" (...) Si es lo mismo el que labura noche y día como un buey, que el que vive de las minas, que el que mata, que el que cura o está fuera de la ley". Enrique Santos Discépolo ("Cambalache")
" (...) Si es lo mismo el que labura noche y día como un buey, que el que vive de las minas, que el que mata, que el que cura o está fuera de la ley". Enrique Santos Discépolo ("Cambalache")
Pasaron las elecciones nacionales generales y el resultado en las urnas dio su veredicto: el día 19 de noviembre volveremos a elegir entre dos candidatos. La incertidumbre política continúa, dejando un escenario donde el largo plazo es el día de mañana. Argentina enfrenta problemas macroeconómicos serios. Esta situación requiere orden y previsibilidad. Precisa de la técnica, pero también de definiciones políticas. Los agentes económicos toman decisiones en base a un contexto determinado: pues bien, en Argentina el camino luce indescifrable. O descifrable en términos económicos: una economía sin dólares, con una inflación galopante y con cifras de pobreza e indigencia en ascenso.
Una economía estancada. Una economía que se desfinancia con medidas fiscales puntuales, pero sin un plan integral sobre como cubrir estos huecos, es decir, sin una visión holística, lo que previsualiza un escenario de emisión con el correlato inflacionario que esto tiene. Funcionarios que se pasean en yate, pero ciudadanos que no tienen los servicios básicos ni las necesidades alimentarias mínimas cubiertas. El sistema democrático permite que los ciudadanos hablen a través del voto, lo cual muestra resultados objetivos, y es fundamental ser respetuoso de los mismos.
Nadie tiene la verdad absoluta, ni la capacidad para juzgar las decisiones. En las democracias el voto popular manda. Nuestro país precisa un orden. Oportunidades de empleo genuinas. Educación pública de calidad, salud pública y seguridad. Una justicia independiente. Un Banco Central que tome decisiones aspirando a tener una moneda fuerte, y que no dependa de las necesidades coyunturales del Tesoro. Un sistema de ciencia y tecnología al servicio de la producción. Un sistema impositivo que elimine impuestos distorsivos, que sea progresivo y simple.
En ciertas cuestiones seguimos "discutiendo la ley de gravedad". La emisión monetaria genera inflación. Una tasa de interés en estos niveles está claro que no puede sostenerse, ya que enfría la economía y no permite la movilización del crédito. Los beneficios inexistentes que tienen los impuestos distorsivos para la economía en su conjunto. La corrupción debe ser castigada. Es imposible construir un país confiable con hechos "pornográficos" de corrupción. Es importante que el mundo nos vuelva a creer. Pero más importante es que los propios volvamos a confiar. Volver a invertir: atraer las inversiones hacia la economía real. Profundizar nuestro mercado de capitales. Brindarle herramientas e incentivos al motor de nuestra economía: las pymes.
Argentina tiene muchas deudas como para continuar navegando ciegamente en un mar turbulento producto de un clima político incierto. Tiene la deuda con el FMI, pero también una deuda en pesos que no paró de crecer a lo largo de los últimos años. Sin embargo, la principal deuda que tiene nuestro país es para con su "potencial". Un país que tiene los recursos, tanto humanos como naturales para ser potencia, pero que no tiene nada, por incapacidad de gestión, corrupción y no tener un plan de mediano ni largo plazo. Siempre la urgencia nos tapa lo importante. Vivimos el día a día pensando en la cotización del dólar, comparando precios sin una referencia clara producto de los niveles inflacionarios, y tratando de llegar a fin de mes en el mejor de los casos, o al fin del día.
Duele ver a mi país en esta situación coyuntural. Duele ver que muchos de los propios eligen Ezeiza como puerta de salida de un futuro que no parece prospero. El desafío está en encontrar los consensos necesarios para salir adelante. Ni el mejor plan del mundo puede ser efectivo si no nos ponemos de acuerdo en puntos básicos. Si la mezquindad política, el oportunismo y la ansiedad por ver resultados instantáneos ganan, estaremos destinados a continuar por este rumbo, implosionando día a día y destinados a repetir el cambalache argentino. Siempre está la oportunidad de dar vuelta la página y hacer las cosas de manera responsable, seria y pensando en el bien común. Ojalá nuestra dirigencia se encuentre a la altura de lo que la coyuntura de nuestro país demanda. Estamos a tiempo. ¡Vamos Argentina!