“Por análisis -no por vidente- aseguro que ‘Peluca’ hará su debut, en las urnas de CABA, con resultados asombrosos que ocasionaran más enojos que replanteos y autocríticas”, expresaba en esa nota publicada en agosto de 2021.
Dos años atrás, en este mismo espacio de opinión de El Litoral, vaticinaba el comienzo de la carrera presidencial de Javier Milei.
“Por análisis -no por vidente- aseguro que ‘Peluca’ hará su debut, en las urnas de CABA, con resultados asombrosos que ocasionaran más enojos que replanteos y autocríticas”, expresaba en esa nota publicada en agosto de 2021.
Hoy, con el diario del lunes de las PASO 2023 -desde una mirada racional del sentimiento popular- lo que se puede mencionar como “fenómeno” es que el actual superministro y “presidente”, en ejercicio, llegue con alguna posibilidad de arribar a un eventual balotaje.
El interinato de Sergio Massa, tomó a la Argentina en una situación desesperante y en poco más de un año la dejó en estado “terminal”.
No importa, aquí, el Massa persona, elector, candidato, estadista y presidente “de acto”. Importa, si, a la hora de analizar el resultado electoral, sindicar como “fenómeno” que 5 millones lo acompañen para “cambiar” lo que él mismo está haciendo.
Es también un fenómeno el caudal de votos de Juntos por el Cambio que, en su pelea interna, compitieron ferozmente tirándose con adicciones, recuerdos de juventud guerrillera o jugando con la muerte de un hombre que salvó miles de vidas, pero terminó con la propia.
El voto a Milei, el ausentismo, el blanco y el impugnado no son el fenómeno del domingo 13 de agosto. Argentina ruge de impotencia y hartazgo. No silva un tango melancólico.
Javier Milei, puede transformarse en presidente electo, el domingo 22 de octubre a las 18 horas. Un eventual balotaje, que lo tenga como partícipe, difícilmente lo deposite en la Casa Rosada.
“Vamos a ganar en primera vuelta”, dijo el economista en la noche de festejos. No hay que ser muy osado para interpretar los números para determinar esa posibilidad como real. El ausentismo, como expresión de la apatía y el desencanto, de reducir ese 30 %, claramente serán, en su gran mayoría para engrosar los porcentajes del candidato que los encuestadores “no vieron”, porque no se mostraron ni respondieron.
El ausentismo encuentra la primera explicación en ese 15 % de habilitados para el sufragio que no están obligados a concurrir a las urnas. Adolescentes de entre 16 y 17 años (3,30 %) y los mayores de 70 años (11,70 %). El primer extremo etario, claramente, tiende al voto de Milei.
El voto a Milei, de PASO –en que no competía con nadie-, no es volátil ni voto útil. El voto de Juntos por el Cambio y el de Unión por la Patria, sí.
La violenta interna de los “amarillos”, no asegura el traspaso, automático, de Larreta a Bullrich.
El voto Grabois responde a un kirchnerismo duro y a ese porcentaje histórico de la izquierda tradicional que se volcó hacia el candidato papal. ¿Pondrá su papeleta en la urna con la cara de Massa?
Lo que sí quedó claro, en los discursos del domingo es que Massa busca polarizar con Milei y Bullrich con Massa y el “kirchnerismo”. El primero en búsqueda del voto “miedo” al cambio de paradigma, y la segunda intentando disputarle a Milei el voto antiperonista, opositor y teniendo muy claro que la única chance de JxC es llegar al balotaje y contar con los votos del “León”.
Milei demostró que no sobreactúa, ni va a cambiar su discurso agresivo en cuanto a la retórica, sin embargo deberá tranquilizar al poder real, interno y externo. Ya no pensando como candidato sino como eventual jefe de gobierno.
El mayor desafío de Milei es estrechar “la mano invisible del mercado” y tener su confianza.
Como representante de la “nueva casta”, Milei canta desencajado que la vieja “casta tiene miedo”. Aquellos que, desde hace décadas, vienen alternando en el gobierno y compartiendo cuerpos parlamentarios en donde se pelean en el recinto y charlan en los pasillos, no tienen una idea clara de hacia dónde conducir a la Argentina en este momento de incertidumbre mundial.
Ni la vieja, ni la nueva casta tiene intenciones de transformar el rol que nos cabe, al país, como abastecedor de materias primas al mercado internacional, para lo cual el habitante se transforma en un “gasto” y en la ecuación de mercado, sobra.
La reacción de los mercados, y del gobierno, equilibra la incertidumbre económica a la imprevisión política y social.
La devaluación oficial responde al mensaje de Massa post electoral, “pelearemos hasta el último minuto”, dijo y corrió el eje del debate y análisis electoral, otra vez, hacia el temor de una hiperinflación. Alguien diría “de manual” a no ser que la realidad, tal como se viene presentando, ha quemado todas y cada una de las recetas tradicionales y se cocina a ojo y tiene “sabor a nada”.
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