Javier Milei fue este domingo la sorpresa de unas elecciones impredecibles venciendo a los dos aparatos políticos más poderosos del país ¿Habrá una Argentina Milei a partir de octubre? ¿Juntos por el Cambio conseguirá recuperar la presidencia de la mano de una candidata que promete "todo o nada" pero que deberá buscar una nueva identidad para no terminar mimetizada entre los orros dos candidatos? ¿Sergio Massa, la parte del peronismo que lo acompaña, y los sellos y franquicias que integran Unión por la Patria podrán acercarse a los porcentajes mínimos históricos del justicialismo y retener la presidencia en este contexto económico? Una cosa es seguro: los resultados finales ratificarán el corrimiento hacia la derecha de la sociedad argentina.
El libertario, que en la noche del domingo intentó presentarse más moderado autodefiniéndose como el "líder de un movimiento liberal competitivo", se ganó el primer lugar con la construcción sencilla de un "enemigo" para las víctimas de la inflación, la crisis económica y la caída del poder adquisitivo del salario fácil de identificar por todos: "la casta", encarnada en la dirigencia política, pero no solo política. "Con los mismos de siempre no se pueden hacer cosas distintas" repite cada vez que le ponen un micrófono delante.
Como el Chacho Alvarez en los 90, Milei fue quien más lugar ocupó en el horario central de los medios de comunicación los últimos años con explicación complejas e histriónicas al mismo tiempo sobre temas económicos, muchas veces irrespetuoso, pocas veces amable, siempre acusando a la clase política de los problemas del país y de los argentinos, proponiéndose como la solución definitiva ante una sociedad agobiada, enojada, sin esperanzas; con soluciones que de aplicarse no harán otra cosa que profundizar los problemas y pondrían al país al borde de la disolución como la dolarización.
Una de sus grandes aciertos fue decir lo que mucha gente quería escuchar de manera sencilla, con "enemigos" fáciles de identificar y problemas concretos, explicaciones sencillas y proponiéndoles un futuro y apelando a las emociones de sus seguidores que lo vivaron con énfasis el domingo hasta cuando le dedicó el triunfo a sus perros. A partir de ahora deberá lidiar con un poderoso condicionante que empezará a ser protagonista: el miedo que le genera a quienes forman parte de un orden establecido en una sociedad que está ordenada y funciona de una determinada manera, con sus intereses públicos, privados y ocultos.
En Santa Fe Javier Milei va a sacar al menos 646 mil votos, 140 mil más que el candidato más votado en las primarias provinciales. ¿Qué explicación se le puede encontrar? Una es que la mayoría de los santafesinos casi en secreto leyeron y entendieron a Ludwig von Mises y Friedrich Hayek y se convirtieron en seguidores de la Escuela Austríaca de Economía y la otra es que, como ningun otro de los candidatos, identificó y expresó los problemas que, entienden los santafesinos, es el que genera los problemas que hoy atraviesan.
Para Patricia Bullrich la tarea no será sencilla porque para tener chances de ser competitiva en octubre deberá crearse en 70 días una identidad que la distinga de Javier Milei, con quien comparte una muy buena relación e ideas comunes y para no ser la ninguneada de aquí a octubre por parte de Unión por la Patria, tal como empezó a plantearse el domingo por la noche.
Para su desgracia electoral, se dio uno de los pocos resultados que podían sostener competitivo al peronismo: elección de tercios con Milei candidato al balotaje para polarizar con él en octubre. Los tercios electorales lo vieron unos pocos encuestadores como Gustavo Córdoba, académicos como Mario Riorda y Cristina Kirchner, que en mayo habló de que esta iba a ser una elección pisos y no de techos.
En este contexto, y aunque todos se esfuercen en decir que empieza otra elección, tiene una ventaja comparativa importante: sus votos más los de Milei sumaron casi el 50% del total de votos emitidos este domingo por la noche, lo que conforma un núcleo duro difícil de romper que la fortalecerá en una eventual segunda vuelta.
Respecto de Sergio Massa, en el contexto que le tocó enfrentar la elección no fue buena, de hecho el peronismo salió tercero, pero lo mantiene en carrera: el resultado de Milei mantiene con vida a Unión por la Patria que intentará llevar la elección a un balotaje en noviembre contra el candidato de La Libertad Avanza para plantearlo en términos de racionalidad contra irracionalidad.
Tiene varias cuestas que remontar y problemas que enfrentar empezando por la crisis económica y sus consecuencias sobre los argentinos. La inflación y la caída del poder adquisitivo del salario son las mas urgentes, pero no los únicos. También cuenta con aliados importantes en el país y fuera del país. Massa sabe que esta es su oportunidad y es lo suficientemente ambicioso e inteligente como para generar una serie de medidas con impacto directo. Después habrá que ver si le alcanza.
El domingo por la noche Sergio Massa, después de recibir una carpeta anillada de Grabois con su programa de gobierno y escuchar el largo discurso de Kicillof, reitero su discurso de campaña sin hacer guiños hacia otros sectores hacia los que deberá avanzar si quiere ser presidente, incluido los de centro derecha. Ampliar, ensanchar, porque con los propios no llegó al 30 por ciento. El peronismo (tampoco el radicalismo) no va a morir ni va a desaparecer. Solo se trata de agiornarse, de tratar de dejar de hablar en términos del siglo XX y empezar a hablar en los del siglo XXI.
Esto significa, por ejemplo, convocar a sectores de la sociedad que no fueron incluidos hasta ahora. Massa, como todos los candidatos peronistas, habla de trabajadores y derechos adquiridos que, con suerte, son la mitad del mercado laboral. Tendrá que atraer a los informales, a los de las plataformas virtuales, a los de la Economía del Conocimiento que trabajan para empresas empresas del extranjero, a ese universo a los que el peronismo no les habla porque se olvidó en algún lugar del camino que es el partido de los trabajadores y tiene que volver a ponerlo en el centro de la escena porque esa es su esencia.
"Trabajar, que te paguen bien, poder comprar cosas y llevarlas sin que las roben, llegar a fin de mes más o menos holgado" podría ser un buen resumen de lo que la gente quiere. No hay mucho más que eso. Ni épica ni explicaciones largas ni discursos académicos ni programas de gobierno insólitos ni apelaciones al pasado. Que la gente viva (vivamos) un poco mejor. Como consuelo para Massa: Argentina empezó perdiendo con Arabia el mundial y salió campeón del mundo.