprendizaje en la escuela primaria. Insistimos: hay que recorrer el camino previo.
Todo comienza en algún lugar. Comúnmente escuchamos decir ya en la escuela primaria: “los chicos y chicas no leen, no interpretan, no escriben bien… terminan la escuela primaria sin lectura y escritura…” Sabemos que existen problemas reales y estructurales con el proceso alfabetizador desde la década de los 90 en adelante. El impacto en la escuela primaria como en la secundaria y en el ingreso a los estudios superiores ha sido preocupante.
Al tener identificadas ciertas problemáticas que atraviesan las trayectorias escolares podemos enfocar el objetivo de reconocer que un ambiente familiar estimulante ayuda a crecer desarrollando capacidades potenciales que serán soportes de aprendizajes futuros. Amor, paciencia, responsabilidad y trabajo en casa. Luego, la función social y pedagógica del proceso de escolarización, es insoslayable y tiene que poder ofrecer mayores posibilidades de encuentro con una diversidad de propuestas lúdicas y didácticas que desemboquen en la manipulación con sentido de materiales escritos. Estos componentes si están habilitados en el proceso de escolarización tienen que poder extenderse a las familias. Será enriquecedor y una gran oportunidad que desde el nivel inicial y los primeros grados de primaria se les involucre en el proceso de “ayudar a crecer”. Es fundamental para quienes están a cargo de la crianza comprender todo esto. Siempre, en toda situación de vida, por más compleja y difícil que sea podemos encontrar un adulto referente de crianza con quien podamos hablar.
Antes de ser una “cuestión” solamente escolar el Estado en su función de garantizar el derecho a la educación tiene la obligación de generar políticas públicas de largo alcance para prevenir “el no aprendizaje” No podemos aceptar bajo ninguna justificación que chicas y chicos después de nueve años (promedio entre nivel inicial y primaria) terminen séptimo sin estar alfabetizados. Es inadmisible esconder estos problemas detrás del concepto de “trayectorias únicas”
Así mismo es vital que las escuelas planifiquen sus propuestas de alfabetización en proyectos anuales y cuatrimestrales que sean sistematizados desde sala de 4 y 5 años hasta el 1er ciclo de primaria. Es fundamental evaluar procesos y hacer cortes que permitan objetivar logros.
El primer logro que tienen que alcanzar las niñeces en alfabetización inicial es el de narrar de manera oral y gráfica mediante la plástica y el dibujo. El segundo logro es leer: desde la simulación, que es toda una operación de sentido, hasta que empiezan a conocer el sistema de la lengua escrita alfabética o Lengua 2 que les permite anticiparse a lo escrito y advertir “palabras” que ya pueden leer porque las conocen. No hace falta empezar por la escritura anticipadamente si no han comprendido aún su función.
1. Entendemos por soporte simbólico la relación que los adultos ejercen para el aprendizaje de la lengua materna. Por ejemplo incitarlos a que pregunten, que oralicen, que puedan completar las ideas de una narración, que puedan explicar un acontecimiento, prestar la palabra por supuesto siempre es con la presencia de un Otro que escucha.
2. La Función del adulto como función de sostén subjetivante es abordado en “Los Niños del olvido” (2008) Edit. Laborde, por la autora de esta publicación, y en diversas producciones de psicología y educación.
3. Por constitución subjetiva hacemos referencia al modo en que el bebé deviene niño/a organizando su mundo interno, mediatizado por el lenguaje y la trama de relaciones que ayudan al armado del “yo”. Ese YO es una posición cambiante que el sujeto/niño pone en juego en su diario vivir. La subjetividad es lo singular que hay en cada uno de nosotros. Psicoanalistas como Silvia Bleichmar; Clemencia Baraldi e Inés Rosbaco han trabajado arduamente estos conceptos a la luz de prácticas de psicoanálisis con niños y niñas.
4. Es la comprensión de lo social, de cómo funcionan las cosas y la vida por fuera del ámbito familiar mediante el proceso de escolarización.