I
I
Atendiendo el clima de época podríamos proponernos rendirle un homenaje a la imaginación y preguntarnos qué pasaría si hubiera un campeonato mundial de selecciones no de fútbol sino políticas. Creo que no sería necesario forzar demasiado los hechos para arribar a la conclusión de que difícilmente nuestro actual seleccionado político nacional no solo que estaría muy pero muy lejos de aspirar a una calificación finalista, sino que, conociendo las "habilidades" de sus principales jugadores, hasta sería posible que ni siquiera logre ingresar al campeonato. Ahora bien, la pregunta a hacerse a continuación, siguiendo con este juego imaginativo, es por qué los argentinos somos tan exigentes, exigentes casi a niveles de la exquisitez respecto de los criterios para seleccionar un equipo de fútbol y de su consecuente calidad, cuando la misma exigencia pareciera que no disponemos para seleccionar un equipo político.
II
Insisto en lo obvio: no desconozco las diferencias entre el fútbol y la política, pero tomémonos la licencia de establecer algunas comparaciones que no son tan descabelladas. Sabemos que para competir en Qatar el técnico Lionel Scaloni trabajó duro y, en primer lugar, se preocupó por seleccionar a los jugadores que consideraba más capacitados para cumplir con su estrategia. Por lo tanto, hizo lo previsible: seleccionó a los mejores. No preguntó si eran lindos o feos, si vivían en Madrid o en Londres, si habían nacido en Santa Fe o en La Pampa. Fue al grano: los mejores. Y lo hizo porque esa era su responsabilidad como técnico y, sobre todo, porque era lo que le exigía la hinchada: que ponga lo mejor en el campo de juego. ¿Por qué en política no recurrimos a criterios parecidos? ¿Por qué no solo no seleccionamos a los mejores, sino que en más de un caso nos solazamos en elegir a los peores? Por lo menos, pareciera que una mayoría política de argentinos así prefiere hacerlo. Convengamos que es curioso: ni el hincha de fútbol más desaprensivo admitiría que un Máximo Kirchner esté en la cancha por más amigo que sea de Chiqui Tapia o del propio Scaloni. Un Máximo (podemos poner muchos más ejemplos) intentando usar su influencia familiar para ingresar al seleccionado nacional de fútbol no duraría un minuto en la cancha, porque la rechifla y los insultos serían tan generalizados que hasta el técnico más indiferente o el dirigente de AFA más corrupto se verían obligados a sacarlo de la cancha. Sin embargo, a esas licencias políticas hay fracciones de la clase dirigente se las toma; y no solo se las toman, sino que lo hacen con el beneplácito de un sector importante de la hinchada.
III
Seleccionar los mejores y trabajar duro para participar en una competencia exigente. Sin desconocer las diferencias entre el fútbol y la política, ése debería ser el criterio de todo dirigente. Y asimismo esa debería ser la exigencia de toda hinchada o de todo padrón electoral. Convengamos que la política es un quehacer mucho más complejo que un partido de fútbol, pero admitamos también que en un trazo grueso algunas comparaciones son posibles, aunque más no sea en homenaje al asombro, porque desde ya advierto que yo no tengo respuestas respecto de esta suerte de anomalía social. Hace unos años, discutía de literatura con un amigo que insistía en decirme que escritores como Borges, Kafka, Joyce, Proust, podrían ser muy buenos pero están alejados del "alma popular" y eso explica sus pocos lectores. Además de recordarle a mi amigo que todos estos autores tienen más lectores de lo que él sospecha, le pregunté, atendiendo sus simpatías por el fútbol, por qué consideraba que Maradona, Messi, Pelé eran los mejores. Me respondió con una obviedad: son los mejores porque son los mejores. Y punto. Después añadió algunas otras consideraciones y se extendió en valoraciones acerca de la calidad de su juego, el dominio de la pelota, la creatividad para crear situaciones de gol. ¿Podés considerarlos artistas?, pregunté. Por supuesto que son artistas, contestó: crean, transforman, producen belleza. Pues bien, le dije, por qué entre los jugadores de fútbol establecés distinciones de valor entre un Maradona y un patadura, pero te negás a establecer esas mismas diferencias en el campo de la literatura, la música, la pintura. No es lo mismo, me dijo. Es más o menos lo mismo, le respondí. En el fútbol no admitirán a uno de esos best sellers previsibles, monótonos, plagados de lugares comunes y golpes bajos. En una cancha de fútbol alguien parecido a esos autores no dura cinco minutos, porque la exigencia, el punto de medida es Pelé, Maradona o Messi, lo que trasladado a la literatura sería algo así como Borges, Joyce y Kafka. Me dijo que en otro momento lo seguiríamos discutiendo. Ese otro momento no llegó y no creo que llegue porque supongo que estas paradojas o contradicciones no tienen respuestas.
