Entre las instituciones públicas de las que se obtuvo información, "sin autorización o requerimiento", cabe nombrar a: "Municipalidad de Leandro N. Alem; Municipalidad de Necochea; Municipalidad de Azul; Yacimientos Carboníferos Río Turbio; Municipalidad de José. C. Paz; Asociación Civil Universidad Católica de Santiago del Estero; Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires; Universidad Nacional de Córdoba; Municipalidad de Dolores; Colegio Privado Santa Teresita del Niño Jesús; Club Atlético Rosario Central"
Este material es de una causa judicial en trámite, en el "Juicio a Sain", que involucra a muchas personas acopladas a sus designios, órdenes o favores personales que terminan en supuestos delitos estas personas, conforman más de tres a un mismo fin: delinquir. Clásica definición de los ignaros, como quien escribe: asociación ilícita. Eso suponemos desde fuera del expediente. En el "Juicio a Sain" se pide que se investigue a muchísimas personas e instituciones, de las que mencionamos algunas. Pedimos que se repare en el carácter de las mismas. Su sitio y su función. Se está más cerca de una categoría siquiátrica/sicológica (paranoia), que de un verdadero servicio de protección del estado.
Mirá tambiénCaso Sain: la desmesura no admite coartadasEl tema permite otro abordaje, diferente al de los empleados del estado que lo llevan a cabo (reitero, empleados del estado provincial a esta fecha, primeros días de diciembre del 2022), junto con los abogados de quienes se han convertido en querellantes, acompañando la denuncia de un funcionario, del estado, que fue quien iniciara este asunto. Se insiste, es un funcionario quien denuncia a otro funcionario. El resto son admitidos como querellantes. Ojo con eso, no confundir.
John le Carré y su personaje (Smiley) definen cuestiones que nosotros, los ignorantes, podemos entender muy bien. Recomiendo su lectura. Los gobiernos tienen espías; los espías hacen eso: verbo espiar. Se vigilan entre si y mandan informes a oscuras jefaturas de personajes ocultos. Un espía que es reconocido deja de ser espía y toca el timbre. Todos se preguntan sobre la inutilidad del trabajo. Convengamos: en el otro extremo de la artesanía del espionaje están los satélites. Va en serio la cosa.
Graham Greene hace lo suyo y "nuestro hombre en La Habana" es un bellísimo texto literario. Admiro a los dos. Vladimir Putin fue Jefe de Espías. Hoy comanda Rusia y protagoniza una guerra fuera de escala y de lógica. Hay excesos que vuelven irrefrenable los secretos de Estado, el poder y la paranoia. Repito: ojo con eso. Mucho cuidado, también, con los gobernantes a los que les gusta conocer secretos e intimidades de sus opositores. El reino del carpetazo es argentino y no es de ayer.
Iann Fleming, que fue espía, creó un personaje que nos define en este tema: James Bond. Pero el punto más alto en el terreno lo consigue Mel Brooks que al crear el "Súper Agente 86" llevó el tema a su extremo más comprensible: la risa. En la provincia de Santa Fe apareció un personaje que reúne todas las condiciones para la risa y el recontra espionaje. Pero una cosa es el "Súper Agente 86", y su lucha contra Caos, y otra muy distinta Marcelo Fabián Sain.
Con un concurso amañado, para que fuese a medida, es la administración socialista con Lifschitz gobernador y Pullaro ministro quienes lo traen. Trabaja con ellos. Hay notas elogiosas de Pullaro para con Sain, cuando este ya era parte del gobierno peronista. Lo que dice Sain de los socialistas, de Lifschitz y Pullaro, corre por su cuenta. La historia no es la memoria ni el relato.
Los doce años de gobierno provincial socialista/radical coinciden con los años más duros de la narcocriminalidad. Eso es almanaque e historia. Pullaro fue el último ministro de Seguridad del último gobernador socialista. Después de la referida dupla retornó el peronismo. Perotti nombró ministro a Sain. En sus declaraciones (defendiéndose, por lo tanto puede mentir) Sain dice que lo que hace con Perotti ya se hacía con Pullaro, y que Perotti estaba al tanto de todo lo que hacía.
