por Raúl S. Vinokurov
por Raúl S. Vinokurov
La inmensa mayoría del pueblo argentino está viviendo mal. En lo económico, en lo social, en salud, en educación, en la justicia y esto no es nuevo, pero lamentablemente empeorando año tras año. Lo nuevo, tal vez, sea una especie de confusión generalizada donde es difícil precisar quien gobierna, quien es el responsable del cúmulo de errores, donde está el oficialismo y donde está la oposición. Tal mal estamos que de lo que más se habla y discute es sobre los posibles candidatos a la presidencia en las próximas elecciones, para las que faltan aproximadamente dieciséis meses. ¿Y mientras tanto qué? Un año y medio mientras la segunda gran preocupación es describir la más que conocida realidad. Hacemos diagnósticos pero nadie receta soluciones
¿Quién aporta una posible solución válida? Desde el oficialismo imposible porque está sumido en internas que dividen tratando de hacernos creer que algunos no son responsables, que no son gobierno, mientras atienden su quintita y sus intereses. Tan grande es el daño que desde el análisis ideológico se caracteriza como izquierda a las políticas del gobierno nacional, e incluso el presidente discursea sobre la "maldita derecha".
En la cuestión económica pretenden hacernos creer que cambiar animales por personas en los billetes traerá soluciones, y la oposición nos dice que hay que sacarle ceros y paralelamente emitir billetes de mayor valor nominal, ya que eso traería importantes ahorros en impresión y mayor espacio disponible en los cajeros automáticos. Ya hay voces que opinan que se deberían adelantar las elecciones, pero como vienen del peronismo nadie tilda de golpismo a quien así opina. Si la misma opinión se emitiera desde la oposición habría un desfile de feroces críticos denunciando que atentan contra la democracia. Contra Macri los pedidos de renuncia y llamado a elecciones también existieron, con de la Rúa tuvieron éxito.
No se trata de echar a nadie, defendamos el período constitucional, pero exijamos que gobiernen para esa inmensa mayoría, sin privilegios, sin usufructuar del Estado en beneficio propio, y fundamentalmente que dejen de mentirnos, de subestimarnos, de sumirnos cada día en más problemas. No se trata de pedir nombres, se trata de exigir programas de soluciones factibles de ser ejecutados. También se repite un fenómeno ya conocido. Aparecen figuras que aparentan ser la contracara de la política y se auto proponen como salvadores, poseedores del saber y las capacidades necesarias para que soñemos con un futuro mejor. Pero lentamente los vamos conociendo, van mostrando también, que tienen los mismos vicios de la casta política a la que tanto critican.
La primera y gran medida a adoptar sería el sistema de boleta electoral única, que ya demostró sus ventajas respecto de las listas sábanas, lemas, sub lemas, etc. Así podríamos, como pueblo elector, manifestar nuestras preferencias, eligiendo candidatos que nos hayan convencido con sus propuestas. Por supuesto esto solo no garantiza la necesaria implementación de políticas correctas, pero es un primer y gran paso. Que nadie tenga el poder de designar a nadie, de imponer candidaturas en bloque.
Limitar las posibilidades de reelección, lograr una justicia que haga justicia, que castigue a quien corresponde, que los delitos contra el Estado, o sea contra todos nosotros, sean imprescriptibles, que los legisladores aprueben leyes que destruyan todo el mecanismo jurídico hecho únicamente para dilatar, para defender corruptos, para que no vayan presos, para que gocen impunemente de todo lo robado. Acortar los plazos que se toma la justicia sería una buena forma de demostrarnos que algo se pretende mejorar en serio.
Es urgente que elaboren programas, no parches que saben no solucionan nada, es urgente que comiencen a gobernar y si realmente solucionan problemas de la gente, conseguirán los votos que tanto quieren tener. Bajar la inflación, reprimir en serio la corrupción generalizada y mejorar en todos sus aspectos la educación, sería una buena manera de decirnos que quieren un país mejor para todos.
No se trata de echar a nadie, defendamos el período constitucional, pero exijamos que gobiernen para esa inmensa mayoría, sin privilegios, sin usufructuar del Estado en beneficio propio, y fundamentalmente que dejen de mentirnos, de subestimarnos, de sumirnos cada día en más problemas. No se trata de pedir nombres, se trata de exigir programas de soluciones factibles de ser ejecutados.