IV
Para concluir, una anécdota - o algo más que una anécdota- acerca de la relación entre fútbol y política, o entre fútbol y honor patriota. Ocurrió en agosto de 1942 en la ciudad capital de Ucrania: Kiev. El país y la ciudad ocupada por los nazis. En Kiev había un equipo de fútbol muy popular llamado Dínamo. Como consecuencia de la invasión el equipo se disolvió y sus principales jugadores quedaron en la calle. La historia cuenta que un panadero, Josef Kordic, juntó a los jugadores y con el afán de hacer negocios armó un equipo de fútbol que se llamó FC Start, equipo integrado mayoritariamente por ex jugadores del Dínamo. La iniciativa fue muy exitosa. El Start jugó entre el 21 de junio y el 7 de agosto de ese año siete partidos de fútbol contra equipos nazis y los ganó a los siete. No solo los ganó, sino que los ganó por goleada. Los nazis y los jefes de la SS intervinieron. No era cuestión. Ocupamos Ucrania, los derrotamos militarmente y resulta que en las canchas de fútbol nos golean. Se organizó un partido oficial. Fue para el 9 de agosto de 1942 en el estadio Zenit. La cancha desbordaba de jerarcas y de insignias nazis. Acerca de ese partido se filmaron más de tres películas ("El partido de la muerte", "Evasión y victoria", "Tercer tiempo") y se escribieron unos cuantos libros. No era para menos. Todo estaba armado para que al partido lo ganara el equipo nazi. Eran los ocupantes militares, pero además los jugadores del Start estaban muertos de hambre y en deplorables condiciones físicas, nada que ver con los nazis, vigorosos…raza superior, como dijera no hace mucho un ex presidente argentino. El árbitro era un miembro empinado de las SS, quien antes de iniciar el partido exigió a los jugadores ucranianos que saludasen a las autoridades con el brazo en alto, orden que no cumplieron, con lo cual empezaron a plantearse los primeros problemitas. El primer gol del partido lo hicieron los alemanes. Las autoridades nazis estaban eufóricas. Les duró poco. En menos de diez minutos los ucranianos les metieron tres goles. Así terminó el primer tiempo: Start 3, Wehrmacht 1. Se dice que en el intervalo, cinco matones de la SS se hicieron presentes en el vestuario ucraniano. No se anduvieron con vuelta: Gana Alemania o los fusilamos. Raza superior: expeditiva, enérgica. Empezó el segundo tiempo. Y a pesar de un árbitro que no vacilaba en apoyar a la Wehrmacht, siguieron los goles ucranianos. El partido iba 5 a 3, cuando alrededor de los treinta minutos una jugada de Ucrania, un delantero que gambetea a dos defensores y al arquero y en lugar de hacer el gol, patea la pelota en dirección a la hinchada de Ucrania que silenciosa y amenazada de ametralladoras contemplaba el partido. Se terminó la joda. No solo que nos golean, sino que nos relajan. El jefe de los nazis hizo las señales del caso y el partido se dio por finalizado. Después vino el ajuste de cuentas. Cinco de los once jugadores fueron fusilados; los otros a campos de concentración. Ya van a aprender a obedecer órdenes. Vale la pena recordar los nombres de los muertos, aunque para nosotros no sean de fácil pronunciación: Nicolai Korotkykh, Iván Kuzmenko, Oleksey Klimenko, Mihael Keehl y Mikola Tavsevichs. En 1958, en el estadio de Zenit, se colocó una placa: "A los jugadores que murieron con la frente en alto ante la invasión nazi".