Lo dice él… no los mencionados. Es su alegato defensivo y se repite: puede mentir. Corta ancho Sain, pone a todo el sistema de gobierno, la división de poderes, los pactos entre los mismos, en este plan: espiar a cualquiera es lícito. Recordar: estuvo con los dos gobiernos.
Está claro que el espionaje existe en el mundo civilizado y en los sótanos de la democracia se cuecen mondongos malolientes. En todos. Está más claro, si cabe, que el argumento, aún en las democracias más solemnes, es este: "Tenemos espías y espiamos porque de ese modo cuidamos nuestra forma de gobierno, nuestra libertad, la patria, la bandera, la libertad de nuestros amigos, etc". Premisa mayor: asumamos, los espías existen. Premisa menor: Sain es espía. Conclusión: hace muchos años tenemos un espía en el poder.
El juicio actualmente en sustancia tiene, desde donde estamos parados, un componente universal: la desconfianza. Pérdida de fe. Sain contribuye, de manera peligrosa y constante a la desconfianza en la democracia, en sus funcionarios y en sus funciones.
Sain ha mandado a espiar a dueños de medios periodísticos y a intendentes. ¿Qué instituciones defiende con esas órdenes? De qué se trata el armado de legajos de actividades de personajes públicos. ¿Necesita, la democracia, la división de poderes, el necesario entendimiento que se espíe como parte de la conversación y el acuerdo entre los distintos estamentos de nuestra forma de gobierno?
Sain interpela la sustancia de nuestra forma de vivir y de confiar en los que mandan. Creerle a Sain es aceptar que cualquier conocimiento retorcido, escondido, secreto y básicamente delictual es la base de los acuerdos democráticos de gobierno.
Sigamos: se llega a los acuerdos de parte porque se conocen putrefacciones del interlocutor. Cuando Sain manda a espiar a los arriba mencionados (hay más, hay muchos nombres propios de fuera de la provincia), extiende la enfermiza necesidad de conocer secretos del otro para charlar con el otro. La Matanza, Necochea, Dolores… Caramba… ¿de qué va este asunto?
Se hace necesario reflexionar si lo suyo es una enfermedad particular o, simplemente, Sain es parte de un cuerpo social enfermo que se extiende a todo el país y que, repito, necesita los secretos del otro para hablar con el otro. Estamos ante una forma diferente de relación social. Se hace necesario reflexionar y requerir (se) si esto es parte del patrón de juego de la democracia.
Se impone una pregunta que duele. ¿Rompió Sain la inocencia del hombre común y en el juicio que se sustancia se muestra la bajeza de la actividad política, o es una enfermedad particular que lo atraviesa y provocó daños institucionales muy graves, pero que se curan amputando las partes enfermas de un cuerpo de gobierno que -se insiste- atraviesa los cuatro poderes (Ejecutivo, Legislativo, Judicial y MPA).
Suelo esquivar la conclusión aclarando: no me pregunte, soy periodista, soy el que hace las preguntas sin tener las respuestas. Una cuestión aparece muy clara: su presencia hizo daño al total de la clase política. No mejoró la democracia. Empeoró la relación con los representados. Apuntó contra la fe de los votantes. El súper agente provocaba la broma por el disparate y la exageración. Y Saín demuestra que el disparate y la exageración, de por sí, no llaman a la sonrisa. Se necesita otra cosa. De nuevo: no pregunte qué es. Yo sólo soy periodista, en este caso con un derecho: la aflicción.
El juicio actualmente en sustancia tiene, desde donde estamos parados, un componente universal: la desconfianza. Pérdida de fe. Sain contribuye, de manera peligrosa y constante a la desconfianza en la democracia, en sus funcionarios y en sus funciones.